
Los habitantes del centro y los barrios aledaños son los que respiran el aire más contaminado de Bucaramanga.
Con casi 200 barrios que la componen, la capital santandereana tenía hace unos años un sistema modelo de medición de calidad del aire. Sin embargo, aunque en la mayoría de sectores no se superan los 100 microgramos diarios de Material Particulado (PM10) permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en las zonas mencionadas los niveles máximos permisibles del material se exceden con frecuencia.
Según el Observatorio de Salud Pública de Santander (OSPS), en Bucaramanga y el área metropolitana el deterioro en la calidad del aire y el aumento de la contaminación atmosférica se deben principalmente a las emisiones de gases de vehículos que utilizan combustibles fósiles, o diésel, en el caso de los buses y vehículos de carga pesada. Los carros contaminan más que la industria porque en la localidad solo hay pequeñas y medianas empresas cuyo impacto ambiental no alcanza a ser mayúsculo.
El crecimiento del parque automotor también es un factor trascendental al analizar la contaminación del aire. Cifras presentadas por la Dirección de Tránsito de Bucaramanga (DTB) muestran que el municipio pasó de 76.576 automóviles y 24.503 motocicletas matriculados a 31 de diciembre de 2011, a tener 91.901 automóviles y 34.110 motocicletas finalizando 2015; es decir, en cuatro años 15.325 carros y 9.607 motos se pusieron en marcha.
Los conflictos que se generan a raíz del aumento de vehículos en el área tienen que ver con los frecuentes trancones en los que los conductores se ven obligados a frenar y arrancar consecutiva- mente, siendo esta una acción que genera más contaminación que la que produce un carro que anda a 60 kilómetros por hora sin dete- nerse.
Miller Humberto Salas Rondón, director de Tránsito de Bucaramanga, considera que aunque actualmente no se tiene un tope en el número de carros que pueden circular, en el futuro sí sería necesaria una restricción.
Una de las medidas que ha tomado el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), en conjunto con la Dirección de Tránsito, es regular la circulación de los vehículos que por su mal estado se convierten en fuentes de contaminación ambulante. Estos operativos consisten en la detención de buses, camiones y motos. Sin embargo, la iniciativa no ha surgido mucho efecto ya que las inmovilizaciones se realizan solo una vez por semana.
Desde enero de 2015 hasta julio de 2016, la DTB emitió 2.070 comparendos ambientales a vehículos por propagar Material Particulado (PM10) y otros contaminantes sobrepasando los límites permitidos. Estos vehículos generalmente responden a la característica de ser modelos antiguos y que superan los diez años de circulación en mal estado.
¿En qué se está fallando?
En Colombia, la contaminación atmosférica pasó de considerarse un tema intrascendente a contarse como uno de los principales problemas ambientales que tiene el país, ya que el hecho de vivir con una atmósfera contaminada produce, además de perjuicios ambientales, el aumento en el número de casos de cáncer, asma, bronquitis crónica y desórdenes respiratorios.
En cuanto al ámbito local, desde hace cuatro años, Bucaramanga ha tenido un debilitamiento en su infraestructura de monitoreo de la calidad del aire. Este retroceso se evidencia en los últimos informes de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, en donde se registra que la entidad pasó de medir los índices de contaminación en cinco estaciones en 2012, a tener registro de solo tres estaciones en 2015, situación que le resta confiabilidad a las recientes mediciones que ha hecho la entidad.
La red de monitoreo de calidad del aire consta de cinco estaciones ubicadas en Cabecera, Ciudadela Real de Minas, Centro, Norte y Floridablanca. Según el informe de la Cdmb correspondiente a 2015, tres de ellas están en funcionamiento y las otras dos (Centro y Norte), aunque en funcionamiento, están en proceso de renovación pues los equipos de medición ya cumplieron su vida útil.
Para Carlos Alberto Suárez Sánchez, subdirector de Ordenamiento y Planificación Integral del Territorio de la Cdmb, se “necesita reformar las estaciones de modo que sean como al principio, es decir, que se ajusten a los parámetros de exigencia de las resoluciones y de esa forma poder obtener cifras confiables y claras”. Para la renovación de las estaciones de monitoreo la entidad tiene un presupuesto asignado de 2 millones 213 mil 462 pesos.
Según el funcionario, otra dificultad ha sido la falta de consciencia de los bumangueses sobre no propiciar actividades que perjudican el medioambiente. Un ejemplo se evidenció en marzo de 2016, cuando una inusual bruma apareció sobre el municipio
y encendió las alarmas por una posible emergencia en la atmós- fera. Sin embargo, Suárez culpa de este hecho a los contaminantes emitidos por incendios forestales que en muchos casos nacen en las quemas incontroladas de basura que hacen los ciudadanos.

‘Pulmones’ de la ciudad en riesgo
El hecho de que Bucaramanga tenga una calidad del aire aceptable se agradece en gran medida a los dos pulmones que la rodean. Uno es la escarpa occidental de la meseta, que va desde el borde de dicha planicie hasta la vía el Palenque – Café Madrid, una zona boscosa de casi dos mil hectáreas. Otro es los Cerros Orientales, una extensión de vegetación que, con 1.300 hectáreas de bosque, funciona como el pulmón más grande del área.
Para Laura Andrea Rodríguez Villamizar, docente del Departamento de Salud Pública de la Universidad Industrial de Santander (UIS), el hecho de que se conserven esos pequeños pulmones de arborización es una ventaja frente a lugares como Medellín, que por ser un valle y estar encerrada en las cuatro orientaciones por sus cerros, difícilmente tendrá corrientes de aire que se lleven la contaminación producida por la industria y la población.
Aunque Rodríguez se no atreve a decir que Bucaramanga tiene una mejor calidad del aire que hace unos años, resalta que “aquí por lo menos tenemos corrientes de aire gracias a esa zona, de lo contrario sería mucho peor porque no tendría cómo salir toda esa contaminación que se está produciendo”.
La docente asegura que las labores para mitigar estos impactos van desde utilizar medios alternativos de transporte como Metrolínea o bicicleta, hasta evitar fumar en recintos cerrados perjudicando la salud de otras personas.
También aconseja a la ciudadanía vivir informada. “Mientras no sepamos de dónde viene la contaminación y lo que tenemos que hacer para disminuirla, es difícil que nos comprometamos a hacer acciones. A veces no actuamos de mala fe sino por desconocimiento, pero en todo caso nuestras acciones siguen generando impactos”, concluye la docente.
Por Karol Fernanda Barragán
kbarragan@unab.edu.co
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