Ricardo Jaramillo Pulgarín
rjaramillo2@unab.edu.co
Nota de la redacción: Como un homenaje a su memoria, 15 transcribe un texto escrito por Mary Correa Jaramillo en diciembre del año pasado, como colaboración con un trabajo académico elaborado en la universidad, el cual trata sobre la historia del periódico y los aportes a la enseñanza del periodismo.
En estas emotivas líneas Mary recuerda su paso por esta ciudad que la acogió durante más de 15 años, así como los momentos que compartió con profesionales y periodistas en formación: “Agradezco el haberme tenido en cuenta para la recopilación de la historia del periódico 15 y con muchísimo gusto comparto mi vivencia en este medio de comunicación por el que tengo un gran afecto.
Comencé en 15 desde los mismos inicios del Periódico, cuando los directivos de ese momento, Francisco (Paco) Gómez Nadal y Juan Gonzalo Betancur Betancur, decidieron que no solo fuera un medio con la producción de estudiantes de la Facultad de Comunicación de la UNAB, apasionados del periodismo, sino que fuera una práctica de clase y que se integrara, de alguna manera, con el currículo. Por esa razón, la Facultad aceptó que docentes del Énfasis de Periodismo como yo, nos vinculáramos a él, a fin de dar apoyo desde las clases a la producción y corrección de textos.
Yo, además de tener cursos en el Énfasis, dictaba unos de redacción básica en los primeros semestres de la carrera y eso me permitió acercar a los estudiantes de clase de primero y segundo semestres, con pequeños trabajos que ellos producían y que eran evaluados con una nota académica, además de ser revisados para la publicación en 15. Los que resultaban mejores aparecían en el periódico y eso emocionaba a los jóvenes.
La idea del periódico fue tener dos clases de “periodistas estudiantes”, como así los llamábamos con cariño: un primer grupo de voluntarios –con una rutina constante de trabajo periodístico– porque estaban apasionados por nuestro bello oficio. Ellos habían llegado al medio por deseo propio o porque los profesores del Énfasis de Periodismo (semestres 7, 8 y 9 de la carrera) valorábamos sus capacidades para la redacción noticiosa y de crónicas o reportajes, pero no había compromiso alguno de nota. Si el estudiante quería, escribía, se evaluaba su trabajo y si se determinaba que era publicable, aparecía, con el crédito correspondiente como periodista de 15.
Recuerdo que algunos trabajos sí recibieron notas académicas porque los docentes así lo decidieron, como especie de estímulo, pero esa no era la constante ni era obligación de los ‘profes’. Lo bonito allí fue ver cómo creció la pasión por el periodismo y por 15, tanto que esos primeros jóvenes universitarios, ni reclamaban esas notas, de lo puro emocionados que estaban en su papel de periodistas.
La escuelita de 15
Con el grupo de gomosos voluntarios se ideó una pequeña escuela adjunta, simulando aquella que ha funcionado en el periódico El País, de España. Entonces los voluntarios de 15 recibían sus clases de la Facultad, pero se les reforzaba en algunos aspectos, en tiempos generosamente donados por ellos, pues era tanta la pasión de esos chicos que algunos se mantenían, casi de lleno en Producciones UNAB.
Recuerdo especialmente a Yesid Lancheros, al chileno César Baeza (Jefe de prensa), Xiomara Montañez, María Astrid Toscano, Mónica Quintero, Édgar Alfonso, Ivonne Rodríguez, Mario Peñaloza, Paola Bernal, Ricardo Jaramillo (funcionario UNAB), Camilo Silvera, Fabián Soto, Julián Espinosa y muchos otros, a quienes ahora como egresados los he sabido ejerciendo el periodismo en prensa escrita o en instituciones con oficinas de comunicaciones y áreas de periodismo y me emociono de solo pensar que siguen en este encantador oficio al que amo.
Aquí debo contar una bonita anécdota –luego me ocurrió en otras ocasiones– que habla de la pasión de esos jóvenes: Una noche, ya después de las nueve, recibí una llamada de un padre de familia muy preocupado porque su hijo no había vuelto de la Universidad: “Profesora”, me dijo, “disculpe si le molesto y no quiero sonar a papá ansioso, pero usted puede decirme ¿si es cierto que los muchachos pasan tantas horas allá en la U?, es que de verdad me tiene extrañado tanto afecto al estudio”. Yo no pude sino sonreírle y luego de invitarlo incluso a pasar por las instalaciones de 15, para ver la ejecución del periódico, le dije que cuando la aventura de ese medio universitario había iniciado, ninguno de nosotros imaginó la pasión de esos chicos, su coraje para sacar adelante semestres de carrera y periódico cada 15 días y hasta su frescura para aguantar tantas horas sentados frente a un computador. El padre de familia me dijo entonces: “Si no le molesta, profesora, dentro de un momento les llevo una pizza a los que están allá para que al menos esos muchachos pasen el rato sin hambre; cuénteme cuántos están allí reunidos, no les vaya a decir nada de mí, pero la vuelvo a llamar para que salga a recibirme la pizza. ¡Es que estoy descrestado!”
Integración
Había un segundo grupo de “periodistas estudiantes” que participaba en el periódico y era el conformado por quienes estaban matriculados en los cursos del Énfasis de Periodismo o en los primero semestres, en mis materias de redacción y ortografía. Con este grupo, la Facultad pretendía incentivar la buena escritura y motivarlos a seguir el rumbo como periodistas, en un futuro.
Recuerdo con mucho cariño, pero con una dosis de extraña agonía, aquellos primeros textos de los estudiantes, no solo de primeros semestres, sino incluso algunos de los que ya en el Énfasis de Periodismo, debían corregir múltiples defectos de ortografía, gramática de nuestra bella lengua madre y debían ir perfilando sus escritos con las exigencias de la redacción noticiosa. Por eso, en las clases, a la par con otros ejercicios, se tenían los textos para 15 y allí se revisaban y analizaban, con interés de ofrecerlos a los directivos del medio universitario.
Confieso que aún hoy me pregunto cómo hacía para atender las tareas propias de docente y además sacar tiempo para leer y releer esos encantadores textos llenos de horrores, pero cargados de ganas de llegar a ser periodistas, a los cuales había que rehacer frecuentemente. Yo ya tenía costumbres de trasnochadora, cuando fui coordinadora del Área de Periodismo Económico del diario Vanguardia Liberal, así que las noches corrigiendo textos fueron agotadoras, pero emocionantes y fructíferas, pues vi mejorar a muchos que al principio parecían escribir en un dialecto raro, del montón de horrores que acompañaban a sus textos.
Sin embargo, he creído que la pasión de los estudiantes voluntarios de 15 fue tan arrolladora, que se fue contagiando no solo a algunos ‘profes’, sino a otros estudiantes que poco a poco aparecieron en la sede del medio, así al comienzo les hubiera tocado estar “obligados” por los cursos de periodismo. Por eso, cuando menos pensamos, el medio universitario de la UNAB tenía un valioso personal que se le medía encantado a cubrir las elecciones locales y parlamentarias y muy orgullosos salir luego con la noticia, como si fueran los más expertos periodistas regionales. Daba gusto sentir esa “vibra” que corría por las venas de todos ellos y saber que algo de nuestras enseñanzas se había quedado, no solo en sus mentes, sino en sus corazones.
Tiempo de remezones
A finales de abril de 2006, Juan Gonzalo Betancur, director hasta entonces de 15, tuvo un ofrecimiento laboral en otro país y antes de retirarse de la UNAB propuso mi nombre para remplazarlo. A partir de mayo de ese año y hasta mediados de 2007, cuando regresé a mi natal Medellín, estuve a cargo de la dirección de 15 y aunque vinieron tiempos de crisis por la culminación de estudios de casi todos los periodistas estudiantes que salieron a sus prácticas del décimo semestre, encontré respaldo total entre estudiantes de los primeros cursos y otros del Énfasis, con quienes nos hicimos a la aventura de publicar, cada dos semanas, un periódico con la mirada fresca de jóvenes que deseaban contarle a la ciudad lo que pasaba en ella.
Jamás podré olvidar esas extenuantes pero maravillosas y enriquecedoras jornadas sentada frente a un computador, revisando con los estudiantes cada texto, recibiendo sus comentarios, ideas para un buen titular, fotografías, en fin todo lo que hiciera falta, a fin de obtener la mejor publicación; cuando estos jovencitos apenas si habían cumplido 16, 17 o 18 años.
Por eso pienso que uno de los mayores aciertos de la Facultad de Comunicación Social de la UNAB ha sido mantener al periódico 15 y dar confianza a los docentes y a los estudiantes para que la carrera de periodismo se encarne en un medio fresco, cercano a sus vidas y que les permite conocer también historias maravillosas de una ciudad a la que ellos le siguen la ruta, palmo a palmo, como ejercicio de su quehacer periodístico y su aprendizaje académico”.