Por: Luis Fernando Pérez García / lperez27@unab.edu.co

Cóctel molotov 

Durante el 2 de mayo de 2021, se desarrolló la quinta jornada de manifestaciones en Bucaramanga. Cantos, bombos, platillos y euforias se unieron para reclamar derechos ante el gobierno de Iván Duque y denunciar otros múltiples problemas sociales. El olvido estatal hizo que diferentes sectores se unieran y reclamaran al unísono. 

Las principales vías de la ciudad eran ríos humanos. La Policía Nacional cumplió a cabalidad con su rol represivo y desafiante. Santiago Rincón Amaya, miembro de la Brigada Médica Estudiantil, lo recuerda: “desde la mañana estábamos movilizándonos pacíficamente. Las voces de protesta y de inconformismo se unieron pidiendo tolerancia, respeto y dignidad”. El Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, llegó a chocar y disparar. Los gases lacrimógenos explotaron por la ciudad y Rincón Amaya menciona que corría con bolsas de leche para ayudar a sus compañeros.  

Tito, líder estudiantil, recuerda que a cada momento se escuchaba: “¡Cuidado que ahí están encerrando otra vez esos hijueputas!”. También, reflexiona sobre el choque entre colombianos de bando y bando: “las cosas no deberían ser así. Pero hay un montón de malparidos desadaptados, tanto allá en la Policía, como aquí en la resistencia”. Según los informes presentados por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, desde el 28 de abril hasta el 28 de junio de 2021 se presentaron 1.832 detenciones arbitrarias, 1.468 casos de violencia física, 28 víctimas de violencia sexual y 75 asesinatos, de los cuales, 44 han sido con presunta injerencia de la fuerza pública.

Del lado del uniforme, hay que precisar que eso no los convierte en dianas de tiro. “Hermano, a veces la gente nos ve con recelo, pero existimos unos que aún hacemos este trabajo con nobleza y respeto. Es verdad, el orgullo y el ego a veces sobrepasan a algunos compañeros. Y durante el calor del momento tanto ustedes como nosotros cometemos errores”, explica el patrullero, Jhon Jairo Muñoz. Según el Ministerio de Defensa, desde el 28 de abril al 27 de junio de 2021 se registraron 2 uniformados fallecidos, 1.477 lesionados y 13 policías secuestrados. 

Don Quijote y los capuchos

Privados de la libertad duermen en hamacas improvisadas con cobijas. Foto: Cortesía Defensoría del Pueblo.

El Don Quijote de esta realidad no tenía un escudero tan soberbio y leal como Sancho Panza. El Quijote de esta historia es Brayan Estiven Toloza, estudiante de arquitectura de la Universidad Santo Tomás. Hijo de María y Armando, vecino colaborador y camellador del barrio San Rafael. Su lucha comenzó el 2 de mayo de 2021 en la carrera 27 con Avenida González Valencia. 

Brayan nació el 19 de agosto de 1995. Luego de terminar el bachillerato, aprendió carpintería: “mi papá se dedica a todo lo que tiene que ver con la madera, cortar, tallar. Lo hace desde que yo era muy pequeño, me acuerdo, duré ahí aprendiendo como dos años”. Esto lo escribe Brayan desde la Estación Norte de Bucaramanga. 

Antes del Paro Nacional, Toloza era un estudiante universitario aplicado. En la U, sus compañeros lo apodaron “Ovejo”, por su abundante cabello crespo y ondulado. Fue promotor de causas sociales, ambientales, pedagógicas y sin ánimo de lucro, en las que destaca la campaña Voreal. Con tono desesperanzado, a través de un celular modificado solo para WhatsApp y comprado tras las rejas, narra: “lo que hacíamos en este proceso consistía en una recolección de dinero con el propósito de plantar árboles en el área metropolitana y sus alrededores. Así ayudábamos todos a cuidar el pulmón público”. 

Su esfuerzo, pronto fue recompensado y lo nombraron Coordinador Regional de Santander de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Para 2020, suspendió sus estudios por la llegada del Covid-19: “yo pausé la carrera en octavo semestre, todo se puso muy complicado y pues preferí parar. Empecé a trabajar como arquitecto independiente donde diseñaba espacios a conocidos y pues ahí la gente me recomendaba. En 2021, B-House by Elvira, una empresa dedicada al diseño de interiores, me contrató y ahí estaba vinculado hasta el momento de mi captura”. 

El Rocinante de Brayan es una moto. Ahí llevaba montada a su Dulcinea el día que todo cambió: “yo estaba con mi novia en la moto, íbamos para El Cacique cuando nos topamos la marcha, ahí en el Club Unión en Cabecera. Empezó el mierdero, policías con pistolas de paintball disparando y tirando aturdidoras”, relata Toloza. 

Luego del caos y los gritos, Brayan y su novia desvían su camino: “Andrea me dice que nos devolvamos. Pasamos la Avenida González Valencia y llegamos hasta el Davivienda de la carrera 27. Ahí fue cuando todo se fue a la mierda. Llegaron los mismos manifestantes que se ven en el vídeo. Se me acercaron, me amenazaron. Sacaron un cuchillo y me dijeron que les diera gasolina para hacer una barrera y que no pasaran vehículos. No pude hacer más”. 

La escena quedó grabada en video y Brayan fue procesado por terrorismo, pues con la gasolina que extrajeron de su moto, algunos encapuchados hicieron una barrera de fuego que, minutos después, se hizo incontrolable y abrasó parte de la sede del banco Davivienda. Las pérdidas se calcularon aproximadamente en $1.200 millones. Brayan, con distancia y dolor, lo analiza: “¡por imbécil y no saber reaccionar! En el vídeo aparezco, pero lo que estoy haciendo ahí no es regalar gasolina como dicen. Lo que intentaba hacer en ese momento, era volver a conectar la llave de la gasolina. Porque como le digo, yo no les regale nada. Ellos me intimidaron y ellos mismos desconectaron la manguera de la gasolina. Por eso en el vídeo yo aparezco agachado tratando de colocar la manguera bien para seguir mi camino”. 


Luego de una atípica investigación, Toloza fue capturado el 18 de junio en la casa de sus padres: “vi a cinco policías en la puerta y las patrullas de fondo. Alguien que me llamó, supe que algo malo pasaba. Luego, un policía me leyó mis derechos y empezó esta paridera”. Fue imputado por terrorismo, incendio y daño en bien ajeno.

426 días 

Tras la captura, empezó un proceso lento y difícil, según Toloza, descuidado por parte del primer abogado: “la verdad, el primer abogado que tuve, lo único que hizo fue cobrar honorarios. Me ilusionó y dejó que el tiempo pasara”. La nostalgia es evidente, pero la ira es más fuerte en su voz y, pantalla del celular de por medio, se nota en su rostro con el ceño fruncido. Se queda callado, toma un respiro y vuelve con una sonrisa en la cara: “yo tuve mucha suerte, el primer día me hice amigo del “Pluma”, que es como el duro que controla todo aquí, en celdas y el patio, él me presentó y me ayudó a ubicarme”. 

Las condiciones dentro de las cárceles colombianas no tienen los mínimos vitales garantizados. Foto: Cortesía Defensoría del Pueblo.

A partir de ahí, la rutina del antes estudiante se transformó totalmente. Su lucha era por las notas de los parciales, ahora era por evitar el peligro y sobrevivir sin libertad. Así lo narró: “acá la comida es lo más descuidado del mundo. La única forma de que sirvan algo decente es cuando llega la Defensoría del Pueblo”. Este es el último mensaje de la noche que envía. Dice que ya apagará su celular para cuidar la batería y se despide por audio: “nos hablamos mañana a la misma hora”. 

Con la precisión de un taquígrafo de tribunal, Brayan Toloza mes tras mes describe, cuando puede, sus días de tedio, sus noches calmadas y alargadas o sus días agitados en los que por instinto de supervivencia deja de ser un reo más y se transforma en un potente boxeador: “acá  adentro también hay mucha envidia. Y cuando no se solucionan los problemas hablando, la única salida son los puños o las puñaladas. Pero es que con la primera uno tiene más opciones, yo para el cuchillo más bien no”.

Los primeros meses detenido, Brayan Toloza aprendió todo lo que se debe saber en una prisión. Conoció los roles que los otros detenidos tienen dentro de la estación y eso es fundamental para no sufrir de más tras las rejas. Además, como es habitual en el sistema penitenciario colombiano, el sitio de retención tiene un hacinamiento de un indescriptible 737%. Entre tanto, Brayan espera noticias de su nuevo apoderado, el abogado Miguel Mancipe. El jurista se describe a sí mismo, no como un defensor de la primera línea, pero sí como un escudero y veedor de la protesta social. Es, para la historia, el Sancho que le faltaba a nuestro Quijote.

Mancipe es especialista en derecho procesal penal de la Universidad Externado de Colombia y cofundador de la firma jurídica Abogados Barrios Sánchez. Él, desde su oficina, comenta: “llevo el caso de Brayan acá en Bucaramanga, pero no es el único, también llevo otros casos de capturados por protesta social, como por ejemplo antes de las elecciones donde se llevaron de formas muy irregular a 11 jóvenes. Tengo aproximadamente 17 casos activos, contando el de Brayan”. 

Aprovechando la experiencia y la disponibilidad del abogado, le hacemos un breve cuestionario:

– ¿Por qué se dan estás capturas? 

Lo curioso de estos casos es que todos tienen algo en común y es que siempre se tiene el mismo móvil. Eso es lo que particularmente tiene el caso de Brayan con estos. Que se inflan las imputaciones, se pasan elementos de prueba falsos y se vincula a personas que no debían estar en el proceso.

– ¿Por qué una imputación por terrorismo?


La imputación que le realizan a Brayan por terrorismo es porque si imputaban las otras conductas como el daño en bien ajeno o incendio, a él no le iban a poner una medida de aseguramiento. Esto es lo que se le llama en Colombia: “inflar las imputaciones”.

– ¿Una imputación inflada?


En muchos eventos, como en este caso particularmente, la Fiscalía imputa delitos más gravosos, como por ejemplo el concierto para delinquir o terrorismo. Con la intención de pedir una solicitud de medida de aseguramiento ante el juez y que las personas queden privadas de la libertad durante el proceso.

En la Estación Norte de Bucaramanga, Brayan Toloza pasó la mayor parte de su calvario. Foto: Cortesía Defensoría del Pueblo.

– ¿Contra quién se pelea jurídicamente?


Jurídicamente quien lleva adelante la acusación en el caso es la Fiscalía, quien mueve la acusación, pero en este evento también tenemos una víctima que sería el banco Davivienda o el conglomerado de socios que esté vinculado al banco.

– ¿Qué se ha decidido en las audiencias?

No he tenido audiencia con la representación de víctimas por parte del banco. Las audiencias a las que he asistido con Brayan han sido las de vencimientos de términos y a esa la representación de víctimas no asistió. Pero es claro que aquí se mueven intereses económicos, porque lo que sucedió dejó como resultado unos daños bastante elevados en infraestructura, así que se hará una presión fuerte por parte de Davivienda y su conglomerado, para que el caso continúe. Pero en lo que a mí como abogado respecta, Brayan no tiene participación ahí. 

¿Desde la parte jurídica cómo se vive el proceso? 

Se vivió y se vive. El punto de partida es lento porque cuando asumo el caso de Brayan con posterioridad, a él ya le habían puesto la medida de aseguramiento. Pero soy el abogado que le solicitó al juez el vencimiento de términos y el que lo tiene ahora en libertad. El proceso desde un inicio ha tenido muchas dilaciones; es decir, muchos retrasos, y desde que salió Brayan, el 14 de septiembre de 2022, no hemos tenido noticias, así que el proceso luego de un tiempo puede prescribir. Pero aún continúa una pelea jurídica bastante fuerte, primero en lo que tiene que ver con la acusación de terrorismo y segundo con la supuesta participación de Brayan. Pero a título de lo que considera este abogado, él no tiene participación alguna. Y su libertad lo demuestra.

Libertad

Luego de pasar 462 días, dos cumpleaños, una navidad y cientos de problemas que le dejaron marcas, Brayan quedó en libertad por vencimiento de términos. Pasó dos meses viviendo en una celda de tres por tres con aproximadamente 35 reclusos, luego fue trasladado a la Estación del Norte. 

Brayan, sentado en el OXXO de la fatídica carrera 27, pero esta vez frente a la Universidad Industrial de Santander, toma un sorbo de gaseosa, agradece a la vida y a las lecciones aprendidas. Lo único que lo animaba allí era: “jugar parqués, dominó y comer Chocorramo con gaseosa”. Cuando terminaba el día yo celebraba y decía, “¡Hijueputa! ¡Un gomelito que sobrevivió un día más!”.

Brayan pasó por una situación durísima y hoy, con brutal honestidad, es agradecido: “gracias a mi mamá que nunca me abandonó y se ganó el amor de los policías para que me colaborarán. A doña Yolanda. A mi novia Andrea que estuvo antes, durante y después de los hechos. A mi abogado que apostó por mí. Y a las personas que creyeron. Fui fuerte, sigo siendo fuerte y afrontaré lo que venga. La familia y el amor son un motor increíble cuando uno no puede más”. 

Brayan Toloza el 2 de diciembre, en libertad, afirma “el mejor regalo para mí este diciembre de 2022 es volver a estar en familia, abrazarlos a todos”. Foto: Luis Pérez.  

El caso de Brayan aún continúa. Una imputación inflada, un proceso jurídico lento y un sistema judicial confuso, egoísta e inestable, privó de la libertad al estudiante de arquitectura, al hijo, al trabajador, al colombiano juzgado de manera arbitraría, hostil e injusta. Este es solo un caso de los miles que ocurren en el territorio nacional, y en cuya memoria se conoce el precio de la gasolina y los daños colaterales del Paro Nacional que, sin contar los dolorosos asesinatos de turno, incluso, pueden destruir a familias enteras. 

La libertad de Brayan es una pequeña ilusión de justicia, casi una excepción. Como este estudiante, millones de colombianos más esperan que ese Estado, que aparentemente opera con tanta eficiencia de cara al manifestante, dé resultados con esa vehemencia frente a sus miembros, quienes se llevaron a cientos de manifestantes y líderes durante el estallido social. 

Universidad Autónoma de Bucaramanga