Margarita y Nicolás durante las actividades que realizan en la biblioteca, las cuales incluyen leer, crear historias y dibujar. / FOTO DANA LIZCANO

Por Dana Lizcano Buendía/dlizcano129@unab.edu.co

El punto de lectura Metrolibro, ubicado en la estación de Provenza del Sistema Integrado de Transporte Metrolínea en Bucaramanga, tiene como invitados cada semana a Nicolás y Margarita Lara Téllez, dos hermanos que luego de clases pasan las tardes en medio de libros, actividades y dibujos.

Tres veces a la semana, Marcela Téllez, madre de los niños y fonoaudióloga de profesión, lleva a sus hijos al punto de lectura para que practiquen los que más disfrutan hacer: leer, escribir y dibujar.

Desde los dos años, estos hermanos demostraron ciertos intereses y capacidades, así lo recuerda Gustavo Lara, padre de los niños e inspector de seguridad industrial. “A Margarita desde pequeña le ha gustado que le lean, tiene esa curiosidad, ese saborcito por la lectura y Nicolás es más artista y de manualidades”, sostiene.

Otra característica que resaltan los padres es el lazo que existe entre los hermanos. Según ellos, rara vez discuten y se separan. “Siempre los van a ver juntos, pocas veces tienen problemas y se siente el apoyo que se tienen”, apunta Gustavo.

En Metrolibro los niños realizan talleres de lectura y manualidades. / FOTO DANA LIZCANO

El sueño de Margarita

Tiene ocho años pero se expresa como si fuera mayor; con facilidad para socializar y comunicarse, sus padres describen a Margarita como una niña “desparpajada, fantasiosa, imaginativa, elocuente y que ‘no come cuento’; inquieta, vive preguntándose el porqué de las cosas e investigando las respuestas a toda pregunta que se le atraviese”, destaca Marcela.

“El Principito” o la colección “Torre de Papel” son libros que madre e hija leen en los tiempos libres. Desde hace dos años, y por aprecio a la lectura, Margarita tomó la iniciativa de leerle, cuentos para dormir a su hermano.

Ella aprendió a leer cuando tenía dos años, sus padres le enseñaron y la guiaron en el camino de la lectura. “Cuando me inspiré en las letras de Rafael Pombo, José Asunción Silva y Gabriel García Márquez quise aprender a leer, sentí que las palabras se quedaron en mí, como una conexión”, dice Margarita, quien además cuenta que, a la hora de leer, prefiere concentrarse para sentirse parte de la historia.

Distinto a la lectura, Margarita juega fútbol y está aprendiendo a tocar guitarra. Marcela define a su hija como: “una niña como cualquier otra, juega con muñecas, con sus amigos del colegio y en el parque, pero lo que la hace especial es que siempre lleva consigo un libro y en su mente queda cada historia que lee”.

Margarita quiere ser bibliotecaria, dedicarse a escribir cuentos para niños y tener su propia biblioteca. En este momento está escribiendo “La princesa con poderes de plantas”, ella explica parte de su proceso de escritura: “me inspiro con mi imaginación y algunas veces con los libros que he leído”.

Nicolás Lara, Marcela Téllez, Gustavo Lara y Margarita Lara. / FOTO DANA LIZCANO

El anhelo de ser artista

Según estos padres, Nicolás es un niño “histriónico, dedicado, tranquilo, creativo, detallista y perfeccionista”. Esa última característica es una de las más marcadas en su personalidad, pues cuando se sienta a dibujar y queda mal algún trazo o no le gusta el resultado final, quita la hoja y lo vuelve a hacer cuantas veces sea necesario. “Cuando nos muestra sus dibujos y le decimos que le quedó lindo y eso, él comienza a criticarlo y vuelve a comenzar”, dicen sus padres.

Nicolás juega en el parque con figuras de acción, monta bicicleta y ve películas de superhéroes, pero, en cuanto a sus prioridades, “prefiere la plastilina antes que los carros”. Un cuaderno, un lápiz, un borrador y colores son su primera elección. “No es que no le gusten sus juguetes, también juega con ellos pero lo hace diez o veinte minutos, los deja y busca sus colores para ponerse a dibujar”, explica su madre. Cuando se aburre de jugar, se dedica a pintar: pasa horas plasmando personajes, momentos e historias en las hojas de su cuaderno. Lo que más disfruta inventar son gatos de diferentes colores, formas y tamaños.

Gustavo resalta de Nicolás su forma de dibujar. “Desde muy pequeño me ha gustado como coge el lápiz, es muy dedicado a las manualidades a dibujar, colorear o la plastilina”, asegura el padre. Asimismo, destaca la facilidad que tiene su hijo para crear y plasmar su imaginación en el papel. Marcela y Gustavo apoyan el talento artístico de sus hijos llevándolos a puntos de lectura o bibliotecas. Además, les compran libros, colores, plastilina, rompecabezas y todo aquello con lo que puedan desarrollar sus capacidades.

El punto de lectura al que asisten Margarita y Nicolás es uno de los trece que componen las bibliotecas satélite en la ciudad, los cuales tienen como referente principal la biblioteca Gabriel Turbay. Estos son apoyados por el Instituto Municipal de Cultura y Turismo y la Alcaldía de Bucaramanga.

Universidad Autónoma de Bucaramanga