En la Universidad Industrial de Santander, hay historias de estudiantes con proyectos de vida y sueños por cumplir. Nelson Enrique Trillos León, de 22 años, nativo de Bucaramanga, y Jorge Andrés Moreno Lozada, de 25, de Sincelejo, son dos ingenieros electrónicos que tomaron la decisión de hacer como tesis de grado el proyecto.
“Los dos tenemos padres ingenieros, por lo cual desde pequeños tuvimos interés en ese campo. Desde niño yo desperté el gusto viendo concursos de robótica y también porque cada juguete que me regalaban yo lo desarmaba para analizarlo”, cuenta Trillos León al recordar su infancia. Por otra parte, Jorge Moreno descubrió su vocación tras participar en un torneo de mecatrónica en la Universidad Santo Tomás de Aquino en el año 2009, en representación de su colegio, el Americano de Bucaramanga, y manifiesta que estudiar ingeniería ha sido la decisión más importante de su vida.
Desarrollo y creación de L-UIS
Los estudiantes de la UIS deben aprobar un ciclo básico para continuar con la segunda mitad de la carrera y al finalizar este ciclo, Trillos León y Moreno Lozada empezaron a coincidir en horarios.
A partir de estar en materias en común, comenzaron a trabajar juntos en aspectos académicos, hasta el punto de crear un lazo de amistad. “Somos amigos porque confiamos en el otro y porque hemos pasado muchas cosas juntos. Nos volvimos amigos porque empezamos a trabajar juntos en laboratorios y proyectos finales de materias”, cuenta Nelson Trillos, en Bogotá vía Skype.
Al haber tenido la oportunidad de participar juntos en el concurso UIS Ingenio con una aplicación para operar sillas de ruedas a través del celular, decidieron continuar en conjunto desarrollando la misma idea, pues Nelson descubrió el buen equipo que hacían: “Nos complementábamos bastante, mientras yo hacía hardware, él se especializaba en software”.

Después de una conversación cotidiana con el profesor Homero Ortega acerca de un bosquejo que tenían, éste les sugirió que crearan un robot que le facilitara los recorridos que tenía que hacer a diario a Guatiguará (Piedecuesta) lugar en el que se encuentra la sede donde tenía que dictar clase en ese momento y así llegaron las primicias de la creación del autómata, que lleva por nombre L-UIS.
Los desafíos no faltaron en el desarrollo de la tesis, pues en la parte económica se vio la necesidad de replantear el proceso en ocasiones incluso con la ayuda monetaria de la universidad. Poder plasmar por completo cada idea, también fue uno de los mayores retos, pues en el mercado internacional ya existen los robots de telepresencia, pero querían hacerlo con características diferentes, es decir, un robot especializado y cubrir las necesidades específicas de los docentes investigadores de la UIS, con adaptaciones como la presión, temperatura y humedad.
A pesar de no haber tenido un aporte económico como beneficio por el robot, los ingenieros se sienten satisfechos de que L-UIS les haya permitido graduarse con distinción de proyecto de grado laureado y, además, reconocimiento por parte de medios de comunicación de Bucaramanga.
Lo más importante es el orgullo que les da demostrar que los colombianos también son capaces de crear y diseñar como en otros países y motivar a otros estudiantes a impulsar al desarrollo de la región a través de este tipo de trabajos. “Yo considero que la educación debe ser el eje de cualquier sociedad y este tipo de proyectos podrían ayudar a docentes como una herramienta de comunicación interactiva”, comenta Moreno Lozada con satisfacción de haber aportado a la pedagogía de Santander.
Visiones a corto y largo plazo
Ambos electrónicos obtuvieron trabajos al poco tiempo de haberse graduado. Jorge en Bucaramanga se desempeña como desarrollador de software en una empresa de tecnología, de la cual saca el mayor provecho de conocimientos cada día. Por otra parte, Nelson trabaja en Bogotá en Procanbus donde desarrolla dispositivos de hardware y software para el sector automovilístico.
Los ingenieros aspiran a ganar becas para continuar sus estudios, ya que no quieren quedarse únicamente con lo que tienen, pues a pesar de haber tenido la capacidad de crear un robot de telepresencia, buscan ir encontrar un mayor crecimiento intelectual y profesional. Moreno quiere estudiar en Brasil y Trillos, por su parte no tiene un lugar específico.
El robot se encuentra en las instalaciones de la UIS. “Cuando me vine estaba en funcionamiento, hoy en día no sé, lo dejamos en la universidad primeramente porque la intención era crearlo para ayudar a los profesores y, además, para qué nos lo íbamos a quedar nosotros sin darle un buen uso”, expresa Nelson.
Los planes a futuro de los jóvenes ingenieros son continuar con el crecimiento del proyecto y llevarlo a otros campos donde podría solventar otro tipo de necesidades. “Aprovechar por ejemplo que la UNAB cuenta con la carrera de biomédica y pues para avanzar con este tipo de proyectos y como por ejemplo teleconsultorios”, es una de las ideas de Jorge para trabajar con más universidades de la ciudad.
De igual manera el robot puede ser adaptado para tener aplicaciones en el campo de la medicina. “Hay un robot de telepresencia para la telemedicina que cuesta aproximadamente 80 mil dólares (232 mil pesos colombianos) en el mercado internacional y sería genial crear uno en nuestro país”, es el aporte de Jorge para el futuro de la robótica.
Por Andrea Carolina Villamizar Blanco
Avillamizar162@unab.edu.co