El casco antiguo de Girón en el olvido

Girón pertenece al grupo de pueblos considerados Patrimonio de la Nación. Hoy su situación es igual de imprevisible como las cualidades que lo hacen histórico. Esto es un jalón de orejas, un balde de agua fría y una bofetada en la cara a la población santandereana… y especialmente a la política regional.

Por Lizeth Johanna Delgado Gutiérrez y María Camila Tapias Bedoya / ldelgado67@unab.edu.comtapias691@unab.edu.co

A sus casi cuatrocientos años, al viejo Girón solo le han quedado unos pocos brochazos del pasado: un camino empedrado fragmentado, las casas de bahareque con puertas enormes y las tinieblas de una noche sin estrellas. Ahora, el pueblo tiene insomnio y en el crepúsculo las casonas ya no inspiran el misterio de antes.

En el día, la Basílica Menor Santuario Señor de los Milagros ordena, cual líder a su manada, a todas las casitas a su alrededor a una congregación eterna. Mientras el parque principal se cubre bajo unas extensas lonas verdes y rasgadas con mensajes que encrudecen más su aspecto: “Plataforma juvenil resiste”, “menos política, más cultura”. La gente se amontona en los diferentes puesticos de ventas que rodean al parque. El tráfico es movido. Los motociclistas despiertan la calle con el ruido de los motores, levantan polvo y algunas piedras al pasar. Los carros pasan con lentitud buscando cazar un parqueadero desocupado. A las 10 de la mañana la multitud sale lenta y tranquila de la misa, libres de todo mal. Justo al lado, la fila de gente que espera su turno para entrar al cajero crece. La frente les suda y en un intento tonto de huir del sol, se pegan a la pared buscando alivio. 

A unas cuantas cuadras, en el parque Peralta, también conocido como el parque de los novios, los andenes son tan angostos al punto de que las conversaciones terminan, por momentos, siendo una. El parque está delimitado por las mismas casitas que hay cerca de la Basílica: blancas todas, con las mismas ventanas grandes de madera y sus tejados cubiertos por una manta de musgo. El romanticismo y sus viejos tiempos de gloria aún se ven reflejados en la intimidad que el espacio cerrado y medio oscuro evoca al no tener otra salida que un pequeño camino que lo atraviesa por la mitad. Ese mismo camino poco a poco se funde con el pavimento tosco que espera a la salida del lugar, recordando al caminante que ahí acaba la magia. Ahí mismo, en la Concentración Escolar “Eloy Valenzuela” hay niñas y niños asomándose en la puerta, mientras que a otros apenas les dan el beso en la mejilla, salen disparados para llegar a tiempo a sus clases. El sol que se alza encima de la copa de los árboles dibuja con precisión las siluetas de las hojas sobre la piedra lisa e inmaculada del parque. Hasta el momento ninguna persona o pareja enamorada a la vista, o al menos una que lo aparente.

Del «Peralta» derecho por la carrera 28, el trayecto tiene unas dimensiones parecidas a la de la parada anterior. En el camino se encuentra un puente corto de piedra que alguna vez sirvió para esquivar las aguas crecidas de un río extinto, del que solo se intuye su existencia por la forma en que los muros rodean al montón de piedras, árboles y maleza que creció sobre el cadáver de aquello que alguna vez fue agua. Una cuadra más allá se encuentra el parque Las Nieves, una planicie con unos cuantos arbolitos no muy viejos por el tamaño de sus troncos y con unas nueve bancas de madera desteñida distribuidas en los laterales. La apariencia de las casas persiste y, de nuevo, una capilla de más de cuatro siglos se alza entre el resto de las casas que le rodean como un monumento.

Girón con amnesia

Girón pertenece al selecto grupo de pueblos patrimonio de Colombia. Solo 17 de los 1.123 municipios del país gozan con la suerte de que su historia siga en pie en la lucha contra el tiempo. Sus calles empedradas, la inevitable presencia del catolicismo y arquitectura tradicional delatan su origen, pero sobre todo su historia colonial.

Los siglos pasan y el suelo gironés es testigo de esto. Los calendarios se cambian, las generaciones cambian, pero el pueblo y su arquitectura permanecen, aunque, según Johanna Castellanos Parra, asesora cultural de la Secretaría de Cultura y Turismo y vigía del patrimonio de Girón, la conservación, la cimentación y la arquitectura de un pueblo reliquia e icónico para Santander está en manos de quienes lo habitan. El valor simbólico que tiene Girón es tan importante como el de los otros dos pueblos del departamento que hacen parte de esta élite de belleza e historia nacional (Barichara y El Socorro).

Para los de antes, el pueblo, el parque y las iglesias tenían un valor sentimental. En cada esquina del municipio hay un recuerdo que se fabrica cíclicamente, los parches con amigos, las reuniones familiares o las escapadas románticas, son el motor de un lugar que vive del recuerdo.

Girón está a escasos 20 minutos de Bucaramanga, y lo que antes parecía una travesía, ahora está a la vuelta de la esquina, y por ende no logra escapar de lo citadino. Una modernidad necesaria y mal ejecutada carcome de a poco a la Villa de los Caballeros.

Gironeses de pura cepa, como Sergio Andrés Rincón, desean que su pueblo conserve el estilo colonial de su adolescencia. Quiere el parque de los ochenta que a sus ojos era lo justo y lo suficientemente bonito. Rescatar y fomentar la historia, la cultura y el patrimonio es clave para una comunidad cuya economía sobrevive en gran medida del turismo de locales y extranjeros. Sin esto, ¿qué queda por visitar?

¿Qué es eso de “ser patrimonio”?

Si aún no tiene claro por qué Girón es un pueblo patrimonio de Colombia, no se preocupe, es muy simple: Girón tiene una arquitectura colonial (casas, parques, iglesias, calles y puentes), que pese a las modificaciones en la construcción del territorio aún se conserva desde su fundación. Este estilo comprende que las casas sean, mayormente, de un solo piso y que las fachadas den la apariencia romántica y añeja. Pero la descripción colonial supera lo imaginado, un recinto donde todo se ve igual, la remodelación de las casas y hasta los locales comerciales se someten al estilo arquitectónico que dispone el Casco Antiguo (como se le conoce a la zona colonial de Girón). Las calles son en piedra, piedra recogida del río de Oro y los andenes son estrechos, como para caminar en fila india.

Entre el patrimonio existen dos clasificaciones: el patrimonio inmueble, es decir, las propiedades, este es el que posee Girón, y el patrimonio mueble, que se refiere a los objetos, utensilios o pertenencias de los próceres o mártires.

En la actualidad en el municipio se está llevando a cabo una remodelación al parque principal, cosa que tiene con los pelos de punta a más de uno, pero no por la expectativa estética de cómo quedará el parque, sino por los constantes pleitos que se han generado a causa de la famosa remodelación. A un lado del ring están los que quieren la remodelación y modernización del parque y en el otro lado están los que piden conservar el diseño colonial del parque, quieren que se mejore, sí, pero que no se cambie su diseño.

El parque en disputa

Desde 2020 en San Juan de Girón, en cabeza del entonces alcalde Carlos Alberto Román Ochoa y su Secretaría de Vivienda, se habla de un proyecto de remodelación para el parque principal, que estaba descuidado y olvidado, mejor dicho degenerado.

Remodelar la plaza de bancas rotas, árboles secos y pisos levantados, no era tan fácil por su condición de Patrimonio Nacional. El proyecto fue consolidado por la Asamblea Departamental y fue la Gobernación quien lo adoptó y lo incluyó en el Plan de Desarrollo, que tenía como objetivo remodelar 12 parques de Santander. 

Después de varios meses la decisión se tomó, pero un sentir quedó entre muchos habitantes: se ignoraron las inquietudes de la comunidad y las voces de quienes declaraban que el parque no debía tener una remodelación sino una restauración. Los funcionarios públicos guardaron silencio ante las preguntas y cuestionamientos, nunca respondieron a la inconformidad del grupo de conservadores del patrimonio e iniciaron el proyecto, que hoy continúa en “trabajo de remodelación”. 

Hubo varías disyuntivas, una de ellas fue el uso de materiales para la obra, ya que, por ejemplo, no se usará piedra del río de Oro, sino que se usará en su gran mayoría piedra de Barichara -como ya se hizo en otro proyecto llamado la Alameda de Girón-. Una discordia, que para muchos es el reflejo del manejo ilógico que se le da al patrimonio del pueblo, pues ¿qué sentido hay en que el municipio tenga en su parque principal piedra de otro lugar?

Pese a los tantos cambios de alcalde entre Carlos Román, Yulia Rodríguez y encargados, sus conflictos y el cambio de color de la Alcaldía de Girón, el proyecto avanza y ojalá beneficie a todxs los gironeses, nativos, turistas, vendedores ambulantes, niños, jóvenes, adultos y ancianos. 

Una crítica para espabilar

Con ánimo de criticar, planteamos unas cuantas preguntas:

Sabemos la importancia de que existan Pueblos Patrimonio que conservan nuestro origen colonial y que permitan hallar diversidad arquitectónica en Colombia. Pero al parecer las entidades encargadas de su restauración y cuidado no lo saben, o se hacen los locos.

El Ministerio de Cultura estableció el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP). En el papel, el PEMP es el instrumento de planeación y gestión para la conservación del Patrimonio Cultural de la Nación, en el papel. Se supone que el Ministerio se encarga de analizar las obras mediante este plan, que tiene entre sus objetivos: establecer las condiciones físicas, de mantenimiento y de conservación de los bienes.

¿Dónde estuvo el Ministerio de Cultura mientras se planeaba la remodelación del parque principal? ¿Cuál fue la gestión y análisis que se realizó sobre este proyecto que afectaba el Patrimonio Cultural de la Nación?

¿Quién vela por las necesidades de quienes laboran a los alrededores del parque principal? En una solución rápida los apiñonaron en las calles desde que se inició la remodelación, pero entre las heladerías de calle y las tiendas crece el rumor de que este nuevo parque olvidará a sus trabajadores y trabajadoras informales. 

¿Quién asume la dirección administrativa de un pueblo que estructuralmente está tan fracturado como las rocas de sus calles? ¿Qué va seguir pasando con un pueblo que cada vez está más cerca a ser ciudad? ¿Acaso la necesidad humana de un mundo moderno terminará por vencer parte del testimonio histórico de la resistencia de generaciones en nuestro país, o habrá alguien o algo que piense con cabeza fría cómo lograr el sincretismo entre el pasado, el presente y el futuro de Girón?

Universidad Autónoma de Bucaramanga