“Cada uno vive su vidita como puede”: Colombian Psycho

Las luces de la ciudad brillan como estrellas a lo largo del camino. Estás en un automóvil. El rugido del motor se mezcla con el latido de tu corazón, y a tu lado está esa persona que te quita el aliento. Ha sido una noche de sonrisas cómplices y palabras sugerentes. Cae un suave aguacero. Las gotas en el parabrisas crean un ritmo hipnótico que parece sincronizarse con el deseo contenido.

Juan Sebastián Riaño Rangel / jriano771@unab.edu.co

El ambiente está cargado con la anticipación de lo que podría ocurrir. Las risas compartidas, las miradas furtivas. Todo parece llevar poco a poco a un punto sin retorno. Pero algo cambia. Un chispazo en el suelo desentierra algo oculto, algo que yacía en las profundidades de la memoria y que ahora emerge de manera clara.

Es el recordatorio de que estás en Colombia, un país que lleva en sus entrañas las cicatrices de su historia. La lluvia no solo lava las calles, sino que también desentierra los recuerdos, los eventos atroces de la nación.

En medio de la pasión y el anhelo, la realidad se presenta en su forma más cruda. Esa noche, la historia del país se entrelaza con las emociones humanas, recordándonos que somos y vivimos en un lugar donde las huellas del pasado nunca están demasiado lejos.

Un espejo en las palabras

Con una escena similar comienza Colombian Psycho, obra del bogotano Santiago Gamboa. Una novela negra, pura y dura, tal como la definió el escritor estadounidense Raymond Chandler: el simple arte de matar. Es un thriller policial en el que un crimen, aparentemente aislado, se convierte en la piedra angular de una gran investigación que pretende desnudar una de las caras más oscuras de la sociedad.

El relato se centra en Edilson Jutsiñamuy, experimentado fiscal jefe de investigaciones especiales perteneciente a la etnia huitoto. A su lado, entra en escena Julieta Lezama, una intrépida y hábil periodista que atraviesa por la crisis de los 40, y quien en el pasado ya colaboró con la justicia. Juntos se sumergen en un laberinto de crímenes.

Más allá de su estructura que engancha, es como si Gamboa nos sostuviera un espejo incómodo pero necesario. Un reflejo que evitamos confrontar, aunque resulta esencial para comprendernos mejor. Bien conocido por extraer inspiración de los pliegues de la vida y difuminar las fronteras entre el cuento y la existencia, el escritor presenta un esfuerzo que va más allá de la ficción. Sus palabras resuenan como un llamado de atención, una urgente advertencia para Colombia.

Será larga la noche

Esta novela no anda sola. Se considera una secuela de Será Larga la Noche, la obra publicada por el bogotano dos años antes, en 2019. De este título nacieron los protagonistas, Julieta y Edilson. Sería recomendable sumergirse en sus páginas si busca familiarizarse con ellos. A pesar de esto, no es necesario hacerlo para disfrutar y entender de esta entrega. Queda a disposición de cada lector.

La trama de esa obra se desarrolla al inicio del posconflicto en Colombia. La elección de Será Larga la Noche como título parece insinuar que no hay firma con balígrafo que valga para acabar con los conflictos de esta nación.

Esta perspectiva se consolida en la segunda entrega, Colombian Psycho. Aunque no de manera explícita, los sucesos de la novela hablan por sí mismos, tejiendo un relato que amplifica el eco de esta compleja realidad.

Es irónico. En el himno nacional el coro reza: “cesó la horrible noche”. Pero, una eterna horrible noche ha sido nuestro estado inalterable de cosas desde la génesis. Gamboa nos invita a reflexionar sobre esta ironía.

Al terminar, se sugiere que posiblemente se avecina una trilogía, una que podría culminar con el cierre definitivo de las desventuras de Jutsiñamuy y Lezama.

Bogotham: la ciudad indolente

“Julieta miró por la ventana, ahí estaba la ciudad; indolente, su respiración artificial de urbe presuntuosa y salvaje”. A través de la prosa de Gamboa, Bogotá se convierte en mucho más que un background. Es un protagonista silencioso que observa cada giro de la trama.

La capital actúa como un testigo silencioso de los eventos que ocurren en sus calles. Como si tuviera sus propios ojos y oídos, la ciudad presencia los dramas mientras sigue adelante con su cotidianidad imperturbable.

¿Reconocen Ciudad Gótica? Esa metrópolis de Batman, sumida en las garras del crimen y la corrupción, donde las sombras se alargan y la oscuridad es eterna. Allí, el papel del Caballero de la Noche era esencial, como un intento valiente de sanar una urbe empañada.

En esta historia, la ciudad se convierte en una entidad viva que se mueve al ritmo de los corazones y las decisiones de aquellos que la habitan, la exploran y la padecen ¿Se imaginan que Batman fuera colombiano? Tal vez en Bogotham, un millonario Bruno Díaz no se hubiera convertido en el héroe que necesitamos.

Psycholombians

En entrevista con El Tiempo, en 2022, Santiago Gamboa explica que el título guarda una fuerte conexión con American Psycho, la obra de Bret Easton Ellis. Una crítica incisiva de las élites, su superficialidad y la violencia de ese entorno. De esta influencia surge la adaptación del título a la idiosincrasia criolla.

“Colombia es el país con más focos de infección abiertos de forma simultánea. Un cuerpo cuyas células están casi completamente invadidas por el virus”, menciona un fragmento de Volver al Oscuro Valle, otra obra del autor bogotano que, sin detallar, adquiere gran relevancia en la trama. En un lugar en el que un joven soldado se convierte en un asesino por órdenes de sus superiores, un investigador no descansa en su búsqueda de la verdad, un escritor intenta entender la vida de otra manera y todos terminan muertos por el país en el que les tocó nacer.

“La vida no es tan valiosa, señorita. Todo el mundo tiene una, lo valioso es lo que nadie tiene”. Quizás este enunciado define la perspectiva de muchos en nuestra tierra, un lugar donde el valor de la vida solo surge al esfumarse, aunque a veces, ni así.

Esta es una tierra enferma. Una que está en cuidados intensivos y con pronóstico reservado. La violencia, el hambre, el desamparo y la muerte son el pan de millones. Esto me hace pensar: de algún modo todos somos “Colombian Pyschos”, todos somos “Psycholombians”.

“Cada uno vive su vidita como puede”. Cada mente teje su propia versión de la cordura para encajar en el entorno que nos ha tocado. Cada uno navega en su propio barco a través de las tormentas más intensas. Irónicamente, el consagrado país del Sagrado Corazón de Jesús pareciera ser una tierra olvidada por Dios.

En un país donde la ficción y la realidad están inevitablemente entrelazadas, esta novela es un recordatorio contundente de que enfrentar la verdad es esencial para intentar sanar las heridas de una nación tan desangrada como la nuestra.

Universidad Autónoma de Bucaramanga