Por Daniela Bueno Ruíz
dbueno555@unab.edu.co

En julio del año pasado, mientras el presidente Iván Duque firmaba la ley que daría inicio al Ministerio del Deporte y miles de personas en el país salían a protestar por los derechos de los líderes sociales, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) publicó el informe de desempleo. Este mostró que la tasa de desempleo para ese momento era del 10,7 %, un porcentaje que demostraba que 2,6 millones de personas estaban sin trabajo en el país.

El 31 de agosto se dieron a conocer las cifras correspondientes a este año. De 2,6 millones de personas desempleadas, el país pasó a tener 4,5 millones, lo que representa el 20,2 %. Todas estas cifras tienen una razón: el cierre de la actividad económica en Colombia. Durante la cuarentena eran pocas las empresas que podían seguir con su actividad normal. Entre esas estaban las que producían alimentos y las relacionadas con los servicios de salud. Los estragos que causaron los despidos masivos afectaron a esos casi cinco millones de colombianos.

María José López Mantilla hace parte de esa cantidad de personas desempleadas. Después de ocho meses trabajando en el laboratorio Patología y Citología S.A.S. como auxiliar administrativa, recibió la carta que le notificaba que ya no necesitarían más de sus servicios. Desde el 16 de abril quedó sin empleo y su último sueldo lo recibió el 1 de mayo. De recibir citologías y registrar pacientes en el sistema pasó a hacer postres de limón y maracuyá para poder solventar sus deudas. Pero esta alternativa solo le alcanza para pagar una de las tres cuotas que tiene. “En mi casa afortunadamente mis papás entienden la situación y respecto a las otras deudas aún tengo tiempo de gracia”, afirma la joven de 19 años.

Lleva 20 semanas sin poder aportar para los servicios de su casa, y está atrasada en seis cuotas del crédito que tomó en la Fundación de la Mujer. La afectación no solo ha sido económica, anímicamente se ha sentido frustrada. Antes de trabajar en el laboratorio laboraba en un restaurante de comida peruana. “Me acostumbré a tener plata para comprarme mis cosas sin tener que pedirles a mis papás. Pasar de eso, a decirles que necesito tal cosa o que no tengo tal otra es triste”, dice.


Mayo fue el mes con el mayor porcentaje de desempleo en lo que va del 2020, con 21,4 %. / FUENTE DANE

Mayo, el mes en que María José recibió su último pago, ha sido el momento del año en el que se ha registrado el porcentaje más alto de desempleo con el 21,4 %, un poco más alto que el de julio (20,2 %). Las mujeres fueron las más afectadas en materia laboral, pues mientras los hombres representan un 17 %, el porcentaje de las mujeres desempleadas es del 25 %. Dentro de ese porcentaje también se encuentra Rosa Helena Olarte Celis.

Desde 1997 trabaja en Asodmevipo, una asociación de venta de lotes ubicada en Girón. En su labor como secretaria de gerencia y revisora fiscal, ha estado presente en la venta de 653 lotes que le dieron vida a la urbanización Riveras del Río. Desde el 18 de marzo, en el inicio de la cuarentena, su trabajo paró por completo. Después de 23 años yendo de lunes a viernes a su oficina, tuvo que permanecer en casa. Aunque no tenía un sueldo fijo, el valor de este estaba entre uno a tres millones de pesos. Con este dinero pagaba la cuota de su casa, tarjetas de los bancos y suplía los gastos de su hogar y de dos de sus tres hijos.

“Esto para mí fue terrible, estoy acostumbrada a trabajar desde los 16 años y no depender de nadie”, dice Rosa Helena. Vive con sus dos hijas de 11 y 19 años y su pareja. Confiesa que había días en que entraba en depresión pensando en todos sus gastos. Poco a poco se fue acostumbrando a estar nuevamente en casa, pues para ella volver a los oficios del hogar fue como “devolverse en el tiempo”. Desde julio empezó a ir nuevamente a la asociación una vez por semana. El trabajo no es mucho pero con suerte algunas personas van a pagar las cuotas de los lotes y ya eso es una ayuda para ella.

Desde 1 de septiembre empezó el aislamiento selectivo, esto dio paso a la apertura económica gradual en el país. Personas como Didier Andrés Ruiz volvieron a sus labores. En una empresa que produce filtros para vehículos la producción no paró del todo. De los 445 empleados solo ingresaron 90 para continuar con sus labores en junio. Durante cinco meses Didier estuvo sin trabajo, afortunadamente recibió tres quincenas después de la suspensión de su contrato. Al igual que Rosa Olarte, sus respectivas empresas les continuaron pagando la seguridad social. Pero la falta de trabajar y los gastos económicos no pararon.

Las industrias más afectadas fueron las del sector del cuero y calzado y autos y autopartes. / FOTO DE ALFONSOMORANT.COM

En el caso del joven auxiliar de mantenimiento electromecánico industrial, los ahorros no le duraron mucho. “Tuve que sacar préstamos de paga diario, porque ya me veía sin un peso”, afirma. En esos seis meses salía a hacer “barbachitas”, como pintar alguna casa o arreglar las cosas de hogar.

Universidad Autónoma de Bucaramanga