Por María Alejandra Martínez Trujillo
mmartinez217@unab.edu.co

Seis de la mañana, el sol calienta los cartones que hacen de cobija de un ser humano sin oportunidades. En tiempos de pandemia, hay mayor indiferencia hacia los habitantes de calle y menor esperanza en esta población vulnerable con grandes necesidades.

Tras 170 días de cuarentena en Colombia, los efectos colaterales generados por la covid-19 han afectado directamente el transporte, el agro, la canasta familiar, los servicios públicos y la economía en general. Los perjudicados no solo han sido todos los estratos sociales, sino también toda la gente que deambula por la ciudad sin un lugar fijo para vivir. Tan solo en Bucaramanga, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y datos de la Secretaría de Desarrollo Social, actualmente hay 1.448 personas en la indigencia, sin implementos de aseo, ni las posibilidades de poner en práctica las medidas preventivas recomendadas por el Ministerio de Salud y la Protección Social.

Este es el caso de Jhon Maldonado, indigente desde hace 14 años, quien afirma con nostalgia que la covid-19 trajo consigo mayor rechazo por parte de los ciudadanos, pocas ayudas y más necesidades. “Si antes no era fácil vivir en las calles, ahora menos que sabemos que existe un virus, y no contamos con lo básico para nuestro aseo personal”.

El virus llega a todas partes

La crisis sanitaria que acoge al mundo no discrimina géneros, edades ni clases sociales. Todos están expuestos al coronavirus y la única manera de prevenirlo es siguiendo las medidas sugeridas por la Organización Mundial de la Salud. Lavar constantemente las manos, desinfectarlas con alcohol y utilizar tapabocas ayudan a que las personas eviten el contagio. Sin embargo, los habitantes de calle no cuentan con los implementos de aseo, ni conocimiento del protocolo de bioseguridad para sobrellevar esta emergencia.

Las personas en situación de calle tienen la misma posibilidad de transmitir la covid-19 que el resto de la ciudadanía. Como medida preventiva, la Secretaria de Salud de Bucaramanga efectúa jornadas de pruebas virales. / FOTO SUMINISTRADA PETER REY

Natalia Durán, secretaria de Desarrollo Social de Bucaramanga, asegura que debido a que estas personas tienen relación directa con el espacio público, son las más propensas a contraer el virus. “Como esta población hace de los andenes su hogar y carece de lo necesario para vivir, no cuentan con mascarillas, ni antibacteriales que los protejan de la pandemia”.

La “Política pública social para habitantes de calle” (Ley 1641 de 2013), protege los derechos de los indigentes y vela por su atención integral, rehabilitación e inclusión social. Así mismo los lineamientos establecidos por el Ministerio de Salud y Protección Social en el marco de la crisis sanitaria, prevén medidas con el fin de disminuir el riesgo de transmisión de la covid-19. Con el fin de apoyar a la población indigente y asegurar su inclusión como agentes activos de la sociedad, las entidades territoriales de Bucaramanga realizaron 18 jornadas de limpieza en las que brindaron un espacio de peluquería y entrega de elementos de protección a los más necesitados.

Juan Rosales, de 64 años, afirma que ha sido testigo de la ayuda por parte de corporaciones e instituciones, pero no de los ciudadanos. “Cuando la gente pasa y nos mira, solo demuestra rechazo e indiferencia por nuestra apariencia”.

En Colombia, experimentos sociales han demostrado que los juicios de valor por el aspecto del otro han sido frecuentes en nuestra cultura. El aseo, la postura y la actitud social son determinantes en la mirada que cada persona tenga del otro. Solo un cambio en el paradigma de educación en cuanto a la aceptación del prójimo, sumado a la acción de las fundaciones de ayuda, logrará modificar la forma estigmatizada de ver la apariencia de los ciudadanos de calle y permitirá que poco a poco puedan ser aceptados y reinsertados a la sociedad.

Esfuerzos de prevención

Con 28 casos positivos da covid-19, la Fundación Shalom decidió crear un pabellón para personas aisladas y contagiadas, donde solo se permite la entrada de médicos y especialistas capacitados para atender la emergencia sanitaria. / FOTO SUMINISTRADA PAOLA GALINDO RUIZ

Para contener y mitigar el virus, la Alcaldía de Bucaramanga ordenó lavar las calles y estableció convenios con seis organizaciones enfocadas en ayudar a los indigentes. Una de ellas es la Fundación de las Tinieblas a la Luz, Funtaluz, dirigida por Peter Rey. Él asegura que en estos momentos de pandemia promueve el autocuidado, el distanciamiento y la importancia de la hidratación. “En la ciudad hay zonas como Quebradaseca, la carrera novena y el centro en donde se
concentra esta población. Vamos a esos focos y les brindamos tapabocas, alimentos, agua y charlas de prevención”.

En la ciudad hay instituciones que ofrecen servicios intramurales que brindan atención hospitalaria ambulatoria y tratamientos psicológicos y de desintoxicación en sus sedes. Por otro lado, hay otras que ofrecen beneficios extramurales que consisten en proveer los servicios a los ciudadanos necesitados. La Fundación Shalom es una de las que permite que los habitantes de calle residan en sus instalaciones y se internen para llevar a cabo el proceso de rehabilitación.

Paola Galindo Ruiz, secretaria general de la institución, manifiesta que atienden diariamente a 190 internos y que para cuidarlos del contagio cumplen un estricto protocolo. “Por la covid-19 en este momento no tenemos habilitada ninguna visita ni estamos aceptando pacientes nuevos, solo recibimos a médicos, funcionarios o especialistas que vienen a atender la emergencia”.

Si bien las fundaciones han cumplido las medidas ordenadas por la Secretaría de Salud, no han podido evadir el virus. Aunque Shalom creó un pabellón para pacientes covid, la expansión del virus en los adultos mayores creció con rapidez. “Hasta el momento tenemos 24 internos con síntomas, 28 positivos con resultados a la mano y cuatro fallecidos”, dice Paola Galindo.

Hay esperanza

La falta de implementos y conocimiento de las medidas preventivas ordenadas por el Gobierno nacional han hecho que los indigentes no cumplan con el protocolo de bioseguridad. Giovanny Ordóñez, de 55 años, expresa que el apoyo de las fundaciones ha sido fundamental para informarse acerca de la crisis sanitaria. “Lo poco que sé sobre el distanciamiento y la importancia del lavado de manos es por las charlas que nos dan los funcionarios que hacen jornadas de aseo”.

Para evitar el contagio masivo de personas, las fundaciones que ayudan a los habitantes de calle incrementaron sus protocolos de limpieza y aseo, al igual que el constante lavado de manos,
desinfección y distanciamientos de internos. / FOTO SUMINISTRADA PAOLA GALINDO RUIZ

Para asesorar y ayudar a esta población en tiempos de emergencia, Peter Rey aseguró que abrió las puertas de Funtaluz para que la gente sin hogar vaya y reciba algunos beneficios. Así mismo comentó que desde esa sede se organizan jornadas de limpieza en las que facilitan el lavado de manos y dan acceso a baños públicos para que se duchen, se cambien de ropa y lo más importante, usen tapabocas y antibacterial.

A pesar del impacto que el virus ha tenido en las personas sin hogar, Giovanny, uno de los favorecidos con las ayudas, considera que es afortunado por contar con la protección de las fundaciones y dice que estas son las que le permiten soñar, no solo con su rehabilitación, sino también con una nueva oportunidad de hacer parte activa de la sociedad, sin ser juzgado por su apariencia.

Universidad Autónoma de Bucaramanga