La relación entre cine y televisión no es nueva. En el caso colombiano, desde las primeras décadas el lenguaje televisivo, por lo menos en ficción, se vio influenciado primero por el teatro y posteriormente por las formas cinematográficas. Los primeros directores colombianos, todos formados en el exterior, cuando regresaron al país encontraron dificultades para hacer sus propios filmes, y hallaron en la televisión nacional un espacio laboral en donde además podían experimentar. Por ejemplo, Pepe Sánchez, después de haber sido asistente de Miguel Littín, viene a Colombia y dirige “El Chinche”, comedia costumbrista que se graba (por primera vez en una producción nacional) en exteriores, locaciones reales y posiblemente a una sola cámara, como en el cine. Además, evidencia una fuerte influencia del neorrealismo italiano.

El santandereano Mario Ribero comenzó en el teatro. Posteriormente se forma como director de cine en Rusia y cuando regresa al país trabaja en películas de Francis Norden y Sergio Cabrera, pero se consolida como uno de los directores de comedia más exitosos en producciones como “Vuelo Secreto”, “La posada” y “Yo soy Betty la fea”. La proliferación de las plataformas por demanda (Netflix, HBO y Amazon) han contribuido a su cinematografización. Las formas narrativas y estéticas de estas producciones televisivas son similares a las desarrolladas por el cine de ficción, basta mencionar casos como el de “Juego de Tronos” y “Lost”. Sin embargo, en la televisión privada de nuestros países han proliferado y mantenido formatos de los nuevos géneros propios de la neotelevisión y la metatelevisión, que surgen en el cambio de milenio. En el caso del primero: los realitys, los programas de concurso y los magazines; en el segundo, los programas que reciclan material televisivo como “El siguiente programa” o “La Tele Letal.

Otras narrativas le apuestan a los contenidos enmarcados en el cine negro, en donde las historias de detectives son la materia prima. Es el caso de la exitosa serie de HBO, “True detective”. Otro caso es el del “Comisario Montalbano”, en Italia y otros países de Europa, cuyas historias nacen en la literatura de Andrea Camilleri, y su personaje, Silvo Montalbano, rinde un homenaje al escritor español Manuel Vázquez Montalbán, creador a su vez del detective Pepe Carvalho. Montalbano es un astuto siciliano que ejerce en una región influenciada económica y políticamente por la mafia y tiene que manipular la ley para resolver sus casos. De este detective hay varias versiones, la original desarrollada entre 1999 y 2013, protagonizada por Luca Zingaretti, y una más reciente, con un comisario más joven, Il giovane Montalbano, protagonizada por Michele Riondino. Ha sido tal el éxito de esta saga, que los lugares en donde se grabó, Porto Empédocle y la provincia de Agrigento, reciben cientos de turistas que quieren visitarlos.

En esta misma línea está el comisario “Maltese”, serie italiana reciente que se ubica en los años 70 en Sicilia, protagonizada por Kim Rossi Stuart, un investigador de narcóticos que ejerce en Roma, pero tras el asesinato de su mejor amigo, también detective, decide trasladarse a Trapani, para investigar el caso. El último de esta línea es “Rocco Schiavone”, un detective políticamente incorrecto: algo mujeriego, fumador de marihuana, terco y malgeniado, quién es trasladado a la región alpina italiana a resolver una serie de crímenes, estos guiones están a cargo del escritor Antonio Manzini.

Muchas de estas series contemplan capítulos de hora y media de duración y tienen características del género paleotelevisivo. Pero van más allá, hablan de la condición humana, de pasiones como la ambición, la envidia, los celos, la venganza, y de cómo estas nos pueden llevar al límite. Esta nueva paleotelevisión, sin duda, da cuenta que en estos tiempos estrepitosos, efímeros, la televisión clásica, bien hecha, “el volver al origen”, a veces es un camino exitoso.

Por René Palomino Rodríguez*
rpalomino@unab.edu.co

*Docente del Programa de Artes
Audiovisuales de la Unab.

Universidad Autónoma de Bucaramanga