Dorota Kobiela: cine con olor a trementina

Hace cien años no ocurría un suceso tan curioso en el séptimo arte: “pintar una película”. Es la descripción rebuscada que le da la crítica a la hazaña de diez años de Dorota Kobiela y Hugh Welchman y otros 125 pintores. Un esfuerzo monumental que no sería ni el primero ni el último, por lo menos para Dorota, quien hace mucho tiempo estaba perfilando un estilo de arte que luego dio sus frutos.

Por María Camila Tapias Bedoya / mtapias691@unab.edu.co

Loving Vincent estrenada como Cartas de Van Gogh en Latinoamérica es el primer y más bello hijo de esta estirpe que ha podido tener el cine y la pintura. Por fortuna, el experimento resultó tan bueno, que otro ejército de artistas y una directora resignada a continuar una revolución aún sin nombre se prepara para hacer otra obra maestra.

Hasta el momento, Loving Vincent ha supuesto un logro en la historia del cine debido a la innovación técnica y visual al reconstruir las últimas semanas de vida de uno de los máximos exponentes del posimpresionismo, Vincent van Gogh. Sin embargo, vale la pena conocer qué entorno rodeó a la mujer que le dio vida, personalidad y lugar a la pintura en el cine.

La vena artística

La información sobre Dorota Kobiela es limitada, porque es tan novedosa como su propuesta, pero lo que hay es suficiente para entender el interés creativo de la polaca. Nació en 1978 en la ciudad de Byton al sur del Polonia. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Varsovia y posteriormente, debido a su creciente interés por las luces y las cámaras, decidió estudiar en la Escuela de Cine de Varsovia. Allí dirigió un cortometraje de acción real, The Hart in Hand (2006) y cinco cortos de animación: The Letter (2004), Love me (2004), Mr. Bear (2005), Chopin’s Drawings (2011) y Little Postman (2011). Este último fue el primer cortometraje de animación estereoscópica del mundo. Aquella innovación la llevó a ganar el premio a mejor cortometraje estereoscópico en el Festival de Cine 3D de Los Ángeles, 3D Stereo Media (Lieja) y 3D Film & Music Fest (Barcelona). Little Postman fue la premonición de lo que se avecinaba durante la ruta de maduración artística de la directora. No obstante, la incertidumbre y la fascinación en torno a la muerte del pintor neerlandés, dio lugar a un sueño más grande de lo qué pensaba.  

Un sueño reflejado sobre el Ródano

Loving Vincent no se proyectó con la complejidad en que desembocó. Dorota imaginó una fantasía sintetizada en unos cuantos minutos, tal y como lo había hecho con sus anteriores obras. Ya la producción había iniciado, hasta ese momento nadie más que ella trabajaba para el mismo fin. El verdadero desafío comenzó una vez se enamoró de Hugh. Sus perspectivas y compromiso sobre la mesa en pro de algo que podría ser mucho más grande se hizo visible.   

La dirección y escritura quedó en manos de Dorota y Hugh, así como también el asesoramiento de los 125 pintores que estarían trabajando para el largometraje. Se escribieron distintas versiones del guion, se dibujaron storyboards, se hicieron animaciones a computador y trabajaron con actrices y actores como modelos, tal y como Vincent lo hizo durante su vida para capturar el espíritu y la esencia de final de siglo. Todo este tedioso proceso para lograr de alguna forma que los personajes que hizo van Gogh fuesen quienes revindicaran y buscaran la verdad detrás de su tormento.  

Después de Vincent

Dorota Kobiela es el nuevo nombre que sonará en las escuelas de arte. Es la persistencia y la apuesta por un nuevo cine y una nueva forma de representar la vida, la muerte, la alegría y la soledad a través de la animación. Su revolución artística, una vez iniciada, es imposible de parar, pues trasciende los limites de lo imaginado en el medio. Apostó por sus pasiones e intereses e hizo posible una nueva forma de vivir, de narrar; en definitiva, de hacer arte.

Luego de Loving Vincent, los halagos y nominaciones fueron consecuencia de todo el cúmulo de años y tubos de pintura acabados para darle forma y color a un profundo sufrimiento emocional y, a su vez, a la admiración y enamoramiento por la vida de un personaje incomprendido.  

Dorota continúa explorando aquel camino que abrió en compañía de su esposo para extender la filmografía de este descubrimiento. La creación de The Peasants, su segundo largometraje realizado con la misma técnica y cuyo lanzamiento está próximo, se espera mucho más maduro y ágil en su producción. El compromiso es el mismo al que se hizo con Vincent mucho antes de pintar su película, porque el honor ahora es para la obra del nobel polaco Władysław Stanisław Reymont, quien de seguro se sentirá honrado de ser invocado simultáneamente por todos y todas aquellas artistas que trabajarán para darles vida a las ideas de estas promesas de la animación.

Sea cual sea la fecha de estreno, ya ganamos todos. Los creadores y los espectadores siempre nos beneficiaremos de cada obra de arte creada. Y esta tiene un plus enorme, la podremos degustar en las salas de cine.

Universidad Autónoma de Bucaramanga