
Por Paula Oliveros Hincapié / poliveros@unab.edu.co
Según el registro diario que se hace en ambos centros penitenciarios, la Cárcel Modelo de Bucaramanga cuenta en la actualidad con 2753 internos y solo tiene capacidad para alojar a 1800, es decir, cuenta con casi mil internos que complejizan su operación.
Un caso similar se vive el Instituto Penal de Mujeres, que tiene capacidad para 246 internas, a la fecha registra 435 mujeres privadas de la libertad, y que casi dobla su población.
Si bien ambos lugares viven en hacinamiento, se debe tener en cuenta que la infraestructura para las mujeres es más pequeña y que en ese caso, la situación se torna más compleja. Mientras la Cárcel Modelo divide su espacio para cinco comunidades, entre las que se encuentran mayor residencia, delitos altos, adulto mayor, funcionarios públicos, y Nuevos Horizontes para los adictos a las drogas, el Instituto Penal de Mujeres comprende tres áreas para delitos reincidentes, delitos fuertes y una que llaman Especial.
El personero de Bucaramanga, Rafael Picón Sarmiento, reconoce que ambas tienen necesidades y presentan aglomeración, pero la diferencia es que “el sitio de reclusión para la población femenina no tiene pabellones, ni patios sino unos módulos que se convierten en celdas grupales. Entonces, en una celda de siete personas de capacidad se quedan a dormir unas 18 o 20 personas”.
También mencionó que las visitas son recibidas en las mismas celdas, que los baños exceden su capacidad en las madrugadas, y que no hay ventilación suficiente ni “condiciones mínimas para soportar el paso del tiempo por parte de las privadas de la libertad”.
Adicional a esto, la cárcel de mujeres carece de programas de productividad, proyectos que sí tiene la cárcel de hombres, tales como la panadería y la granja agrícola que dotan de alimentos a los reclusos y sus visitantes. En este lugar el ingreso de alimentos es prohibido, obligándolas a comprar en una tienda que tiene pocos productos con costos que sobrepasan lo considerable, según una anterior denuncia de la personería. Asimismo faltan espacios como una biblioteca o un taller de carpintería que ayudan a hacer el paso del tiempo más ameno mientras se capacitan a los reclusos para competir en el mundo laboral, después de pagar su pena.
Picón califica esta situación como un retroceso en el Instituto Penal de Mujeres y que esto llevó a una huelga de hambre el 27 de junio del presente año. Para ello fue necesario la intervención de la Personería de Bucaramanga, donde se evidenció esta serie de necesidades.
“Se llegó a un convenio en el que la cárcel de hombres le va a dar a la de mujeres los alimentos para las visitas porque ellas no tienen como producirlos. Pero está en mora y desde hace muchos, que este lugar tenga sus propios proyectos productivos”, acotó el funcionario.

A raíz de este convenio, también se logró que los visitantes puedan ingresa comida en un porta pequeño. Sin embargo, para Picón, “transportar alimentos, de una cárcel a otra, tiene unas complicaciones, como la manipulación que resulta no ser la idónea, a diferencia de los que se preparan en el mismo lugar”, dice el personero.
Otros inconvenientes fuera de la cárcel
Una de las cuestiones externas a la cárcel, que se genera por la falta de cupos en las mismas, se vive en las estaciones de la policía de Bucaramanga. La sobrepoblación también se presenta en estas celdas que no están hechas para albergar personas por más de 36 horas. A principios del presente año 200 reclusos permanecieron retenidos en condiciones “críticas”, según una denuncia de la personería.
En pequeños cuartos se mantuvieron personas que ya habían sido judicializadas, con medida de aseguramiento, pero que por el sobrecupo en La Modelo no pudieron ser trasladados con inmediatez, mientras más personas llegaban. Los retenidos tuvieron que improvisar con hamacas o armando camas con colchonetas y cartón.
Hoy día la situación no mejora según el Personero de Bucaramanga: “es una realidad, nosotros estamos muy pendientes de que por lo menos se les dé un trato digno, que se les de calidad humana, por así decirlo. Pero es difícil porque las mismas instalaciones de la inspección de policía no dan para que tengan un trato digno”, aseguró Picón Sarmiento.
Sobre el tema de salubridad, agregó que, aunque no se han reportado problemas mayores como epidemias, ni en las cárceles ni en las estaciones, lo que se puede observar del asunto. “Es que esto es una bomba de tiempo que está para estallar”.