Por: Sergio Andrés Gamboa Mendivelso/sgamboa874@unab.edu.co
Este miércoles 19 de octubre, el auditorio Jesús Alberto Rey Mariño acogió a estudiantes, egresados y profesores de todas las generaciones del programa de Comunicación Social. En un conversatorio generacional, los asistentes tuvieron la oportunidad de conocer el programa desde sus inicios y escuchar, contado por voces de protagonistas directos, cómo ha evolucionado la forma en la que la comunicación y el periodismo se enseñan en la UNAB. Moderado por Guillermo León Aguilar y acompañado por 6 egresados de diferentes épocas, las memorias de pasado y presente tomaron el rol central en una velada marcada por los recuerdos.
La noche comenzó con un video que ilustró el desarrollo y crecimiento del programa. Con la voz de los estudiantes de antes y los de ahora, los asistentes vieron cómo, la educación recibida en las aulas, ha influenciado en las vidas profesionales de los egresados. Entre otras cosas, se recordó la importancia del programa, lo que lo hizo único, sus raíces, su nacimiento y los aspectos que lo hacen líder en la región. Luego de esto, las palabras de Guillermo León, el moderador, recordaron los más de 30 años que ejerció una de sus grandes pasiones, la docencia. Sus palabras fueron la hoja de ruta que explicó cómo, desde los tiempos de la máquina de escribir, el programa de Comunicación Social de la UNAB formó grandes profesionales con sentido humano.
Además, dentro de los testimonios, también se hicieron presentes muchos de los personajes que han marcado anécdotas inolvidables en estas cuatro décadas, aun los que ya no nos acompañan en vida. Los invitados, conducidos por las preguntas de Guille, empezaron a contar las historias de su llegada y paso a la universidad. Por un lado, los más veteranos, comentaron sus sacrificios para poder estudiar. Desde tener que vivir solos en la ciudad, hasta trabajar en Vanguardia desde los 19 años, pasando por el rechazo de algunos padres a estudiar algo que “no diera plata”. En esas semblanzas, quedaron expuestos los retos y mitos de estudiar Comunicación Social; retos y mitos que, dicho sea de paso, se mantienen en el imaginario del presente.

Sin embargo, todos los invitados coincidieron en el amor que le tenían a la profesión. Tanto organizacionales como periodistas contaron que las enseñanzas de sus etapas universitarias no hubiesen sido las mismas sin un equipo de talento humano tan especial como el que hay en el programa. El agradecimiento que cada uno dio a lo aprendido por su paso en la Universidad, contagió a muchos en el público que, como en una reunión de amigos, también empezaron a recordar los tiempos de estudio. Entre los lugares más recordados por todos estuvieron La rectoría, bar de reuniones de los estudiantes; el CDC, lugar de estudio, y los lugares de práctica, que en sus inicios no eran más que pequeñas habitaciones dispuestas para la producción de contenidos.
Por último, cada uno de los invitados dio una reflexión para aquellos que quieren estudiar o se graduarán pronto como Comunicadores. Empezaron los más jóvenes, que pusieron la constancia por encima de todo secreto para ser mejores profesionales. Siguieron los más experimentados, quienes, entre otras cosas, destacaron la pasión en un oficio que debe ser desempeñado desde el corazón y para la gente. Además, mencionaron que lo más importante en este camino, es ver la vida desde todas las perspectivas posibles sin dejar a un lado el servicio a las personas, que es el deber ser de un comunicador integral.
Así fue como se desarrolló una jornada llena de recuerdos, risas, nostalgia y, sobre todo, fraternidad. Al final, la voz de Danny Vega amenizó los abrazos que se dieron los invitados recordando aquellas épocas doradas en las que sus realidades de hoy, sus éxitos y triunfos, eran un sueño. La felicidad de volverse a encontrar hizo que, incluso después de acabada la gala, los egresados, profesores y estudiantes compartieran por más tiempo. Hoy, son 40 años de un programa educativo que le cambió la cara al periodismo y a la gestión organizacional de Bucaramanga y Santander. Mismo que, afortunadamente, seguirá formando comunicadores que se entreguen a su labor con pasión, constancia, perseverancia y, sobre todo, con la felicidad que otorga el deber cumplido. Esa felicidad es doble cuando el deber se enfoca en hacer del mundo un lugar mejor. Y eso, eso también lo hace la comunicación.