Por: Laura Sanabria-Rangel / lsanabria84@unab.edu.co
Y antes de que algún bienpensante crea que sugeriré ponerle límites al humor y a la tan importante opinión que los humoristas (por lo general hombres) tienen para dar, seré clara: NO. Esto será una mera crítica de aquellxs que estamos mamadxs de su simpleza y contribución a muchas violencias que inmigrantes, pobres, negros, indígenas, padecemos a diario.
No hay duda, el humor está hecho de estereotipos, del uso de etiquetas que socialmente se nos han asignado, pero como parece tan difícil identificar, cuál daña y cuál no, al 51% de la población colombiana, empecemos a revaluar.
“El noticiero menos informado”, F*cksNews, inició el año toteado de la risa con el feminicidio de Valentina Trespalacios (ver más aquí). Ante las críticas, insinuaron que gracias a ellos era que se podía difundir la noticia, y muchos seguidores ladraron que se les exigía más a los humoristas que a los asesinos y ladrones de este país. Terminaron los dueños de la burla, siendo víctimas.
Bueno, yo no esperaba algo distinto del humor insípido salido de Sábados Felices (literal, Camilo Sánchez fue el ganador de ese programa en 2018) y tampoco de la gente que creció riéndose del pastuso, del homosexual, del negro, del que tenía una discapacidad. Pero como el desagrado de muchas mujeres no les importa, ni invita a reflexionar, de pronto el de grandes hombres, sí. Decía Ricardo Rendón, el legendario caricaturista colombiano de los años 20 y reafirmó luego Antonio Caballero, que el caricaturista le tira al poderoso. ¡Qué bien le haría a ese noticiero darse una revisadita por sus viñetas!
Tomado del libro Alternativa, febrero de 2020.
La caricatura femenina más importante de las últimas décadas en Colombia es tal vez Aleida. Una cómplice e intérprete de las mujeres, que esencialmente hablaba de lo que sentía. El boom de Aleida traspasó revistas y diarios, tuvo sus propios libros, agendas, giras a ferias. Pero, lo refrescante de su figura muere con solo ver que fue creada por el periodista Vladimir Flórez. Un cucho que se creyó capaz de decir cómo piensan las mujeres -y obvio solo pensamos maricadas sobre el amor-. ¡Gracias Vladdo! Qué hubiese hecho este país, y nosotras, sin un hombre que explicara y entendiera cómo nos sentimos.
En la celebración de sus 20 años (ver más aquí), Aleida (o sea este man) afirmó que “todavía no la descifra muy bien” y que “a las mujeres no se les pregunta la edad”. Aún dibuja para El Tiempo.
Esta misma casa acogió a Matador, el que cometió la imbecilidad de dibujar en 2019 la primera caminata espacial de dos mujeres como un chiste barato. Nada había para celebrar o criticar, lo criticable eran las mujeres. ¿Cómo no se nos ocurrió antes pensar que la ingeniera eléctrica, Christina Koch, y la doctora en biología marina, Jessica Meir, llegaran a buscar descuentos en el espacio? En 1969, nadie se burló de Neil Armstrong con un balón de fútbol americano y una cerveza en la mano cuando se dio el alunizaje.
Búrlese en privado de lo que se le dé la gana, afortunadamente existe el derecho a la estupidez. Pero si usted dice dedicarse a este oficio, que el chiste no lo haga menos riguroso. El periodismo debe hacerse en contra de los poderosos, en contra de la desigualdad y eso implica estar en contra de las violencias. Reírse de lo femenino, no es inofensivo, por el contrario refuerza una cultura contra la mujer. Y es una resonancia magnética que prueba de manera incontrovertible la ausencia de neuronas.
Este tema pareciera inofensivo, y que los caricaturistas simplemente reflejan los padeceres de la sociedad, pero un momento, si fuese tan inofensivo, El Tiempo jamás hubiese echado a Matador por maltratar a su compañera años atrás. ¿Me equivoco?
Siempre habrá que gritar que en Colombia nos matan y que estas caricaturas son peligrosas, son violencia machista y esa daña, maltrata y asesina. Al primer semestre de 2023 iban 213 feminicidios.
Cñoros, su “humor” ya no es chistoso, y es increíble cómo saltan rápidamente a hablar de inquisición o censura cuando se señala su machismo, racismo, transfobia, clasismo… Los manes estaban bien acostumbrados a los aplausos de sus compañeros, editores y directores en las salas de redacción, a ser unas lumbreras. Pero jamás se levantaron (al menos en mayoría) por sus compañeras y la censura histórica que recibieron en la prensa. Todavía muchos ignoran y se burlan de estas luchas, y de pedir cosas mínimas, como un enfoque de género (que ¡vamos logrando! Con figuras como Jineth Bedoya, primera editora de género en El Tiempo).
El mundo cambió, así debe pasar con el periodismo del siglo XX de tipejos blancos. El humor requiere mucha más altura, creatividad, inteligencia y responsabilidad con sus audiencias. O, la próxima caricatura van a ser ustedes y sus plumas. Entre tanto, seguiremos cuestionándolos y escribiendo nuestra propia narrativa, que no está más a su servicio.