Por Felipe Jaimes Lagos
fjaimes349@unab.edu.co
En un país que tiene el potencial para sembrar alimentos en 39.4 millones de hectáreas durante todo el año, solo se aprovecha el 18 % del terreno, pues hay tan solo siete millones de hectáreas en uso permanente, según reveló Miguel Ángel Aguirre Cortázar, gerente general de Avgust (empresa enfocada en la rama de productos químicos para la agricultura).
Sin embargo, cada martes, jueves y sábado no faltan las cargas de carne, frutas, verduras, hortalizas y demás repertorio producido por el campo que llega a eso de las 3 de la madrugada a las puertas de la plaza ubicada en la calle 12 # 12-02 del barrio Villabel de Floridablanca.
“Desde 1970 a tu servicio”

El 14 de julio de 1970, la firma de ingenieros Robledo Ltda. cedió al entonces presidente de la acción comunal, Benedicto Ducón Luna, un terreno de 5.655 metros cuadrados avaluado en 117 mil pesos de la época (unos $100 millones de hoy). El 27 de julio de 1971 se fundó la plaza como agremiación para el comercio en Villabel. En aquel terreno ya se establecía un trapiche en donde Cristóbal Marín ofrecía carne de res, Victoria Muñoz traía el tomate más fresco junto con Gustavo Hernández y Delia Ferreira arreglaba a mano kilos de yuca.
La segunda generación
Para hablar de servicio está el vivo ejemplo de Delia Ferreira de Calderón quien se hizo de los puestos 75, 76 y 77 en la recién inaugurada plaza de mercado. Con dos varones en casa, Israel (6 años) y Alberto (3 años) y con la primera niña, Elcida, en el vientre, Delia estableció además de su trabajo también su hogar en el barrio Villabel. El barrio que vio nacer a tres de sus cuatro hijos en aquella casa ubicada en la calle 7 # 13-16.
Delia traía a sus hijos para que la ayudasen en los puestos, sea cargando bultos de yuca, atendiendo alguno de los tres puestos o con su cálida compañía debido que la casa quedaba sola cuando don José del Carmen Calderón Gutiérrez partía hacia el Club Campestre de Bucaramanga para vigilarlo desde la mañana hasta el atardecer. De los pocos días que Delia Ferreira no trabajaba en su negocio era cuando entraba en trabajo de parto, pero tanto los meses anteriores como los posteriores al embarazo, en los puestos del 75 al 77 sí atendían.
Como casualidad o premonición, sus hijas Elcida y Jeanette adquirieron dos puestos en la plaza a escasos meses del retiro de su madre. En 2005, la hija menor del matrimonio del vigilante José del Carmen y la placera Delia, Jeanette Calderón Ferreira, recibió como arreglo a una deuda dos puestos en el que fue el lugar donde creció y les dio sustento durante años.
Por esos años, Jeanette (de nombre francés pero de tesón netamente santandereano), vivía en La Cumbre pero su anhelo estaba en regresar al lugar que “nunca debí dejar, porque Villabel es el barrio más bonito para vivir”.
No llegó sola, a ella se sumó su hermana Elcida a trabajar el puesto de al lado: el número 64. Con parlante y micrófono en el local para que todos los negocios escuchen claro y fuerte los anuncios de la administración, Jeanette Calderón se ha convertido en “la vice”, no solo por el parlante, también porque lleva más de 8 años junto a José Rincón, en la administración de la Asociación de Inquilinos de la Plaza de Mercado del Barrio Villabel.
Lazos de plaza, sangre y amor
Como las hermanas Calderón Ferreira, está el caso de Carlos Romero Guevara quien desde los 8 años acompañaba a sus padres, Agustín Romero Chaparro e Isabel Guevara Monsalve al restaurante que tenían en la entrada norte del mercado. Un restaurante que “vendió las primeras empanadas en estos pasillos”, según cuenta, y que ya con 41 años, Carlos no se ha desapegado del negocio que lo vio crecer, por más que le hayan ofrecido en más de una ocasión comprárselo. No obstante, cuando se tiene el legado de sus padres como empleo, “es como trabajar con el corazón lleno de recuerdos”.
No solo el legado familiar, sino el amor se manifestó y sigue vigente por los puestos de este establecimiento. A don Alirio Rodríguez, su papá le quedó debiendo el apellido, no obstante, quien no le quedó debiendo es su esposa Arfenis Rodríguez Ardila. Con décadas de matrimonio, la pareja que se conoció haciendo mercado está junta en la salud y la enfermedad. Desde que comenzó la pandemia de la covid-19, Arfenis no pudo seguir asistiendo al puesto 62 que está lleno de tomates, cebolla, ajo y aguacate.
A pesar de este imprevisto, el puesto no se quedó solo porque como dice Alirio: “Aquí en la plaza si tú necesitas algo, nosotros nos unimos para ayudar”, y en este caso Alirio decidió tomar ese puesto tan importante y querido por su esposa. El legado familiar de Delia e hijas y la fuerza del amor entre Alirio y Arfenis no son las únicas historias que surgieron en esta plaza de mercado, como estas hay numerosas por cada puesto ya que este fue el lugar donde todo un barrio creció.