Por Álex Esteban Riaño Jiménez
“Ey, ey. Patrón esté tranquilo que yo le cuido el carro”. Son las siete de la noche, el puesto de empanadas está abierto al público. Hay tres empleadas a cargo del despacho. No se sabe cuántas en la cocina. Como el interior del local, el frente es iluminado por un cálido color de una bombilla de tungsteno y varias luces led, que no se ven con facilidad. El frente del negocio es amplio, tiene como diez metros. Los colores que resaltan son el azul oscuro y un naranja rojizo, como el puente del Golden Gate. Al frente, o, mejor dicho, al lado, casi siempre mantiene un guardia de seguridad. Su nombre, a pesar de estar marcado en la parte superior de la camisa, «Dudeimer», casi nadie lo pronuncia. La gente del sector solo lo llama por la abreviatura de su oficio. Por eso, le dicen: El cela.
En el barrio Conucos, en el mismo local de empanadas, que queda ubicado en la calle 62, con carrera 32, se encuentra Dudeimer Nieto López. Tiene una cara afilada, es delgado, su color de piel es de un marrón intenso y con una estatura que no supera los 1.70 cm. En su normalidad, mantiene casi siempre con una chaqueta negra desgastada y una camiseta interior, que cambia según la ropa que le regalen. Se viste con una pantaloneta azul con dos bordados blancos por los lados o con un short verde militar. Como accesorios tiene una gorra blanca con líneas de azul oscuro, además de unos zapatos desgastados, de color negro. Y como implemento de trabajo, un palo rectangular que tiene aproximadamente 40 cm de largo y 5 cm de ancho.
Conucos y Óscar
Dudeimer le confesó la situación a un compañero con el que parchaba en la Cumbre. Caliche, amigo y consejero de la calle, le recomendó que se fuera para el barrio Conucos. Desde entonces, ha trabajado al lado del puesto de empanadas como vigilante de carros. Ya lleva ocho años allí. Ha tenido varios conflictos con otros que llegan al lugar. Menciona que los que llegan, buscan robarle el puesto, pero él no se deja. Uno de ellos fue Óscar, quién ahora es su socio.

Óscar lleva 10 años en el barrio. Él tiene la misma estatura que Nieto. El mismo color. La misma contextura física y se visten casi igual. Pero en los rasgos faciales no son parecidos, además de que Óscar solo tiene un ojo. Es más esquivo para las preguntas, aunque se comunica mejor con las personas. Es más atento y tiene una actitud más alegre.
No se sabe qué hacía Óscar cuando llegó Nieto al barrio. Tampoco cómo fueron los conflictos entre ambos. Mucho menos cómo llegaron a ser socios. Sin mencionar el por qué desde hace un año Óscar le debe dar la mitad de lo que recoja en la noche. Que, según Nieto, es un promedio de $20.000. Sin embargo, hay días que no recoge dinero. Además de que el horario de trabajo es de 6:00 p.m. a 9:00 p.m. Para compensar esas noches, Óscar recoge reciclaje cuando sacan las basuras y lo vende en diferentes lugares.
Un día de conflicto para Dudeimer
Son las 9 p.m., el negocio de empanadas cierra, los carros dejan de llegar y la noche se pone cada vez más fría con la brisa que sopla desde oeste de la ciudad de Bucaramanga. Óscar y Dudeimer tienen actividades distintas. El primero se dedica a salir por el reciclaje de la noche para luego venderlo. El segundo se va a dormir en algún andén del barrio Conucos o debajo del puente La Flora.

En la última semana, Nieto no ha podido dormir debajo del puente. El ambiente está pesado por allá. Además, queda cerca del barrio Antonia Santos, lugar donde lo quieren “joder”. ¿El motivo? Robó $500.000 en droga. Sumado a esto, la última vez que fue a dormir, tuvo un conflicto con alguien y casi pierde un ojo.
Según Dudeimer, el hombre que lo atacó lo había amenazado días antes con estas palabras: “lo voy a joder”, “le voy a pegar una apuñalada a traición”. Y una noche se encontraron. Nieto lo llamó y le dijo: “¿qué era lo que usted me decía?”. El otro no contestó, agarró una botella que tenía partida y se le lanzó.
Era de noche. Había poca luz. Se lograban apreciar las siluetas de cada uno. El primero lanzó el botellazo. Este golpe iba directo al ojo. Nieto se agachó. Sintió como le rozó una parte de la cabeza. Cuando supo que podía medio pararse y con la adrenalina a fuego, sacó su patecabra. Se le tiró al cuerpo. Lo tumbó y le propinó cuatro patecabrazos.
Breve historia de Dudeimer
Dudeimer Nieto es de Gamarra, César. Este municipio queda por el sudeste del departamento colombiano. Limita al norte con el municipio de La Gloria, al sur y sudeste con Aguachica y al oeste con el departamento de Bolívar. La principal actividad económica del pueblo es la pesca. Nieto recuerda que se tuvieron que ir de allá cuando tenía un año de vida. Si no se conseguía pescado, se aguantaba hambre y si cogían muy poco pescado, no tenían dinero para las necesidades básicas. Por ese motivo, su padre y toda la familia llegó a Bucaramanga en 1990. El círculo familiar era conformado por su padre, hermano y él. La mamá los abandonó cuando nació Dudeimer.
Primero vivieron en el norte de Bucaramanga. Luego, a los 14 años de haber llegado, se trasladaron para la cumbre. En este barrio, Nieto descubrió las drogas y comenzó a fumar cuando tenía 15. Por la misma adicción que tenía, confiesa que lo echaron de la casa por robarle el dinero a su padre: “Porque empecé a fumar droga y a robar en la casa y todo. Le robaba plata y todo el arriendo que tenía. Un poco de los recibos y todo por la droga”. Desde entonces no ha vuelto y ha vivido en la calle. Solo sabe que su hermano, Luis Antonio Nieto López se encuentra en San Pablo, Sur de Bolívar, lugar de donde es su madre.

Para entender un poco las cifras de desempleo y pobreza en Colombia, hay que señalar que, según el DANE, la tasa de desempleo a nivel nacional es de un 12,3% al igual que en el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB). Pero los índices de pobreza monetaria son de 42,5%. En el caso de pobreza extrema monetaria, el porcentaje es de un 15,1%. Esto a nivel nacional. El AMB en el 2020 registró, según el DANE, 509.177 personas en pobreza monetaria. 165.035 más que en el año 2019. Y en el caso de pobreza extrema monetaria registró 181.044 personas. 130.169 más que en el año 2019.
Ahora, regresemos con Dudeimer. En el 2004 empezó a vivir en la calle. Consiguió varios trabajos: vidriería, construcción y latonería de carros. En ninguno duró demasiado. Dice que por la droga. Era un consumidor, además de vendedor. Por ese motivo, en el año 2013 tuvo que irse del barrio la Cumbre. Ya tenía varios enemigos. Unos le querían robar la droga, otros lo querían matar y desde ahí todos los días se expone, pero ese es el único camino que le queda para sobrevivir en la selva de cemento.