El poder del sol es el nombre que llevaba el BUC 09. Aquí, los niños aprendieron por qué es poderoso el sol y cómo los humanos intentan imitar la habilidad que tienen las plantas para aprovechar la energía solar. /FOTO LUCÍA GARCÍA SÁNCHEZ

Por Lucía García Sánchez / lgarcia73@unab.edu.co

Una actividad que tiene como objetivo transformar el entorno científico, innovador y educativo del país, son los Clubes de Ciencia Colombia, un programa que inició en 2015 con la participación de instituciones como el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) y el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena). “Nuestro objetivo principal es que, por medio de este espacio, los niños referentes de cada uno de los colegios públicos seleccionados tengan un acercamiento con la universidad. Que salgan con la mentalidad de que si quieren y desean estudiar algo, pueden hacerlo, como también sembrar en ellos la curiosidad de comunicar la ciencia”, afirmó Laura Castellanos, miembro del equipo de fundadores de Clubes de Ciencia, cabeza de esta institución en Colombia y directora de logística del proyecto a nivel nacional.

En la semana del 8 al 13 de julio se realizó la quinta versión de dichos espacios, con la Universidad Industrial de Santander (UIS) y la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC) como sedes. “Laura Juliana Castellanos García, como egresada de la UIS nos contactó, y nosotros con el objetivo de fortalecer un vínculo con la sociedad, fomentar el espíritu científico y las habilidades Steam (acrónimo en inglés Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en niños y niñas de Santander, accedimos brindando la infraestructura, con laboratorios y salones, monitores (estudiantes pertenecientes a la universidad), el equipo de esta oficina y los materiales requeridos para cada actividad que lleven a cabo los clubes”, agregó Vanessa Quiroga Arciniegas, directora de transparencia de conocimiento de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

En total son 15 clubes integrados cada uno por cerca de 20 menores, para un total de 300 niños que participaron en esta ocasión; 50 de ellos pertenecen al programa Ondas, de Colciencias, en el que participan estudiantes de instituciones rurales, y también niños y niñas de veredas de sectores poblacionales de bajos recursos. El Gobierno brinda los recursos necesarios en cuanto a este tipo de talleres y semilleros. Los otros 250 participantes hacen parte del programa Tecnoacademia Nodo Bucaramanga, del Sena, en el cual participan 20 colegios públicos, generando competencias investigativas en los niños en líneas tecnológicas como TIC, Biotecnología, Nanotecnología, Ciencias básicas y Robótica.

“Los clubes son conformados por un instructor internacional y un coinstructor nacional, estos emplean un tema específico para trabajar durante la semana, con chicos pertenecientes a los grados noveno, décimo y once”, explicó Castellanos.

El proceso de selección en cuanto a instructores es complejo, porque al momento de aplicar, deben presentar una propuesta estructurada sobre cómo quisieran que fuera su club y a partir de esto se realiza un comité evaluador con diferentes investigadores. Según contó Laura Juliana Castellanos, “este año tuvimos alrededor de 45 investigadores que evaluaron las aplicaciones presentadas a nivel internacional como nacional”.

El grupo de tutores que participó en la actividad realizada en Bucaramanga estuvo conformado por profesionales de TakeaHand (Chile), Clubes de Ciencia Bolivia, Nikhef Institute (Holanda), Universidad de Amsterdam (Holanda), European Southerm Observatory (Chile), Cornell University (Estados Unidos), INRS Centre Armand-Frappier (Canadá), IAF-INRS-Université du Québec, Universidad de Sao Paulo (Brasil) y City University of New York (Estados Unidos).

Exploración

Al final del pasillo del bloque donde se realizó el encuentro, se escuchaban los comentarios y carcajadas. Es el BUC 09. Allí está reunido un grupo de cinco personas que realizan un tipo de circuito con fichas de Lego y luces led. “Este tipo de espacios nos permite a nosotros, como instructores, ponernos al nivel de los chicos. Sentirnos como ellos en cuanto a ideas, curiosidad, la forma en como ellos ven las cosas y volvernos uno más de su edad. Así les aportamos y de paso ellos nos nutren a nosotros”, dijo Carolina Perusquía Hernández, de IAF-INRS-Université du Québec, mientras les explicaba a sus estudiantes el poder que tiene el sol, por ejemplo con las plantas, ya que por medio de la energía solar ellas crecen.

En el salón marcado con el rótulo BUC 10, se encontraban los niños distribuidos por el laboratorio. También se veían alegres y fijando la atención en el microscopio, dispuestos a conocer el proceso de fabricación de los materiales.

“La metalúrgica es la ciencia que estudia las propiedades de cada componente, entonces de forma creativa y didáctica los introducimos en las teorías. Luego hacemos la salida de campo, desde el laboratorio, donde ven la estructura por ejemplo del carbono o hierro y se van a sus casas con un aprendizaje significativo para ellos”, manifestó Mónica Liset Díaz Carreño, ingeniera electromecánica y docente de investigación de la Universidad Tecnológica de Santander (UTS).

Al salir del laboratorio, estaba un grupo de niños con batas y cajas de recolección de muestras. Hacen parte del segmento BUC 08, el cual tiene como tema la lucha entre los microorganismos y el sistema inmune. Algo que capta la atención de varias de las personas que los rodean es la forma en que se les enseña a tomar con un hisopo pequeñas muestras en instrumentos musicales, tapas de basura, plantas, barandas, todo tipo de elementos en donde posiblemente tienen vida patógena los microorganismos. Una vez recolectadas las muestras, se dirigen al laboratorio donde se encuentran dos jóvenes que les ayudan a analizar las muestras y encontrar en ellas los microorganismos.

Estefanía García Ortiz, estudiante del Inem ‘Custodio García Rovira’, y Juan Pablo Puerto Reyes, estudiante del Instituto Politécnico de Bucaramanga, hacen parte del programa Tecnoacademia Nodo, de la ciudad. Para ambos, estar en los clubes de ciencia ha sido una experiencia enriquecedora, ya que han adquirido conocimientos que podrán ejecutar o tener en cuenta para algún proyecto que quieran llevar a cabo en sus vidas, como también han tenido contacto con profesionales provenientes del extranjero, con doctorados y posdoctorados, que sin importar el nivel educacional han dado respuesta a cada una de sus preguntas.

“En la parte vocacional es una orientación para nosotros, los jóvenes, debido a que antes de graduarnos tenemos confusión sobre la carrera que queremos ejercer, entonces al tener contacto con este tipo de ambientes, nos sentimos parte y nace el querer estudiar o irme por esta rama. También nos ayuda a tener más seguridad en lo que nos gusta y nos sentir cómodos”, manifiesta Puerto Reyes.

¡Eureka!

Este par de niños además de estar en el programa Tecnoacademia, hace parte del semillero TecnoKids 6DM, en el grupo Vestigio. “Las personas que deseen o quieran solucionar un problema a partir de un proyecto de investigación, deben acercarse a los profesores, comentarles la idea y estos le brindarán todo el apoyo teórico de asesoría para que desarrollen lo que quieren llevar a cabo, y los presenten en ferias de ciencia a nivel nacional, en ocasiones internacional y competir con diferentes instituciones”, dice García Ortiz, mientras busca una de las muestras de recolección para poner en el microscopio.

Gracias a los proyectos que han realizado de la mano del semillero, han viajado a Bogotá, Valledupar y Socorro a exponer su experiencia. “Ha habido compañeros que han tenido la oportunidad a nivel internacional, particularmente este año gracias al programa y al Sena, viajé a Turquía a un evento que se llama Ocsef, en donde tuve que pasar por unos filtros. Primero una feria local, luego nacional y termine con la continental de la mano del proyecto de investigación que estoy realizando para obtener la acreditación”, argumenta Juan Pablo Puerto.

Este joven de 18 años lleva dos realizando su proyecto de investigación en las áreas de nanotecnología y química. Trata sobre un purificador de agua para zonas rurales que se basa en el uso de iones de plata en el agua, “entonces se realiza una ionización de plata, debido a que la plata, como elemento químico, tiene propiedades sumamente bactericidas y fungicidas en amplios rangos, entonces el procedimiento es analizar fuentes de agua contaminadas con el fin de depositar la plata brindándoles esa tecnología a las comunidades vulnerables que hacen parte de las zonas rurales. Siempre y cuando se acojan las normas colombianas de tratamientos de aguas potables”, concluye Puerto Reyes.

Ambos jóvenes dicen que desean estudiar microbiología y bioánalisis. Algo que rescatan de este tipo de espacios, como los clubes de ciencia, es que si desde pequeños sienten admiración o curiosidad por la ciencia puede tomar estos espacios para adquirir más conocimientos, mejorar su pensamiento crítico y desarrollar con base a ese aprendizaje proyectos fuera de lo común en su diario vivir.


Universidad Autónoma de Bucaramanga