La Escuela de Historia y Archivística de la Universidad Industrial de Santander (UIS), posee un Archivo Histórico Regional (AHR), en el cual se encuentra parte de una documentación sacada del sótano del Palacio de Justicia de Bucaramanga, en la década de los 90. Los expedientes representan un amplio inventario de papeles legales que cuentan con datos de indagatorias, testimonios, sentencias que van desde 1887 hasta 1965. “Los registros están a disposición del público en el sótano de la biblioteca de la UIS”, dijo Mauricio Ortiz Paipa, encargado del archivo histórico de dicha universidad.

Con relación a las fuentes materiales, el historiador Armando Martínez Garnica ha rescatado archivos con el propósito de fomentar la investigación en el AHR de la UIS, y otras universidades del país. “He rescatado microfilmes, papeles judiciales, negativos, música, entre otros objetos en Ibagué, San Gil, Girón y Bogotá. Los he custodiado, catalogado y dejado al alcance de estudiantes, por eso me llaman don custodio. Lo que he hecho se llama salvamento del patrimonio documental, de ahí han salido por lo menos 50 tesis, he publicado 140 artículos y 26 libros”.

Por otra parte, Laura Rojas Villamizar, historiadora y coordinadora del archivo judicial de la UIS, desde hace tres años ha desarrollado varios proyectos enfocados en investigaciones judiciales. En su época de estudiante logró una beca de estímulo otorgada por el Ministerio de Cultura para digitalizar información de 1899 a 1902, que se relaciona con hechos que sucedieron en paralelo con la guerra de los mil días.

Folios judiciales por orden natural y de procedencia del AHR//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN
Folios judiciales por orden natural y de procedencia del AHR//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN

Lo que se encontró 
Los informes han develado registros que permitieron estudiar lo social, lo económico, además de los sectores populares que hicieron parte de la tradición en Colombia y Santander.

Los registros también representan parte del patrimonio cultural de Santander, como es el caso de las partituras musicales del fallecido maestro Jesús Pinzón Urrea, compositor del himno de Santander.“La última colección, la salvé el 27 de diciembre de 2015. Se la regalé a la Universidad Autónoma de Bucaramanga, (Unab). Estamos hablando de la obra de Jesús Pinzón Urrea, quien tenía Alzheimer, motivo por el que rescaté su trabajo antes de que muriera, ya que él, me había manifestado su deseo de dejar su obra en Bucaramanga. Llegué a Bogotá con dos fajos de cinco millones de pesos, se los entregué a la esposa y me traje siete cajas llenas de sus piezas musicales, con la ayuda de la docente de la facultad de música de la Unab, Magnolia Sánchez Mejía. Esto fue donado a la universidad”, apuntó Martínez.

Pinzón Urrea murió en 2016, a los 87 años siendo el compositor santandereano más importante del siglo XX, dado que es el que más obras tiene para sinfónica y para piano en Santander, en 1994 el conservatorio Peabody de la universidad Johns Hopkins en Estados Unidos, lo confirmó.

Otro ejemplo de los hallazgos es el 9 de abril de 1948, día en el que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán Ayala. “Al investigar el aparato judicial de la época en Barrancabermeja, apareció en las declaraciones de ese día, que por un periodo de 19 días los obreros de una petrolera tomaron el poder. Pusieron alcaldía propia, establecieron fuerzas armadas de control de la ciudad y se vincularon con campesinos para abastecerse de alimentos, mejor dicho, establecieron poder popular”, dijo Rojas Villamizar.

Función e importancia

Archivistas de la UIS en el proceso de catalogación de archivos.//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN
Archivistas de la UIS en el proceso de catalogación de archivos.//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN

“Un historiador parte de una fuente documental, ellos se vuelven historia si el historiador se los lee”, resaltó Martínez. Sin embargo, la organización y el acceso no es fácil, dado que el deterioro por el tiempo, la manipulación incorrecta y la falta de protección de estos documentos no contribuye a respuestas e investigaciones completas. “Tienen un alto deterioro, pero representan un potencial para la investigación. Por ejemplo, a través de las indagatorias se puede conocer las costumbres y la organización social, que da otra perspectiva de los hechos como realmente fueron. En esos papeles hay testimonios  y pruebas de medicina legal que muestran el contexto de cómo se vivía en la época, sobre todo en los sectores menos acaudalados, de los cuáles no hay registro como quizás sí se tenga de próceres y personajes que tenían cúmulos importantes de territorio y riqueza”, aseguró Rojas Villamizar.

Recopilación testimonial de un caso de 1948 en Barrancabermeja.//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN
Recopilación testimonial de un caso de 1948 en Barrancabermeja.//FOTO KATHERINNE CASTAÑEDA CALDERÓN

Los criterios archivísticos suman importancia en el manejo documental, pues falta personal que conozca a la perfección los principios de orden natural y procedencia que la archivística exige. “La utilidad depende de la pregunta que traiga todo investigador”, declaró Ivonne Suárez Pinzón, investigadora y docente de la UIS.

Recursos
Al ser una cantidad alta de documentación, el mal estado de los mismos hace que el trabajo con ellos absorba tiempo y recursos para facilitar el proceso de investigación sobre la tradición del país. Según la docente Suárez Pinzón, no se cuenta con el apoyo necesario para trabajarlo, “no todos están interesados en ordenar fuente primaria, porque son vistos como cosas sin valor”. A propósito de ello, Rojas Villamizar resaltó, “los proyectos los hemos realizado con recursos de la vicerrectoría de investigación y extensión de la UIS, pero mediante concurso. Lo de la guerra de los mil días fue un proyecto en el que nos ganamos una beca del Ministerio de Cultura, esto significa que no existen recursos para poder trabajar”.

Armando Martínez coincidió al manifestar que ni las entidades privadas ni públicas invierten en el material.  “En la casa del maestro Pinzón había un libro cantoral del siglo XVII, hecho con piel de ternero nonato, vulgarmente llamado “pergamino”. Me lo ofrecieron, no lo adquirí pero mandé una carta a la sección de adquisiciones de la Biblioteca Nacional contándoles sobre el patrimonio musical, a lo que la biblioteca contestó, que no tenían presupuesto para adquisiciones, pero que aceptaban donaciones. Lo mismo pasó con la Unab, pues no pudieron pagar 10 millones de pesos, así que terminé donándole el archivo musical a la universidad, mientras que en la UIS rechazaron unos negativos del fotógrafo Ángel Floréz, de San Gil que iban a ser botados al río Fonce, por el mal olor de los mismos. Sin embargo, los rescaté, pero llevan más de un año en un cuarto a la espera de una acta de donación por parte de la familia del retratista”.

Jesús Pinzón Urrea, compositor bumangués creador del himno de Santander.//FOTO TOMADA DE VANGUARDIA LIBERAL.
Jesús Pinzón Urrea, compositor bumangués creador del himno de Santander.//FOTO TOMADA DE VANGUARDIA LIBERAL.

En la actualidad, la Unab mantiene el único resguardo especializado en músicos regionales. “Aún así, falta personal y presupuesto para la exploración de los mismos”, contó Sánchez Mejía.

En cuanto a las cajas de Jesús Pinzón, Magnolia Sánchez Mejía la coordinadora  del Centro de Investigación y Documentación Musical, (Cedim), afirmó: “Armando Martínez donó partituras, casetes y arreglos musicales, del maestro Pinzón que están siendo revisados para ser puestos a disposición de la comunidad”.

Por Katherinne Castañeda Calderón
mcastaneda274@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí