Por Diana Mendoza / dmendoza661@unab.edu.co
Desde 1964 llegó a Bucaramanga YMCA, y en 58 años ha creado y desarrollado programas con el propósito de propender por el bien común en temáticas crudas como: hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, paz, justicia y fin de la pobreza.
Gran parte de la labor que realizan es con habitantes en condición de calle. Su programa Y-maná es uno de ellos, que tiene por objetivo llevar alimento a personas sin hogar que se encuentran en el centro de Bucaramanga. “Nos dirigimos a este sector, principalmente, porque es conocido como uno de los focos de mayor expendio y consumo de drogas de la zona”, comentan algunos de sus participantes, quienes cada sábado en la tarde se encuentran en las instalaciones de la ONG para iniciar su recorrido.
Cada voluntario aporta entre 2.000 y 3.000 pesos para la compra del pan que es repartido a los habitantes. A su vez, los líderes se encargan de preparar agua de panela, complemento de la merienda. Se distribuyen tareas, coordinan su recorrido y están listos para salir. Dejar cada punto limpio después de cada entrega, y acompañar con una conversación, sonrisa o abrazo es clave.

«¡Agua e ´panela!» cantan los líderes, y responden los voluntarios «¡con pan!», continúan los líderes «¡ellos no son de la calle!”, y terminan los voluntarios con «¡son nuestros!», «un canto que está relacionado con el objetivo principal de la actividad: reconocer el valor humano que hay en estas personas, las cuales son excluidas de la sociedad por su condición. Es una forma de darles visibilidad y de demostrarles que hay personas que se preocupan por ellos”, afirma Natalia Hernández, líder de Y-maná.
En cada recorrido, son aproximadamente 80 personas las que se encuentran y se benefician de este programa. Su ruta termina en la plazoleta del Intercambiador de la carrera 15 con Quebradaseca, donde generalmente, la gran parte del refrigerio ha sido repartida. Al final, el coordinador de la actividad socializa el balance del Y-maná del día.
El maná en la biblia era el pan enviado por Dios a los israelitas durante los cuarenta años que deambularon por el desierto, Y-maná busca ser ese pan para quienes lo necesitan.

De manera coyuntural, no solo propios se han visto beneficiados con la gestión de esta ONG, también muchos inmigrantes, como es el caso de Margarita González, quien hace cinco años llegó de Venezuela a Bucaramanga. “Por obras como estas, muchos venezolanos queremos a los colombianos, por ese noble corazón. No todos son capaces de hacer esto”, enfatizó González, quien, al llegar a la ciudad, esperaba cada sábado a estas personas desconocidas para ayudarla a ella y a su hija, de tan solo 12 años.
También, Y-maná es un programa que cambia la visión de muchos jóvenes y adultos participantes sobre los habitantes de calle; personas marginadas, borradas y rechazadas diariamente, una problemática de Estado que con esta iniciativa se busca atender, pero principalmente visibilizar.