En cartelera estará la película “Esperando al rey” de Tom Tykwer, basada en la novela “A Hologram for the King” (2012) de Dave Eggers. Este filme es protagonizado por el legendario actor Tom Hanks, quien interpreta a Alan Clay, un empresario estadounidense que padece un divorcio y un declive en su carrera de hombre de negocios, como lo señala el relato, por el acaparamiento de la industria china del mercado global.

Clay, en un último intento por consolidar un negocio exitoso, viaja a Arabia Saudita e intenta conseguir una audiencia con el Rey para mostrarle una nueva tecnología de comunicaciones virtuales a través de hologramas, pero ni su contacto directo, ni mucho menos el rey, aparecen. La situación se complica aún más: su reducido equipo de colaboradores no cuenta con las condiciones básicas para trabajar en un ambiente desértico; Kit (Tracey Fairaway), su hija adolescente, colocándose de su lado, le pide a través de vídeo llamadas que demuestre que él no es el fracasado del que su madre predica todo el tiempo; y su jefe, le llama día y noche preguntando por los resultados de su costosa misión comercial a Arabia.

Este personaje por momentos hace recordar al Bob Harris (Bill Murray) de “Perdidos en Tokio”, aunque acá el hombre maduro ya se ha divorciado, lucha contra su soledad y su fracaso profesional en un entorno de absurdos contrastes socioeconómicos: desde los funcionarios del rey que viven en un mundo de excesos hasta los obreros inmigrantes que les construyen sus lujosos condominios bajo el sofocante clima del desierto. Es un mundo que tampoco reconoce los referentes del protagonista, Clay trata de hacer un chiste sobre el personaje de Lawrence de Arabia, pero sus jóvenes asistentes no lo comprenden, sencillamente, porque no logran identificar la referencia.

La película coquetea con diferentes géneros: tiene rasgos de comedia, todos los gags con los personajes árabes (Yousef, su chofer y amigo, y los familiares de este); también de drama, con los conflictos existenciales que expone el relato sobre el personaje central; algo de comedia romántica, en la forma como se resuelve la historia; sin embargo, no concreta ninguno, incluso se excede en la representación de problemáticas sociales que resultan gratuitas dentro del relato, por ejemplo la furrusca entre unos estereotipados obreros inmigrantes con la que se encuentra Clay por casualidad.

Un punto a favor es que este eclecticismo de géneros le da cierta frescura a la película, que junto a la sutil interpretación cómica de Hanks, logran elevar el relato y brindarle al espectador un momento ameno, además, con ciertas luces de esperanza a pesar de la patética situación que atraviesa el protagonista. Pese a lo anterior, es una cinta que bien puede disfrutarse en el cine o en la comodidad de casa, sino logra verse en cine “¡Que no panda el cúnico!” no hay de que preocuparse, seguro la pasarán en pocos meses en los habituales canales de televisión dedicados al cine norteamericano, se acomoda con facilidad a este molde.

*Docente del Programa de Artes Audiovisuales
de la UNAB.

Por René Alexander Palomino*
rpalomino@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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