
Llega el momento de escribir esta reflexión estimado lector y en medio de la satisfacción que me produce contarles que estamos de celebración porque el Periódico 15 llega a sus 15 años de vida periodística, debo soportar la triste noticia de la muerte de Miguel Ángel Bastenier, tal vez el último baluarte del periodismo escrito que muchos hayamos seguido, visto y escuchado atentamente.
Pensar en su partida llena de angustia no solo el presente sino el futuro de los que creemos en el periodismo a la vieja usanza, esa que no tiene límites en las páginas a la hora de escribir, esa que está cargada de ego, risas, anécdotas, dolores de cabeza, compañerismo, miedos, adrenalina, unas cuantas canas y arrugas. La que nos lleva a perder nuestra capacidad de asombro frente a cualquier situación, pero al mismo tiempo, nos fortalece a los periodistas como seres humanos ante lo más inesperado y finalmente termina tocando las fibras de nuestros corazones.
Dijo Bastenier un día en medio de un taller que ofreció a los periodistas en la Unab, con un cigarrillo encendido en la mano, su voz de cantante de rock, paseándose de esquina a esquina en el frío salón y con cada palabra disparada como bala a nuestro pensamiento, que “la única manera que tiene el periodista de hacer un mundo mejor es haciendo un periodismo mejor”, y creo que por él y por supuesto, por nuestro Periódico 15 y el periodismo en la región, es que vale la pena seguir en esta contienda que Gabriel García Márquez no ha podido describir mejor, “la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”.
La muerte del maestro Bastenier también me lleva a pensar en la generación de soñadores en la que crecí y me cuestiono sobre si hoy las nuevas generaciones quieren continuar con su legado.
A veces veo que mis estudiantes de periodismo me miran sorprendidos cuando les cuento que mis castigos de niña eran tener que leer dos y tres veces el periódico del día o sentarme a leer un libro en la hora en la que emitían mi programa favorito o, como muchos recordarán, tener que repetir en un cuaderno cada error de ortografía y luego esperar el examen de la mamá o el tío que eran más exigentes que el mismo profesor de colegio.
El castigo era insoportable para un niño de ocho años en aquellos días. Lo compararía hoy con tener que ver que, pese a las investigaciones y pruebas aportadas por un periodista en una de sus investigaciones, el corrupto sigue sin responder por los dineros públicos que se robó y alardea por la ciudad haciendo campaña a punta de mentiras y con más de un seguidor. También lo compararía con el acoso que ejerce el personal que controla las rotativas, donde los tiempos de impresión no dan espera mientras se lucha con el enemigo silencioso llamado ‘pantalla en blanco’ que no inspira a escribir una sola línea. O con ser masacrados en las redes sociales cuando escribimos o hablamos de un tema que no le viene bien a los opinadores o a los falsos perfiles. El llegar a ser censurado porque en nuestros textos no nos casamos con causas que atentan –en mi caso- contra temas como los derechos humanos o el medioambiente.
A muchos el escarmiento de aquellos años nos hizo ser constantes y dedicados para toda la vida. Cuando llegó el momento de responder ¿de qué voy a vivir? fue cuando apareció la comunicación social, y luego tantos maestros y amigos que motivaron en mí emprender el rumbo para formarme como periodista. Y la carrera continua. Me atrevería a decir que nunca se llega a una meta específica, porque cada texto escrito es un logro alcanzado.
Estimado lector: a lo mejor usted no sabe que 15 fue mi primera escuela y que el día que regresé a su redacción (12 años después) llegué con un morral cargado de ideas que no me canso de compartir en el aula de clase. Otros proyectos se fueron sumando a esta travesía. Uno de ellos, celebrar los 15 años de nuestro periódico.
Para este especial hicimos un viaje al pasado con algunos estudiantes, un recorrido de los que tanto nos gusta a los gomosos que disfrutamos leer páginas del ayer. La tarea acuciosa de pasar una a una las páginas de nuestro archivo, encontrándonos con las informaciones, denuncias, reportajes, crónicas, entrevistas y fotografías maravillosas que dan vida a esta redacción, un espacio que durante años se ha construido con las ideas, las lágrimas, las historias, las risas y las motivaciones de jóvenes y profesores apasionados por el periodismo.
En el Periódico 15 le hacemos caso a los ‘papás’ como Bastenier, Gabriel García Márquez, Javier Darío Restrepo, Germán Castro Caycedo, Daniel Samper Pizano y muchos más, porque vale la pena seguir su ejemplo.
Como medio universitario y laboratorio de prácticas de los estudiantes del programa de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab), el reto es aún más grande, ya que informar y formar al mismo tiempo –“la práctica hace al maestro”– también implica el compromiso y la entrega de cada uno de los estudiantes que enfrenta su paso por 15.
Queremos recordarles en esta edición especial que somos un medio de comunicación universitario y de la región en el que no nos cansamos ni nos cansaremos de perseverar y trabajar por este bello oficio. Cuando sentimos que todo está perdido retomamos y regresamos a nuestra trinchera, el periodismo.
Por Xiomara Montañez M.
Directora del Periódico 15
xmontanez@unab.edu.co