Más que un deporte, el baloncesto en silla de ruedas ha sido el impulso para la rehabilitación de aquellos que durante 40 años han pasado por la selección Santander y han representado el departamento en distintas competiciones a nivel nacional.

Desde hace 17 años, la cancha del Parque de Los Niños ha sido el lugar reconocido para la práctica deportiva del equipo, que actualmente cuenta con 23 jugadores que entrenan lunes, miércoles y sábado, de 3:30 a 6 de la tarde. Sin embargo, desde su fundación en 1977 el primero en brindarles el espacio durante 23 años fue el Instituto Tecnológico Salesiano Eloy Valenzuela, como lo menciona Emeison Calle Tarazona, entrenador provisional (sucesor de Jorge Camacho Sánchez) y vocero principal del equipo.

Hace varios años los deportistas reclaman al Instituto Departamental de Recreación y Deportes de Santander (Indesantander) el apoyo económico que les brinde las garantías necesarias para poder no solo participar en las distintas competiciones a nivel nacional, sino realizar sus entrenamientos dignamente.

A pesar de los positivos antecedentes que los preceden, sumando los éxitos alcanzados en los años noventa y las medallas de plata ganadas en los Juegos paranacionales del 2004 y 2008, hoy día siguen relegados. Desde el 2012 no les prestan el coliseo ‘Vicente Díaz Romero’ para entrenar o competir, les toca costearse el mantenimiento de sus sillas de ruedas y la compra de bolsas de agua para hidratarse luego de las prácticas.

Calle Tarazona afirma que muchos de los jugadores destacados están viendo como solución abandonar el conjunto en busca de oportunidades. “Fuimos en algún momento la base de la selección Colombia, lo que pasa es que por falta de recursos se han ido la mayoría de los jugadores a competir por otras ligas”, añade el instructor.

Freddy González, presidente de la Liga Santandereana de Deportes y Personas con Discapacidad Física (Lidesir), y además jugador del mencionado equipo, afirma que “juntos buscamos que alguna empresa nos apoye para poder cumplir con el cronograma de entrenamientos, darle hidratación a los jugadores y reparar algunas sillas. Necesitamos, por jugador, no menos de 300 mil pesos mensuales, para garantizarnos el transporte interno y un uniforme, porque no tenemos uniforme ni de entrenamiento ni para competencia”.

Actualmente los deportistas inician su preparación para el clasificatorio para los Juego Paranacionales Bolívar 2019. /FOTO SEBASTIÁN LESMES PATIÑO
Actualmente los deportistas inician su preparación para el clasificatorio para los Juego Paranacionales Bolívar 2019. /FOTO SEBASTIÁN LESMES PATIÑO

Competir como profesionales, un problema

Teniendo en cuenta su recorrido como entrenador y jugador, Emeison Calle Tarazona se ha ganado el respeto de sus colegas gracias a una trayectoria que lo ha llevado a participar en torneos en países de Sudamérica e incluso, a jugar en equipos de España y Estados Unidos.

Este bumangués de 45 años, amante del baloncesto desde niño, sufre poliomielitis desde los tres años, lo que se ligó a la pobreza de su familia y el abandono de su padre, y que lo llevó a transitar por una vida cargada de sacrificios, pero también con satisfacciones y triunfos.

Afirma que el sostenimiento económico es algo difícil de sobrellevar y más si se tiene en cuenta que su única hija, de 16 años, se encuentra próxima a culminar los estudios de bachillerato. A esto se suma la negativa de algunas personas cercanas que no aceptan que siga en la práctica deportiva en condiciones precarias. “No puedo invertirle a dos familias, la del básquet y la de mi casa, ya que el presupuesto de nosotros es bastante bajo”, añade el entrenador.

Incluso, también se ha dedicado al empleo informal para cubrir sus gastos. “A nosotros no nos obligaron a estudiar, además nos enseñaron que el deporte no siempre nos daría de comer, por lo que muchos nos conformamos con la venta ambulante”, comenta Calle Tarazona.

Entre los sueños de este emprendedor santandereano está brindarle el estudio universitario a su hija, así como conseguir una beca para estudiar administración deportiva y educación física, y lograr consolidarse como técnico profesional, papel en el que como encargado logró la medalla de plata para Santander en el Campeonato Nacional de Baloncesto en Silla de Ruedas del 2000.

Un cazatalentos que no se rinde

Otra de las piezas clave dentro del equipo es Mauricio Moreno Beltrán, vallecaucano de 37 años que llegó a Santander en 1996, luego de sufrir un accidente de tránsito mientras corría válidas clandestinas en automóvil. Desde hace 19 años se dedica al baloncesto en silla de ruedas y reside en Barrancabermeja.

En esta disciplina Moreno Beltrán es reconocido como un cazatalentos y dicha labor la cumple en el Instituto para el Desarrollo Estudiantil de Santander (Indesa) en Barrancabermeja. “Tengo la oportunidad de construir deporte y sociedad, de brindar una oportunidad a muchos jóvenes que son relegados por muchas instituciones a nivel departamental”, comenta.

Su liderazgo, temperamento y actitud lo han hecho ganarse un puesto distinguido dentro de la selección Santander, sin embargo este padre de dos hijos, no oculta sus sentimientos al decir que “esta actividad me ha brindado grandes amigos, satisfacciones y alegrías, pero también lágrimas, impotencia y frustración, pues además de encontrarme en estas condiciones el factor económico influye demasiado”.

Pese a las dificultades asegura que no dará un paso atrás. “Este deporte mueve masas, corazones, amigos y familias, es muy lindo y no pienso despegarme de él. Me ha brindado una segunda oportunidad y estoy profundamente agradecido y orgulloso de practicarlo”, agrega.

Discapacidad, motivo para seguir adelante

Norberto Jesús Jaimes, es un piedecuestano de 30 años que se ha valido de más de una ocupación para triunfar en el baloncesto y superar sus frustraciones. Es programador de sistemas, trabajador social del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) y es dueño de una licorera. “Siempre he pensado que personas como nosotros debemos aprender a luchar contra la corriente solos e independientes, es por eso que mantengo tantas labores, no me quiero quedar solo con el basquet”, afirma Jaimes.

Sostiene que el baloncesto no fue el primer deporte en llegar a su vida, que la natación le brindó su primera oportunidad de representar al país en tres torneos a nivel internacional en los que logró ser medallista juvenil tanto sudamericano como panamericano. No obstante, la falta de apoyo hizo que abandonara su puesto y probara suerte en el baloncesto donde hace 16 años hace parte de la selección Santander.

Con respecto a su condición y a la actual situación del equipo, es crítico y asegura que “las personas en nuestro estado debemos acostumbrarnos a vivir en un país donde habitualmente somos marginados, casi nunca recibimos apoyo, por eso lo positivo de todo es que esta condición es una lección de vida, nos permite ser más autónomos y responsables de nosotros mismos, pues aquí tenemos que laborar fuertemente sin esperar recibir nada a cambio”.

Por Sebastian Lesmes Patiño

Slesmes299@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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