Josefina Morales sonríe cuando evoca el recuerdo de su padre. Horas antes de la serenata y premiación, se encontraba en la Casa Maicenitas hablando sobre él. / FOTO JULIÁN SARMIENTO

Por Paula Oliveros Hincapié / poliveros@unab.edu.co

Una las actividades culturales que se realizaron en el Festival de la Canción Inédita, José A. Morales fue la serenata en la que se conmemora al músico santandereano. Los socorranos se reúnen alrededor de la tumba del compositor, que se encuentra en la Casa de la Cultura del Socorro ‘Horacio Rodríguez Plata’, para entonar sus canciones. Josefina Morales, hija del compositor, asiste a este homenaje para evocar el recuerdo de su padre.

Este año la cita fue el domingo 22 de septiembre a las 12 de la medianoche, después de la premiación final del concurso. Admiradores del artista, así como los músicos ganadores junto con los asistentes al encuentro, entonaron las canciones. Josefina Morales de Rodríguez, la única hija del compositor, como todos los años, fue el centro de atención.

Al iniciar, Morales pidió un padrenuestro para el alma de su padre. Después, entre lágrimas y con voz nostálgica, le habló: “Papi, mira toda la gente que está aquí haciéndote este homenaje”. Fue la expresión de una mujer que amó a su papá y que lo creyó inmortal.

“Uno cree que a su papá no le va a pasar nada, que no se va a morir, pero Dios quiso que las cosas fueran así, y aquí estamos, luego de 41 años de su muerte, con homenajes y gente cantándole”, dice de pie frente a la tumba.

El cuerpo del compositor se trasladó desde el cementerio del Socorro a la Casa de la Cultura donde inicialmente se le hizo la serenata, que continúa como tradición. / FOTO DANIEL GALVIS

Se toma las manos para cantar la primera canción: “Un Rinconcito Amable”, que dice “estoy buscando un rinconcito amable donde descanse en paz mi cuerpo enfermo”. Fue por esto que tomó la decisión de enterrarlo en el pueblo donde nació.

El músico nació en el municipio en 1913 y falleció en 1978, cuando ella tenía 43 años. Ese día lo describe como muy triste y hermoso a la vez pues en toda Colombia se notó la admiración y agradecimiento por el arte de su padre. Ahora no deja de ser difícil para ella, sin embargo, dice que aún puede sentirlo a través de su música.

El empresario Carlos Ardila Lülle, gran amigo del compositor, facilitó dos avionetas para que trasladaran el cuerpo desde Bogotá. “Primero llegamos a San Gil y luego lo trajeron acá, lo llevaron a la Casa de la Cultura y le hicieron serenata. De allí empezó todo el festival grande aquí es Socorro”, cuenta esa mujer de 84 años.

“Lunita consentida colgada del cielo como un farolito que puso mi Dios, para que alumbraras las noches calladas de este pueblo viejo de mi corazón”. Esta estrofa fue entonada por todos los presentes en el lugar y Josefina también lo hizo.

Y es que el Socorro le trae recuerdos de la época de estudio, cuando su padre la recogía en la escuela y ya vivían en Bogotá. “Llego aquí y me parece verlo por todas partes, veo el pueblo y es como si saltara por los charcos brincando cuando salía de la escuela con él”, comenta. Actualmente vive en un apartamento en Bogotá, pero por lo que significó el pueblo para su padre, sigue visitándolo.

La tercera de la serenata fue la canción “Amistad”, un vals interpretado por los Hermanos Martínez, que según su hija habla sobre una de las características más representativas del músico. “Él fue un hombre correcto que valoraba y apreciaba la amistad”. En este momento el orgullo se hace notorio, con una sonrisa que sale en medio de sus lágrimas, mientras mira como representando este valor, a su amigo Pedro Manuel Pérez Villareal, el director de la Casa de la Cultura.

El momento más emotivo fue cuando entonaron “Mi Carta”. Horas antes, esta hija contó que se sentía sola desde la ausencia de su padre, su madre y su esposo, y aunque tuvo seis hijos, entiende que cada uno tiene su hogar y no es lo mismo. “Lo sigo llorando mucho. Oigo mucho, cuando me siento sola, su música. Tengo sus discos cantados por él”, asegura.

Para recordarlo Morales enseña sus composiciones, y el ejemplo que le dio. Habla a sus hijos sobre quién era su abuelo, “como un hombre recto y honrado. Para mí él fue una persona maravillosa, uno lo veía en su rectitud, en sus amistades, en su música, para mí él era indestructible”, dice.

Lo cierto es que su legado sigue vigente. Los mensajes de sus melodías se escuchan en todo el país, y en el Socorro los niños, tal como se demostró en el Concurso Juvenil siguen interesados por el repertorio que dejó el compositor. Este es también uno de los atractivos del festival. Está dirigido a niños entre los siete y once años, y a jóvenes de doce a diecisiete años, en la modalidad “Solista Vocal”.

El tiple del compositor permanece, junto con otros objetos de importancia, en un salón del museo de la Casa de la Cultura. / FOTO DANIEL GALVIS

Allí se presentan ritmos folclóricos tales como bambuco, danza, pasillo, guabina, torbellino y vals. Este año la ganadora en la categoría juvenil fue Daniela Cala Plata, quien con trece años se lleva el primer lugar por segunda vez consecutiva.

Después continuaron con dos canciones más “Socorrito” y “Soberbia”, que se cantaron luego de un poema que se le recitó al maestro. La serenata finalizó con unas palabras de agradecimiento por parte de Josefina A Morales, que a diferencia del comienzo, sonreía más, aún entre las lágrimas.

Universidad Autónoma de Bucaramanga