
Por María Lucía Bayona Flórez / mbayona560@unab.edu.co
En la mañana del 14 de septiembre de 1994, en el municipio piedecuestano, nació Wilson Danovis Lozano Jaimes, el mayor entre tres hermanos. Desde su niñez ha tenido curiosidad por conocer cosas nuevas, y tras graduarse de la Escuela Normal Superior de Piedecuesta en el 2011 aplicó a la Universidad Industrial de Santander (UIS) para estudiar Ingeniería Metalúrgica en 2012. “Pero cuando entré a esto me di cuenta de que no era lo mío y no quería gastar la vida siendo ingeniero”, afirma.
Tras abandonar la ingeniería trabajó en la Asociación de Árbitros de Fútbol de Santander ese mismo año y fue uno de ellos por cinco años. Fue entonces cuando aprendió que “uno siempre tiene que buscar la justicia y no importa el bando, porque la justicia está por encima de todo”.
En 2013 inició estudios en la tecnología en Análisis y Desarrollo de Sistemas de Información en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), donde descubrió un grupo cultural de teatro y narración oral. “Para impresionar a una muchacha que me gustaba en ese momento entré a eso, para que viera que yo era un artista”, agregó entre risas este joven. En el 2015 culminó tal curso.
Conoció a la trabajadora social Vivian Jaimes a quien un día acompañó a la invasión de Piedecuesta ‘Nueva Colombia’ donde visitaron a niños y adultos mayores. En esa oportunidad sintió gusto por lo que vivió y en el 2016 se presentó nuevamente en la UIS para cursar Trabajo Social. “Empiezo a participar en semilleros, en laboratorios, en charlas, me meto en todo”, manifiesta Lozano, pues quería saber absolutamente sobre este programa.
Un año más tarde, cuando Danovis hacía cuarto semestre, junto con sus compañeros del ‘Centro de Estudios de la Educación Prohibida’ decidieron crear un programa llamado ‘EntreUIStados’ pues “en la UIS no hay un canal de comunicación estudiantil, no hay prensa no institucional, no hay nada”, afirma, y su intención era informar a los estudiantes de lo que ocurría a través de este, principalmente en las manifestaciones lideradas por ellos. Así mismo surgió el taller anual de narración oral liderado por él, y aprovechó las bases que forjó en el Sena para trabajar en ello.

La decisión de participar en política llegó gracias a una suma de determinaciones que lo impulsaron. “A mí no me interesaba eso, yo me sentía cómodo en mi carrera y en mi canal de comunicación”, expresa Lozano, pero ello no significó que no considerase importante el papel de la política.
Todo partió desde que en una marcha por el Páramo de Santurbán alguien se le acercó y le dijo que “les van a hacer ‘conejo’ con el páramo”. “Cuando me dijeron conejo, se me dio por disfrazarme de ese animal y lo hice para hacerle conejo a la educación, a los que venden el páramo y al Hospital Universitario de Santander”, agrega. El conejo significa vencer a esos que están dañando las cosas.
En otra manifestación tuvo la oportunidad de conocer al representante a la Cámara del Partido Verde, Fabián Díaz, quien lo invitó a hacer parte del Concejo Municipal. Sin embargo, no fue suficiente para convencerse de ello. Tiempo después, se encontraba viendo vídeos del periodista Jaime Garzón, quien en uno dijo “si ustedes los jóvenes no empiezan a asumir la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo”. Esa fue la chispa que animó a Danovis Lozano a tomar esa decisión. Allí dijo “no perdemos nada, pero si ganamos, lo ganamos todo. Ganamos el espacio de participación”.
El 27 de junio de este año inscribió su candidatura en la Registraduría, y gracias a Díaz obtuvo el aval del Partido Verde. La elección de tal partido se dio pues “es el más coherente en cuando a lo social y ambiental”, agrega Lozano.
Desde ese momento su labor de campaña, en la que gastó dos millones de pesos suministrados por su partido y con ello costeó publicidad en Facebook e Instagram, además, de pagarle al contador y al gerente de campaña que solicitó la Registraduría. “Nada de volantes, nada de pasacalles, nada de anuncios, nada de vallas. Nada de eso”, sostuvo el joven. No gastó de más en su campaña pues las redes sociales y caminar en Bucaramanga son gratis.

El apoyo por parte de su familia y amigos fue crucial. “Si yo estaba en el parque San Pío y les escribía a mis amigos si alguno me acompañaba, dos o tres llegaban para ayudarme”, expresó. Sus padres, al no tener mucho dinero para costearle la publicidad, le obsequiaron una patineta eléctrica en la que se movilizó por Bucaramanga para darse a conocer.
Y el pasado 27 de octubre logró 6 mil 82 votos a su favor, siendo el segundo candidato con mayor votación, después de Carlos Felipe Parra, quien alcanzó los 6 mil 572 votos. El concejal electo dice que, sin la juventud, esto no hubiese sido posible. “Ha nacido una esperanza en Bucaramanga y espero que en cuatro años no esté solo yo, sino que haya más jóvenes en el concejo que quieran apostarle a la política”.
Cuando comience su labor en el Concejo el primero de enero de 2020, quiere mostrar qué sucede allí a través de transmisiones en vivo para que la comunidad esté enteradas. También le apostará a la ecología con el activista David Guerrero, conocido por subirse a los árboles de la Normal Superior de Bucaramanga como acto de resistencia ante la tala, para dar paso al intercambiador de la avenida Quebradaseca con carrera 27.
Todo esto se dará aplicando lo que ha aprendido en estos ocho semestres de sus estudios universitarios, pues, como Lozano explica, trabajo social “es el enlace directo entre la comunidad y el Estado”, entonces su profesión le brinda tales herramientas para apoyar a las personas y solucionar las problemáticas a las que estas se enfrenten día a día.