San Vicente de Chucurí, la capital cacaotera de Colombia, fue azotada por la violencia de las guerrillas y los paramilitares convirtiéndose en el cuarto municipio de Santander con más víctimas de desplazamiento; y el sexto con más reclamaciones de restitución, según informes de la Defensoría del Pueblo y la Unidad de Restitución de Tierras (URT). En esa localidad 25 desmovilizados de grupos armados, que años atrás eran enemigos acérrimos, convivieron en la granja Villa Mónica, centro de capacitación en el manejo del cultivo de cacao, durante tres meses como parte del modelo conocido como ‘Reintegración en Entornos de Formación Productiva’ que inició en 2014 en varias regiones del país.

El jueves 13 de septiembre, en un salón rodeado por cultivos del ‘fruto de la paz’, cada excombatiente se vistió de toga y birrete para recibir su acreditación como ‘Operario en labores de campo y cultivo’, otorgada por el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena. Por su parte, el Instituto Integrado ‘Camilo Torres’ dio el cartón de bachiller a cuatro de ellos. Esta es la segunda promoción que entrega la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) de la mano con la Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao) en ese municipio del Magdalena Medio.

Bajo el mismo techo

La granja está ubicada en la vereda Mérida de San Vicente de Chucurí y es propiedad de Fedecacao. Desde 2017 fue designado como uno de los lugares propicios para llevar a cabo la estrategia de reincorporación, pues en su terreno hay cultivos de cacao y las condiciones necesarias para la pedagogía y tratamiento del fruto. Los entornos productivos se han desarrollado en diferentes modalidades en Quindío, Cauca, Valle del Cauca, Meta, Huila, Cundinamarca, Antioquia y ahora en Santander.

Villa Mónica cuenta con la estructura para albergar a los participantes del proyecto durante los tres meses que dura su proceso de capacitación; hay un salón social, una cocina, un comedor y el sector del baño con sus respectivas duchas. Allí se da instrucción académica con apoyo del Instituto Integrado ‘Camilo Torres’ y formación técnica, bajo el Modelo de Educación y Formación para la Reintegración enfocado en adultos, con apoyo del Sena y Fedecacao. La ARN brinda acompañamiento psicosocial por parte de profesionales.

La jornada para los 25 excombatientes iniciaba a las 6 de la mañana y se extendía hasta las 5 de la tarde de lunes a sábado. El desayuno les era llevado de un restaurante, luego esperaban hasta las ocho de la mañana a que llegara el profesor a dar las instrucciones de la actividad del día: podar, hacer injertos,‘platear’-despejar la raíz del árbol-, hacer control fitosanitario y participar en lúdicas. Quienes quisieron validar sus estudios escolares, recibieron clases después del mediodía en el salón comunal de la parcela.

En los ratos libres “el que quería jugar fútbol se iba a una cancha arribita de la granja, o a jugar parqués o cualquier cosa, pero no podíamos salir sin permiso”, cuenta Jesús Caicedo, uno de los graduandos, tiene 20 años, es oriundo del Quindío y perteneció a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc. Antes de ingresar al programa trabajaba en el campo y espera regresar a casa a continuar con la agricultura.

La ceremonia de graduación de los 25 excombatientes de diferentes guerrillas y bloques paramilitares, coincidió con la celebración del día internacional del chocolate. /FOTO MARÍA FERNANDA PALENCIA

Los graduandos

Entre los 18 y los 65 años de edad oscilan quienes se graduaron esa mañana. En el grupo de los 25 había dos mujeres, una de ellas es Luzdary Casado, exintegrante de las autodefensas. El testimonio de Casado representa el de muchos de sus otros compañeros del proyecto, pues al ser cuestionada sobre el significado de convivir con personas que en el pasado pertenecieron a bandos opuestos, dice: “entendí que son seres humanos y que peleabamos una guerra ilógica”. Sobre su proyecto de vida Luzdary comentó que comprará un pedazo de tierra en sociedad con uno de sus compañeros, para sembrar cacao.

Jairo Molano perteneció al Bloque Centauros que funcionaba bajo la dirección del Frente Capital de Bogotá. Se desmovilizó tras ser capturado, cumplió trece años de condena en centros de reclusión del país y allí se formó como técnico en sistemas y registros contables. Como parte de su compromiso con el proceso de reintegración, participó del entorno productivo de Villa Mónica. “Es duro porque uno sale de una cárcel y se encierra tres meses en una finca. Nos han llevado a paseos y todo eso, pero uno se siente cohibido”, comentó Molano. Por otra parte, haber convivido por tanto tiempo con exintegrantes de otros grupos le ha permitido deducir que “esto parece que fuera una patria boba: matándonos nosotros afuera, para llegar acá a darnos la mano y decir bueno, ese man es igual a mi”.

Entre los más jóvenes del grupo está un desmovilizado del Eln, se trata de Carlos Andrés Oviedo, de 26 años, oriundo de San Gil. Cuando llegó a Villa Mónica reconoció, en medio de una reunión con el comité municipal de San Vicente de Chucurí, a Gerardo Alfonso, su tío. Desde entonces él ha sido el apoyo en su estadía y proceso de reincorporación. Carlos Oviedo fue uno de los graduandos que recibió título como operario y cartón de bachiller, no tiene procesos judiciales en su contra y hace parte de la ruta de la ARN. Entre sus planes está “terminar la universidad y ya: ingeniería mecánica o electromecánica”.

Fortalecer el campo y la paz

Dentro de las políticas de gobierno para la reinserción de desmovilizados a la vida civil -ruta con una duración de seis años y seis meses- está la ejecución de los proyectos del modelo ‘Reintegración en Entornos de Formación Productiva’, que funciona para hombres y mujeres interesados en aprender, como pretexto, una competencia laboral puntual. El desarrollado en San Vicente se centró en el cultivo y producción de cacao, por ejemplo.

La ARN ha realizado 16 entornos productivos en el país desde el 2014. La semana del 17 de septiembre inició la ‘fase de alistamiento’ para dar inicio a dos nuevos proyectos, uno en Santander, dedicado a temas agropecuarios, y otro en el Valle del Cauca, sobre agroindustria. Lo particular del segundo es que está enfocado para mujeres excombatientes. Al respecto, Fanny Esther Pedreros Gaona, responsable de sostenibilidad económica de la ARN, aseguró que las entidades aliadas- la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)- buscan mejorar las condiciones para las mujeres en proceso de reincorporación, pues reconocen que “una barrera muy importante es que ellas piensan ¿a quién dejo el cuidado de mis hijos?”.

Por María Fernanda Palencia

mpalencia336@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga