Alba Cecilia Pereira es una venezolana de 49 años que llegó a Bucaramanga en 2004, pero solo hace cuatro encontró un vacío legal entre el Consulado venezolano y las personas que forzadamente tienen que abandonar su país nativo en búsqueda de mejorar su calidad de vida.

Fue así como surgió su idea de ayudar a quienes se encuentran vulnerables y desamparados en la ciudad. Inició con un grupo pequeño; sin embargo, su actividad se convirtió rápidamente en un voz a voz que desde 2013 ha tomado fuerza y hoy día, Pereira es considerada como un personaje que además de ser representativo en Santander, es la portadora de esperanza para aquellos que buscan una ayuda humanitaria, pues saben que legalmente su situación en muchos de los casos no les permite conseguir un empleo para subsistir y su única opción es acudir a quien les brinde la mano.

“Muchos han vendido lo poco que tienen para poder estar aquí. Cuando llegan a Bucaramanga no tienen donde quedarse y tampoco papeles legales para trabajar. La gente intenta conseguir un empleo, pero les pagan por debajo del valor mínimo que equivale a un día laboral. Por tanto, el dinero no alcanza. Dígame ¿quién vive con 300 mil pesos al mes? Nadie. Además, ninguno de ellos se atreve a dar la cara porque se arriesgan a la deportación”, afirmó.

Pereira llegó a la ciudad luego de ser víctima de un saqueo que sufrió en su restaurante llamado La Junquera, ubicado en El Junquito, Caracas. Con el paro desatado de la industria petrolera contra el gobierno del expresidente Hugo Chávez Frías, se llevó a cabo un revocatorio pidiendo una reforma. Debido a esto, durante un tiempo hizo parte de las listas denominadas ‘Tascón’, las cuales restringen al venezolano ‘antichavista’ de cualquier beneficio. Es así como decide arribar a tierra colombiana, buscando un nuevo rumbo con algunos ahorros. “Desde un principio fui ‘antichavista’. Nunca estuve a favor de Chávez, ni mucho menos de sus apreciaciones e ideas locas de país. Tampoco de su socialismo revolucionario del siglo XXI”, aclara.

Es graduada con el título de chef, una pasión que le despertó a los 11 años y que hoy día, sin importar las circunstancias, logra materializar en su vida.

Estando en la capital santandereana logró ejercer su profesión en la empresa Sembrando Habilidades, allí se desempeñó durante siete años enseñando el arte culinario. Al término de este tiempo, los siguientes tres años trabajó para otras empresas realizando el mismo ejercicio, pero le llamó la atención la situación de los inmigrantes de su país natal, y fue hace cuatro años cuando empezó su camino como vocera de aquellos que hoy se encuentran en las aceras de la ciudad.

Según Alba Cecilia Pereira, son cerca de 15 habitantes de calle los que deambulan en el área metropolitana y que concurren en parques como el Centenario, San Pío y el parque central de Floridablanca. A pesar de que las cifras no son exactas, desde la Secretaría de Desarrollo Social de Bucaramanga, a cargo de Jorge Figueroa Clausen, los reportes apuntan a que son más de 80 venezolanos los que actualmente están sin dinero, enfermos, sin ningún tipo de alimento y a falta de un techo para su resguardo.

Desde dicha Secretaría se asegura que por medio del programa ‘Habitante de calle’ sería posible brindar una ayuda para contrarrestar la situación, siempre y cuando tuvieran en regla todos sus documentos, pero como en muchos de los casos no es así, no se tiene el poder jurídico para ofrecer una ayuda y salvaguardar a estar personas.

Una economista y una chef que al articularlas crean en 2013 una idea de negocio, inician entregando sus platos vía domicilio, pero gracias a la aceptación de su público, el 18 de agosto del mismo año logran abrir su propio restaurante; ‘Sabor aquí’. /FOTO CARLOS ALBERTO SUÁREZ B.

‘La embajada de Venezuela’

Al tiempo que Pereira decide encaminarse en la lucha diaria para ayudar a otros, inició su proyecto, junto a la economista Constanza Pérez. Se trata del restaurante ‘Sabor aquí’, ubicado en el barrio San Alonso. Abrió sus puertas desde el 18 de agosto de 2013 y desde entonces lo denominan ‘la embajada de Venezuela’, le apuesta a la comida típica de ese país.

El lugar también es sede de eventos anuales para recolectar mercados, ropa en buen estado, pañales y productos de aseo, entre otros, que son suministrados no solo a sus ‘hermanos venezolanos’, sino a todo aquel que lo necesite.

El 29 de diciembre de 2016, esta venezolana en conjunto con su amigo y paisano Daniel Zorrilla, llevaron a cabo un evento con el nombre de ‘Ayudatón’ que además tuvo como eslogan ‘Dale la mano a un hermano’. Dicha actividad se realizó en su restaurante y las donaciones que fueron aportadas lograron suplir algunas necesidades hasta finales de enero del presente año.

Su labor es humanitaria y de corazón. Además, ha realizado labores con fundaciones como Iris, Abad, Job e incluso con el Hospital Universitario de Bucaramanga (HUS). También agrega que profesionales como abogados y médicos se unen a esta causa ofreciendo sus servicios sin ningún tipo de retribución.

“Que una persona se rehabilite es orgullo para mí”

Juan Camilo González, un licenciado de 27 años, es uno de los tantos venezolanos que pisaron tierra santandereana debido a la crisis. Llegó con un pasaporte de turista que lo imposibilitó de ejercer su profesión, llevándolo hasta las últimas instancias como tener que dormir en los alrededores del parque Centenario de Bucaramanga. Aun así, la situación de González tuvo una respuesta rápida. Pereira recibió una llamada en la cual le ofrecían una estadía y trabajo para González, y actualmente este licenciado se encuentra en una finca de Lebrija (Santander) realizando labores varias mientras logra definir su situación legal.

Otro de los casos que ha tenido relevancia durante lo transcurrido del año, es la familia Romero, conformada por seis hijos y los dos padres. Arribaron a la capital santandereana, ya que uno de sus hijos necesitaba con urgencia una cirugía a corazón abierto que en Venezuela no lograron atender. El primer “hotel” que encontraron fueron los pasillos del Parque de los Periodistas, pero la fundación Abac logró atender la situación y prestar un resguardo para estas personas. Pereira, tras conocer el caso, continúa su labor humanitaria con ayudas no solo para estas personas, sino para todas aquellas que residen dentro de la fundación.

Alba Cecilia Pereira asegura que lo único que le impide ayudar a más personas que sabe que lo necesitan, es la situación económica. El no tener recursos suficientes para abarcar a los más necesitados. No obstante, no desiste de sus sueños, entre los cuales está tener un hogar de paso y un taller en donde se le pueda enseñar a la gente a realizar oficios como la carpintería, cocinar, atender a personas enfermas o cuidar niños.

Por Carlos Alberto Suárez B.

esuarez387@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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