Óscar Yamit Agreda es el único estudiante indígena de Medicina de la Universidad Industrial de Santander (UIS) y uno de los pocos que asiste a la Facultad de Salud de esta institución, ubicada en la carrera 32 con 29, a dos kilómetros de distancia de la sede principal. Con 18 años, este joven de la comunidad Inga, proveniente de El Tablón (Nariño), cursa segundo semestre.
Al escuchar el relato y la experiencia de otro integrante de su comunidad, Freddy Janamejoy, graduado de Trabajo Social en la UIS en 2017, encontró en Bucaramanga un punto de referencia para cursar una carrera, ya que, además, la legislación colombiana también los respalda: Ley 1084 de agosto 4 de 2006, la cual establece que las universidades públicas o privadas deben disponer un 1% de sus cupos académicos para bachilleres que en sus departamentos no hayan instituciones de Educación Superior y otro 1% a aspirantes que provengan de municipios de difícil acceso o con problemas de orden público.
Los Inga son una comunidad milenaria, que también se ubica en los departamentos de Putumayo y el Cauca. Según el censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadistica (Dane), de 2005, se reportaron 15.450 personas que se autoreconocen como miembros de este pueblo. A la fecha, se estima que lleguen a ser unos 20 mil, las cuales son el 1,1 % de toda la población indígena del país.
Óscar pertenece al resguardo indígena Aponte, donde viven aproximadamente 5.000 indígenas. Allí estudió hasta graduarse de bachiller en la escuela del resguardo y mientras cursaba el último grado tuvo la visita de Freddy Pujimuy, quien le contó sobre la posibilidad de ingresar a la UIS. Vivía con su mamá, su padrastro y sus tres hermanos, en su tiempo libre ayudaba en las cosechas de café. Presentó por segunda vez la Prueba Saber 11 en el 2017, para poder ingresar a la carrera de Medicina, una de las que exige mayor puntaje y logró ser aceptado.
Con nervios esperó a que empezara el primer semestre del 2018. Salió del resguardo a las 4 de la mañana y a las 8 desde Pasto, junto a su mamá, tomó rumbo a Bucaramanga. Veinte horas después ya estaba en la capital santandereana.
Si bien las medidas adoptadas por el Gobierno y las universidades buscan garantizar el acceso a la educación de todas las poblaciones, no se puede desconocer que la inclusión y el choque cultural de jóvenes como Óscar, en ocasiones, se convierte en una lucha que los lleva a claudicar en sus estudios por la falta de recursos económicos, de sus familias y entornos. Sin embargo, como él afirma, los jóvenes indígenas se disponen a luchar contra el abandono estatal que constantemente se ha denunciado y aprovechan las oportunidades de obtener los “saberes occidentales”, como estas comunidades lo llaman
A los pocos días de estar en Bucaramanga, este joven asistió a la jornada de inducción universitaria. Allí conoció a otros jóvenes e hizo amigos de la carrera, quienes le ayudaron a nivelarse debido a que los conocimientos con los que entró en la carrera no eran los del promedio. Cuenta que su facultad es apartada y por el hecho de estar en su atuendo tradicional resalta más entre la marea de uniformados.

Los hermanos Misak
Aparte de la comunidad Inga que actualmente es la más numerosa en la UIS (unos 12 estudiantes), también se encuentran integrantes de la comunidad Misak (3 estudiantes), entre ellos dos hermanos Diana y Mario Calambás, del resguardo de Piscitau, en el municipio de Piendamó en el Cauca.
Ambos fueron los que mejores resultados tuvieron en la Prueba Saber 11, de los dos puntajes más altos de toda la Red de Instituciones Indígenas Misak en el departamento, y de inmediato con ayuda de un profesor, decidieron buscar donde podían realizar sus estudios de pregrado.
Los Misak se ubican en Cauca, donde está un 95% de su población, seguidos por el Valle del Cauca y el Huila. Según el Censo en el 2005 del Dane, su población era de 21.085 personas, por lo que se espera que las cifras actuales sean más altas.
Diana, de 18 años, relata que aspiraba estudiar medicina en un principio, pero el puntaje que tenía no le alcanzó y optó por la carrera de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana. Los hermanos consideraron entrar a estudiar a la Universidad del Cauca en un principio, no obstante, por el examen de ingreso y su dificultad, optaron por la UIS.
En su escuela, de las 11 personas que se graduaron, solo tres tuvieron oportunidad de entrar a la universidad, razón por la que son un orgullo para sus familias. A la hora de estudiar y en su primer semestre, se encontró con el atraso en materia de educación que reciben en las escuelas indígenas. Un factor común ha sido la necesidad de un esfuerzo mayor por llegar a cursar un pregrado sin los conocimientos necesarios.
Mario Calambás, con 16 años y hermano de Diana, entró primero que su hermana a la universidad, al inicio del año 2018. Se encuentra estudiando Ingeniería Electrónica y cuenta que la razón por su corta edad y estar en la universidad se debió a los adelantos de grado por su facilidad en la escritura y las matemáticas en la escuela que estudiaba, la Escuela Misak Mixta Discitau.
Para Mario estudiar en un lugar tan lejano ha sido una experiencia divertida debido a la curiosidad de los demás estudiantes. De manera amable, como cuenta él, se le acercan a preguntarle sobre sus costumbres y su atuendo típico con el que frecuenta. Nunca ha sentido discriminación, salvo una vez, como explica con calma aludiendo probablemente a la ignorancia de la gente: un día afuera de su casa, una persona empezó a agredirlo verbalmente por su atuendo, debido a la falda azul, la cual desde su cosmovisión como comunidad representa el agua.
Medidas especiales
Este año, el Ministerio del Interior lanzó una lista con 50 universidades del país que “otorgan descuento a las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras”. Entre estas se pueden encontrar a la Universidad Popular del Cesar, que por cada 100 estudiantes otorga 1 a la población afro.
En la Universidad Tecnológica de Pereira reservan cinco cupos por cada programa, para asignarlos entre pueblos negros, reinsertados del proceso de paz, desplazados por la violencia, indígenas y deportistas de alto rendimiento. Así, cada claustro tiene autonomía en ofrecer y aplicar sus políticas de inclusión a población vulnerable, con unos mínimos, muy mínimos, establecidos por la ley.
En el Acuerdo 282 del 7 noviembre de 2011, del Consejo Académico de la UIS, se establecieron los requisitos para las admisiones especiales. En este se acuerda la disposición de entregar dos cupos por carrera a integrantes de comunidades y resguardos indígenas bajo tres condiciones especiales: primero, inscribirse usando el formato de establecido y en las fechas de las convocatorias programadas; segundo, presentar una constancia de la autoridad indígena del resguardo o comunidad a la que pertenecen, y, por último, haber presentado la Prueba Saber 11 con una vigencia de cinco años.
Por Jose Gabriel Moreno
jmoreno319@unab.edu.co