Desde el 9 de julio de 2015, gracias al decreto 1227 del mismo año, los colombianos trans han tenido la posibilidad de modificar los datos de su acta de nacimiento sin tener dificultades en los costos y tiempos de espera que supone el recurso a un proceso judicial de cambio de nombre y género. Sin embargo, para las personas que quieren cambiar su sexo y los representantes del movimiento LGTBI (por sus siglas: lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales) aún queda mucho por hacer en temas de aceptación social, participación en vida política y creación de centros formativos para esta población.
Un trabajo paso a paso
Las políticas públicas para la población trans no existen aún; y esa es una de las preocupaciones de Olga Jimena Materón, directora de la fundación Siete Colores, en donde afirma que en el caso específico de esta comunidad “se necesita una buena caracterización de cada persona y eso no lo hay, la mayoría de gente y los servidores públicos no saben la diferencia entre un transgénero, que son los que asumen el rol de cambio de sexo sin operarse para cambiar el sexo, un travesti, que es una persona que cambia de rol sin que nadie lo sepa y un transexual que es una persona que cambió todas las partes de su cuerpo quirúrgicamente, y eso es un problema”.
De la misma forma, narró que se está trabajando por un hogar de paso para todas las personas que tengan orientaciones sexuales diferentes, con el fin de brindar atención y fundamentación de cualquier problema que tengan; sin embargo Materón dice que “todavía falta acompañamiento por parte de organizaciones de derechos humanos y necesitamos claramente de ayudas gubernamentales, pero la idea es formar algo muy bueno para toda la población”.
En defensa de sus derechos
Mónica Victoria Fernández, actualmente se encuentra trabajando continuamente por la libertad de su comunidad en Santander junto a Leonidas Gómez Gómez, y es defensora natural de los derechos de la comunidad LGTBI. Respecto a esto narra que “la mejor manera de pelear por nuestros derechos no es saliendo a las calles; tenemos que llegar a la política bajo el nombre de candidatos que apoyen nuestra postura para posicionarnos en el país y así no permitir que ni una persona trans sufra”.
“Creo que el problema nunca ha sido posicionarnos como comunidad, sino el imaginario que tiene la gente de que las personas como yo somos malos, ese pensamiento se debería eliminar para evolucionar como sociedad y no permitir más afectaciones psicológicas” concluyó Victoria.
Por otra parte, Camila León Gómez, otra mujer transgénero que actualmente estudia en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, cuenta lo difícil que es vivir rodeada de personas que día a día la miran mal y la maltratan psicológicamente; incluso cuenta tristemente que “siempre que hemos querido salir adelante no ha sido fácil, pero en mi experiencia personal siempre me he sentido libre y espero que pronto las políticas públicas nos favorezcan y seamos una sociedad más abierta y culta”.
Salud, lo más preocupante
Un tema que todavía tiene mucho trabajo por hacer para Olga Materón es el de la salud, ya que virus como el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) se están haciendo frecuentes en todas las personas que decidieron cambiar su sexo. Pero el problema no pasa solamente por ahí, Materón denuncia que hoy en día “muchas mujeres trans están inyectándose cosas como aceite en los glúteos, solamente por llevar correctamente su proceso de hormonización y esto está generando problemas de salud”.
Otro punto que no se puede dejar atrás es el psicológico, en donde toda la comunidad trans sufre a partir de los constantes rechazos. La psicóloga clínica Elsa Tatiana Castellanos, reafirma esto comentando que “los estilos de juicio que generan discriminación hacen que el individuo trans reproduzca emociones negativas que terminen afectando su salud mental”.
Por: Carlos Augusto Melo Cmelo207@unab.edu.co