Entre el 28 de enero y el 1 de febrero, la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab) fue la sede principal de la segunda versión de Santander Festival Internacional de Cine Independiente (Sanfici). El objetivo de este evento fue generar espacios de encuentro entre el denominado “cine de autor” y el público.
El cine independiente en una ciudad como Bucaramanga es escaso, como lo son también los espacios para su exhibición; es por eso que este tipo de festivales contribuyen en gran medida a la formación de públicos y a que artistas de diversa índole puedan dialogar con cineastas reconocidos.
En su primera versión (2018), el Sanfici contó con la presencia del director colombiano Luis Ospina y para esta ocasión (2019), el invitado fue el cineasta Víctor Gaviria, del cual se realizó una retrospectiva con sus principales largometrajes, entre ellos “La mujer del animal”, “Rodrigo D.” y “La vendedora de rosas”. Asimismo, se exhibieron los cortometrajes: “Buscando tréboles” (1980) y “Los habitantes de la noche” (1984), entre otros.
Gaviria es de los pocos directores colombianos, sino el único, que cuenta con una obra fílmica tan contundente y coherente. Desde sus primeros cortos se evidencia una estética que fue madurando con el tiempo, que representa a los seres invisibilizados por la sociedad colombiana a partir de su desasosiego, su jerga y su forma de habitar y sobrevivir en el mundo, y que va dotándolos a través de su cámara de cierta poética. Es así como en medio de su incertidumbre, son elevados más allá de aquella sociedad que los ignora y victimiza.
Además de esta retrospectiva hay dos películas que vale la pena destacar: la obra que abrió el Festival, “El libro de la imagen” (Le livre d´image) del director francés Jean Luc Godard, cuyo cine se mantiene tan fresco como sus primeras obras de la Nouvelle vague. Esta cinta es experimental, mezcla diferentes formatos de imagen con citas de otros filmes, de otros autores, escritores, con textos propios en donde construye su visión acerca de la imagen en estos tiempos. Es una apuesta por un cine no narrativo, sino más film-ensayo en donde Godard ensambla sus ideas con un ritmo frenético, como si quisiera revelarnos algo gritándonos con sus imágenes.
La segunda obra que cerró la muestra fue 24 Frames, del director iraní Abbas Kiarostami, obra póstuma que se estrenó en el Festival de Cannes en 2017, un año después de la desaparición del director. La obra parte de 24 fotografías hechas por él con las cuales comienza a preguntarse por el antes y el después de la toma, inquietud que plantea una paradoja acerca del cine documental o cine de no ficción; el cine al que se le atribuye la representación (supuesta) de la realidad.
Kiarostami se pregunta por dos momentos: uno, antes que aparezca la cámara y grabe; y el segundo, después de terminar de grabar, es decir, ¿qué sucede con esos momentos que no podemos ver?, ¿qué pasa allí en ese cuadro que se ha construido? A través de la tecnología comienza a manipularlas para crear imágenes en movimiento, algunos son escenarios inhóspitos habitados por uno que otro animal, otras son
imágenes desde el interior de una ventana que mira hacia el exterior.
Sin duda, es una visión poética de la belleza del mundo natural a través del registro y de la postproducción tecnológica de la imagen.
Por René Palomino Rodríguez*
rpalomino@unab.edu.co
*Docente del programa de Artes
Audiovisuales de la Unab.