El resultado del 2 de octubre, que dio como ganador el ‘No’ en el plebiscito con el que se pretendía refrendar el Acuerdo Final de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc, sorprendió al mundo por tratarse de una oportunidad para terminar un conflicto armado de más de 50 años y que ha costado más de 220 mil muertos, 8 mil víctimas y cerca de 6 millones de desplazados.
La decisión de los colombianos fue inesperada debido a que hasta último momento las encuestas realizadas, en su mayoría, dieron por sentado el triunfo del ‘Sí’ frente al ‘No’. No obstante, y con una diferencia de 53.894 votos, el ‘No’ se impuso en las urnas dejando al país con la incertidumbre del camino que tomaría la implementación del Acuerdo.
Al igual que Colombia, Chipre y Guatemala también rechazaron en su momento la posibilidad de culminar un ciclo de guerra en su país. Actualmente, transcurrida poco más de una década de esta negativa, Periódico 15, de la mano de estudiosos del tema, hace un análisis de cuál es la situación reciente de estos países en cuanto a su conflicto, para contrastarlo con lo ocurrido en Colombia luego del triunfo del ‘No’.
El caso de Chipre

La República de Chipre es un estado perteneciente a la Unión Europea y está situada en el mar Mediterráneo, a 113 kilómetros al sur de Turquía y 120 kilómetros al oeste de Siria. La isla tiene una población de poco más de un millón de personas.
Desde la perspectiva histórica de la docente de Universidad de San Pablo CEU, María Dolores Algora Weber, este conflicto tuvo inicio en 1974 cuando se llevó a cabo un golpe de Estado promovido por Grecia para la unificación de Chipre con el territorio griego, intento que fue neutralizado por la invasión militar turca que quería prevenir esta unificación. Como resultado se generó la división de la isla y aproximadamente unos 140.000 grecochipriotas tuvieron que desplazarse al sur, y 60.000 se establecieron al norte de Chipre. La isla está dividida en dos: el tercio norte quedó bajo control turcochipriota y en 1975 se declara Estado Federado Turco de Chipre.
Luego, en 1983, se autoproclamó independiente bajo el nombre República Turca del Norte de Chipre, que actualmente solo es reconocida por Turquía. El lado sur de la isla, que corresponde a dos tercios, está bajo el control grecochipriota y es conocida como República de Chipre. Desde entonces se han hecho varios intentos para reunificar todo el Estado de Chipre y terminar con su conflicto; es por ello que Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas de ese tiempo, entre 1999 y 2000, entró en diálogos indirectos con las partes, pero hasta 2001 se llevó a cabo un nuevo proceso de negociaciones entre los líderes de los dos bandos, y en 2002 Annan propuso el Plan de Paz, que consistía en una federación bicomunal (estado administrado por dos poderes) que otorgaría igualdad de potestad para ambos.
Por esto en 2004 Annan convoca a dos referendos simultáneos, (uno en cada Estado) para que el 24 de abril de ese mismo año los habitantes decidieran poner fin al conflicto. Los resultados de este plebiscito fueron negativos, ya que los gregochipriotas, con un 75,83 % de los votos negaron el referendo y los turcochipriotas, aunque votaron a favor de la implementación del acuerdo, fueron derrotados con un 64,9 %.
Luego de 12 años de esta votación el conflicto de Chipre sigue vigente y sin resolverse. De acuerdo con Mauricio Jaramillo Jassir, relacionista internacional y profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario, la situación actual de este país se torna complicada, debido a que “sigue habiendo una división estructural con un conflicto congelado”, lo que hace que ambos territorios no se encuentren en un estado ideal.
Jassir agrega que en este conflicto, a diferencia del caso colombiano, ha primado más un tinte nacionalista mientras que en Colombia “lo que hay es una gran disparidad respecto a la percepción del acuerdo”.
Caso Guatemala

Arzú) y Jorge Rosal Paz (El enlace diplomático entre la URGN y sus contacto europeos). FOTO/ TOMADA DE INTERNET
La República de Guatemala es un Estado situado en América Central, en su extremo noroccidental y tiene una población cercana a los 17 millones de habitantes. El conflicto en este país surgió a principios de la década de los sesenta y se extendió hasta 1996, cuando se logró concertar un Acuerdo Final entre el gobierno del expresidente Álvaro Arzú Irigoyen (actual alcalde de Ciudad de Guatemala) y la guerrilla Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), conformada por el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), y el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), en febrero de 1982. URNG nace en el afán por tomar el control del poder y llevar a cabo una revolución política y social en Guatemala.
Los enfrentamientos entre dicha guerrillas y el Gobierno comenzaron el 13 de noviembre de 1960 con el fallido golpe de Estado que buscaba derrocar al militar Miguel Ydígoras Fuentes. La creciente pobreza, el racismo, la injusticia estructural, el cierre de espacios políticos y la corrupción en las instituciones públicas fueron algunas de las causas por las que en Guatemala surgieron grupos armados que luchaban, desde su ideología marxista, a través de las armas por un futuro sin desigualdades. Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), durante los 36 años que duró el conflicto de este país, se registró un total de 42 mil 275 víctimas, y se estima que al menos 200 mil personas fueron asesinadas y desaparecidas durante el enfrentamiento.
Las negociaciones para alcanzar la paz en esta nación comenzaron en 1991 y terminaron en 1996, año en que se procedió a la implementación de lo pactado. Más adelante, en 1999, las reformas constitucionales que se derivaron de dicho Acuerdo fueron sometidas a refrendación. En este referendo ganó la abstención, pues de los más de cuatro millones de guatemaltecos habilitados para votar, solo acudieron a las urnas poco más de 700 mil ciudadanos, es decir, solo un 18 %. Para Jaramillo Jassir, “lo que triunfó en Guatemala, más que el ‘No’, fue la no participación y eso fue lo que desinfló el proceso por ese lado”.
Para el profesor de la Universidad del Rosario, una vez instauradas las reformas en este país, los acuerdos de paz fueron exitosos, aunque añade que es “decepcionante que la izquierda guatemalteca nunca se pudo convertir en un partido como sí lo hizo el Frente Farabundo Martí”.
En contraste con el caso de Colombia, el experto puntualiza que esta refrendación se asemeja con la de Guatemala en cuanto a la “reivindicación de la participación de la guerrilla”.
Caso colombiano
Uno de los acontecimientos que sucedió al resultado del plebiscito del 2 de octubre en el país fue el malestar que generaron las declaraciones de Juan Carlos Vélez Uribe, gerente de la campaña por el ‘No’, al revelar las estrategias de manipulación que se utilizaron para persuadir a la población de estratos bajos. Para el analista y docente de la Universidad Nacional de Colombia, Víctor de Currea-Lugo, el éxito de esta campaña se debió a “la facilidad con la que se manejaron los temores y los miedos”; no obstante, otra de las razones obedece a “una torpeza por parte del Gobierno, que no fue capaz de desarrollar una pedagogía adecuada” que les expusiera a los colombianos los beneficios del acuerdo.
Luego de que se conocieran las propuestas por parte de los líderes de la oposición, Currea-Lugo concluye que aunque hay algunas que resultan viables, hay otras que, si se tienen en cuenta, pueden “dinamitar el acuerdo”. Respecto a lo que le queda al país, luego de que el pueblo colombiano se negara a la refrendación, el analista añade que “la implementación la puede hacer el Gobierno, incluso sin necesidad de acuerdos”, por ejemplo, en temas como el Plan Nacional de Electrificación Rural, la erradicación manual de cultivos de coca o el abrir participación política a la oposición, son temas de tipo social para los que no se necesita que hubiera ganado el ‘Sí’.
Luego de que se conociera que el ganador del Premio Nobel de Paz 2016 es el presidente Juan Manuel Santos Calderón, se avivaron los esfuerzos por concertar e implementar los acuerdos. Por eso el primer mandatario se sentó a dialogar con la oposición, con el fin de escuchar sus propuestas y así buscar una salida que le ponga punto final a la incertidumbre que se generó en el país ante el triunfo del ‘No’ en las urnas.
Por Karol Fernanda Barragán
kbarragan724@unab.edu.co
Wendy Paola Pinto F.
wpinto68@unab.edu.co