Colombia es un país abusador. A esa conclusión llegó la abogada Lina Marcela Estrada Jaramillo, especialista en Derecho de Familia, magister en Derecho y docente investigadora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, quien ha dedicado la mayor parte de su trayectoria profesional a profundizar sobre asuntos que tienen que ver con la aplicación de justicia en casos de género, primera infancia, violencia intrafamiliar y abuso sexual, entre otros.

Estrada, que vivió incluso en carne propia un episodio de abuso sexual, estuvo en la UNAB invitada por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y el Centro de Estudios Latinoamericanos, para hablar sobre la protección de los derechos humanos de las víctimas de este delito, una mirada desde la jurisprudencia, en un país que, según la investigadora, “no protege a sus niños y mujeres a pesar de tener una jurisprudencia garantista”.

Para Estrada, la falta de coordinación interinstitucional revictimiza a las personas que, ante un hecho de esta índole, acuden al sistema judicial y no reciben un trato digno por parte de los diferentes actores que intervienen en el proceso. Es el caso de los jueces, por ejemplo, que aplican justicia con base en lo que la docente llama “criterios sospechosos” sobre el género. Sobre este y otros temas que han cobrado vigencia, como la campaña #MeToo, que surgió a raíz de las recientes denuncias de acoso sexual en la industria del cine, habló la experta con la Oficina de Comunicación Organizacional.

¿Cuándo se configura un abuso sexual?

Parte de una acción u omisión frente a un acceso que se tenga al niño, o inclusive no tener acceso a él. El exhibirse o que el niño visualice pornografía o imágenes con contenido sexual, también hace que se tipifique el abuso sexual. Eso es muy importante, que se tenga en cuenta que existe abuso sexual con contacto, es decir, con penetración, no solamente con los órganos genitales, también con otros órganos, y sin contacto, es decir, el que se exhiba para que el niño vea, en este caso, imágenes pornográficas.

En este mundo digital en el que vivimos hoy en día, en el que los menores de edad permanecen mucho tiempo frente a sus pantallas ¿allí se puede configurar abuso sexual?

Exactamente, eso hace parte del abuso sexual. Es que dentro de este delito tenemos el tema de que el niño, por ejemplo, sea obligado a mirar, está el tema del turismo sexual, lo que se ha llamado la prostitución, que yo he indicado que no se llama así, eso es explotación sexual comercial de niños, entonces dentro del abuso sexual existen varias modalidades, inclusive el proxenetismo, cuando una persona adulta aprovecha al niño para, en este caso, explotarlo sexualmente.

¿Por qué no se considera prostitución en el caso de los menores de edad?

Porque la prostitución es una actividad que, en este caso, es considerada por el Estado colombiano como una actividad legal, de hecho, la Corte Suprema de Justicia ha reconocido que puede indicarse un contrato laboral alrededor de él, pero en el caso de niños y adolescentes no, porque estamos frente a un derecho que exige protección para ellos, por lo tanto, siempre hablamos de explotación sexual con fines comerciales.

Usted hablaba en su charla que este es un país lleno de leyes, garantista, sobre el que prima una especie de fetichismo porque todo se resuelve con las normas ¿eso qué significa?

El fetichismo es una palabra que es tomada de la psicología, fetiche significa un objeto sexuado, que incita placer, entonces la referencia que yo hago es por las innumerables leyes que se han regulado alrededor del abuso sexual pero que les falta eficacia para solucionar el problema. A pesar de que se expide una ley no hay un cambio social, al contrario, aumentan las denuncias. Eso habla de la problemática de salud pública que tenemos en Colombia, por eso yo hablo de fetichismo o eficacia simbólica del derecho, porque siempre alrededor de un caso emblemático que hace visible un medio de comunicación sale inmediatamente una ley.

Usted también llamaba la atención sobre el papel de los medios de comunicación. Dijo, entre otras referencias, “hay que poner mucha atención sobre los relatos que desde los medios de comunicación se hacen sobre la configuración de un abuso sexual” ¿qué quiere decir con esa afirmación?

Los medios de comunicación tienen el deber de informar, y cuando lo hacen, deben tener en cuenta todos los factores involucrados. Infortunadamente vemos que solamente están tomando un actor, inclusive, utilizan aumentativos, diminutivos, palabras peyorativas alrededor de las personas que son víctimas de abuso. Por ejemplo, un señor que iba en una bicicleta, que cometió actos abusivos hacia una mujer, los medios de comunicación peyorativamente hablaban de que, simplemente, hubo un tocamiento, que alrededor de ese caso no había un delito penal. Sí había porque existió falta, en este caso, hacia la integridad de la mujer, una falta de respeto al cuerpo de una mujer.

Usted menciona que la justicia opera en un mundo de adultos, por lo tanto, hay que darle la mayor credibilidad al testimonio de un niño cuando es abusado sexualmente ¿por qué?

El niño, por regla general, siempre dice la verdad, de hecho el niño puede ejemplificar lo que ocurre alrededor del abuso, por eso hay que darle todo el valor, ahora, hay que tener en cuenta que para tomar ese testimonio necesitamos de otras ciencias que, en derecho, se recurre a lo que se han llamado las pruebas periciales, realizadas por psicólogos o personas que ya están especializadas para hacer una entrevista forense.

Los casos de abuso sexual ocurren en la propia vivienda de la víctima, en los centros educativos, en lugares públicos ¿este es un país abusador?

Sí, infortunadamente ya lo ha dicho el comité de los derechos de los niños: este es un país no protector de sus derechos, es un país peligroso para los niños.

Otra de las situaciones es la ruta de atención que termina finalmente revictimizando a la persona sometida a abuso ¿por qué sucede esto?

Porque infortunadamente no hay comunicación entre las entidades. Muchas veces una entidad no sabe orientar a la persona para que vaya a otra o, simplemente, le cierra las puertas ¿qué hace la persona que toca esa puerta? pues dice hasta aquí llevo el problema, entonces muchas víctimas de abuso sexual, ante la negativa de un funcionario de no indicarle cuál es la ruta adecuada, simplemente deja de denunciar.

¿Qué opinión le merece el movimiento #MeToo alrededor del abuso sexual en la industria del entretenimiento?

Alrededor de esto hay que educar. Más que mostrar un chisme hay que educar a la audiencia, hay un deber de los medios de comunicación en revelar estos casos, pero no solamente eso, no hay que generar estereotipos alrededor de la forma de vestir, de la hora en que estaba, no se le puede generar la responsabilidad a la víctima cuando la responsabilidad aquí la tiene es el victimario.

Usted mencionaba los criterios sospechosos de los jueces sobre el género ¿cómo es eso?

Los criterios sospechosos son, por ejemplo, aquellas preguntas que se le hacen a las víctimas sobre sus prácticas sexuales, sobre todo con las niñas, el cómo estaba vestida, en qué lugar estaba, si había consumido licor, esos son criterios sospechosos que lo que hacen es generar estereotipos de género y, por lo tanto, casi que le generan una responsabilidad a la víctima de cómo estaba en esa situación y de que ella fue la que provocó el abuso sexual.

Usted fue víctima también de un caso de abuso sexual ¿eso la llevó a adentrarse en este tema?

Como víctima yo vi una falta de articulación entre las entidades, porque en mi caso la Fiscalía me dio como solución una conciliación con el victimario. Yo consideré que eso no era justicia, necesitaba que tuviera una sanción penal, lo que no ocurrió, entonces a partir de mi experiencia, mujer, abogada, profesional, entonces yo pensé qué puede pasar alrededor de este caso con otras mujeres que no tienen la posibilidad de conocer las leyes como yo sí lo sé, entonces este es un tema sobre el cual hay que trabajar para que otras personas puedan conocer, puedan tener esa prevención primaria, al menos saber qué hacer, pero sobre todo no callar porque si yo lo hago estaría perpetuando el abuso sexual.

Por Dirección de Comunicación Organizacional Unab

Universidad Autónoma de Bucaramanga