Amore, que traído al español es amor, es el concepto fundamental sobre el que nace el proyecto de Café Amore. “Se trata de hacer del café un espacio de socialización donde hasta las baristas puedan tratar a la gente. Ellas pueden arreglarle el día a una persona dibujándole un corazón en el café y diciéndole que tenga un buen día, de eso se trata Café Amore”, dice Andrés Gélvez Forero, dueño del sitio.
Él es un psicólogo de la Universidad Nacional que tiene vocación por el trabajo social. Ello le llevó a abrir un café a inicios de febrero del 2017 en el que aparte de centrarse en el negocio, también sirve como consultorio gratuito para quien desee atención psicológica, con enfoque especial en la drogodependencia y los habitantes de la calle. “Nosotros somos una institución que tratamos de ofrecer la salud mental que de pronto usted no puede adquirir porque desconoce sus derechos, o porque no tiene el dinero para acercarse a una institución a adquirirla”, dijo Gélvez Forero.
“Este proyecto lleva tres años y comienza a hacerse realidad en estructura hace siete meses. Lleva tres años pensándose y trabajandose”, contó Gélvez Forero. Él compara metafóricamente el proyecto con las teorías de un filósofo alemán del siglo XIX: “(Arthur) Schopenhauer habla de tres estados para afirmarse una verdad. Dice que en un momento la verdad se ridiculiza, en otro momento recibe una violenta oposición y en definitiva es establecida como algo ya hecho. El café está en el tercer momento, pero ha pasado por los tres”.

Según Gélvez Forero la diferencia entre el servicio que él presta y el que ofrece el estado (en este caso la Alcaldía de Bucaramanga) es que su seguimiento va más allá de lo meramente asistencial.
Cabe resaltar que la consultoría psicológica que se presta allí no se ejecuta propiamente en el local del café, sino en una habitación aislada a la que se llega atravesando el mismo. También es preciso decir que la atención que se presta es solo psicológica y no se medica ningún fármaco.
Programa Habitante de Calle de la Alcaldía
Según la Secretaria de Desarrollo Social de Bucaramanga, en la ciudad hay 3.247 habitantes de calle, de estos el 95% consumen drogas psicoactivas (marihuana, bazuco, pegante y drogas sintéticas). Como respuesta a este fenómeno social se implementa el programa habitante de calle, coordinado por Juana Inés Patiño Ballesteros. Este, desde el 19 de enero de 2017 cuenta con la colaboración interinstitucional de la alcaldía, instituciones sociales y la policía. Así se determinó en la reunión del Comité Municipal de Habitante de Calle en Bucaramanga, que se reunió el día ya mencionado.
El programa Habitante de Calle es de orden asistencial y cuenta con dos enfoques de acción. Los centros institucionales de tratamiento social, y dos busetas que otorgan el servicio asistencial a las personas en situación de calle de la ciudad.

Las instituciones que prestan el servicio de tratamiento en convenio con la alcaldía son: Levántate y Resplandece, Fundación de Las Tinieblas A La Luz (Funtaluz), Shalom, Hogar Jerusalén y Consentidos. Cada una de las mencionadas tiene un modelo de tratamiento y disponen de centros donde internan a los adictos. Allí les brindan comida, atención médica y les educan sobre las Enfermedades de Transmisión sexual, que son comunes entre quienes se inyectan drogas psicoactivas. Hogar Jerusalén está especializado en tratar a los individuos que llegan con tuberculosis, VIH o que acaban de ser operados.
El servicio de desintoxicación que se brinda en estas instituciones no es obligatorio para el habitante de calle, es voluntario. Ello, pese a que el Secretario de Desarrollo Social, Jorge Figueroa Clausen, advirtió que en vista del problema social que se genera, se buscará generar un decreto que permita la interdicción de estas personas, en razón de su estado mental. Para ello se avanzará en la firma del convenio con el Hospital Psiquiátrico San Camilo, “para hacer ese abordaje para personas que deambulan las calles en alteración psicológica, prestándose para problemas de la convivencia ciudadana”, expresó Figueroa Clausen.
Las busetas tienen como objetivo abordar a los habitantes de la calle y convencerlos para que inicien un proceso de rehabilitación. En caso de que la persona se niegue a recibir el tratamiento actúan como transporte a hogares de paso, donde se los atiende, limpia y cura. Todo ello debe realizarse mediante el consentimiento del individuo.
¿Es efectivo el programa de la Alcaldía?
Para Gélvez Forero la atención brindada por la Alcaldía no es suficiente: “en la ciudad los servicios, al parecer, son de consejería o un tratamiento no secuencial, de intervalos de tiempo muy largos. Entonces, no hacen una intervención real con ellos. En cambio, nosotros sí estamos constantemente en una cita continua dependiendo el nivel de drogadicción del individuo. Hay otros profesionales: una trabajadora social, una abogada”, afirmó.
Actualmente la atención psicológica que presta Café Amore ha disminuido, debido a la salud de Gélvez Forero. Desde hace dos años que padece un cáncer de estómago que le impide manejar mucho estrés de momento. “Es como una gripa. No relaciono lo uno con lo otro, porque hace parte de mi vida y creo que viviré hasta los 120 años. Pues para mí una gripa hoy llega y mañana se va. Yo no relaciono con la labor que hago, pues la llevo haciendo desde antes que me diagnosticaran la patología. Aunque el proyecto en sí lleve hasta ahora tres años, anteriormente, en la práctica, tuve la necesidad de aportarle algo a la sociedad”, dijo Gélvez Forero a 15, pese a que los médicos le han informado que su enfermedad está en fase terminal. También deja claro que su labor en el café no es consecuencia de su estado de salud, sino que hace parte de su manera de ver el mundo.
Según la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas un tratamiento efectivo contra la dependencia de sustancias psicoactivas debe ser integral. El primer paso es el servicio de acceso directo que consta de apoyo inmediato, es decir atención jurídica, social y psicológica; asesoramiento para la prevención del consumo y de enfermedades venéreas; también grupos de autoayuda y de apoyo a los familiares.

Funtaluz, un ejemplo
Marco Pérez Serrano, director de Funtaluz, es vivo testimonio de que el proceso de teoterapia que desarrollan las instituciones que trabajan en convenio con la Alcaldía. Él se rehabilitó después de estar interno en otra de estas fundaciones: “Yo estuve 36 meses en Shalom y ya llevo 6 años limpio. Claro que yo sé que no puedo volver a probar la droga, porque a la vuelta de una semana estoy en la calle y el costal al hombro”, contó Pérez Serrano.
Funtaluz presta atención a 30 internos y atiende a 45 más extramurales. Para Pérez Serrano estos últimos no se recuperan porque “darles un baño, un plato de comida y una muda de ropa no los cura. Incluso los vuelve conchudos y pretenden que se les dé dormida y comida, pero no muestran voluntad de recuperarse”. En cambio quienes se someten al proceso intramural están el tiempo que necesiten y pueden llegar a una recuperación, aunque “el promedio es bajito, digamos que un cinco por ciento. Pero por lo menos estos muchachos que están aquí no están en la calle, están trabajando, reciben un proceso, salen y tratan de rehacer su vida social. Unos siguen y otros vuelven y caen”, aseguró Pérez Serrano.
El proceso consta de la consagración al cristianismo y la terapia ocupacional. “Acá los ponemos a trabajar, todas las mañanas empacamos peinillas de Peicol. Ellos las empacan, pero no las distribuyen; porque eso es un riesgo para que ellos recaigan, pues empiezan a manejar plata y están pasando por la olla”, dijo Pérez Serrano a Periódico 15. Dicho proceso va acompañado de terapia psicológica, sin embargo no se suministran fármacos.

Thank you very much for your blog.
I enjoyed reading this article.