Por Ricardo Jaramillo P.

rjaramillo2@unab.edu.co

Han pasado 29 años desde que Luis Gabriel Rey Villamizar hizo sus primeras apariciones en las canchas. Corría el año 1988 y el segundo de los cinco hijos de Agustín y Esther (una pareja que trabajaba en la fabricación de zapatos), no tenía guayos para jugar.

“Fue una niñez difícil en el tema económico, muy complicada, pero en cuanto a cómo la viví, fue muy buena, con experiencias que supe aprovechar. Yo no tenía zapatos para jugar, mi papá era zapatero y mi mamá la guarnecedora, entonces se complementaban y como no tenía guayos, mi papá con puro retal (el sobrante del cuero), me los hacía y con esos alcanzaba para dos o tres hermanos”, recuerda.

Luis Gabriel les agradece a sus padres el apoyo que le brindaron para meterse de lleno en el deporte. Vivían en el barrio La Cumbre, en Floridablanca, un sector tradicional en el área metropolitana de Bucaramanga en materia de fútbol aficionado.

“Ellos fueron fundamentales en mi carrera. Mi mamá era la más exigente y mi papá era más relajado, él siempre era el que me llevaba a la cancha a entrenar; si tenía entreno los lunes y jueves, él además me llevaba los martes, miércoles y viernes a practicar por mi cuenta”.

Su primer equipo fue “Los retoñitos de La Cumbre”. Afirma que él era el “más peladito”, pues la categoría recibía a niños nacidos en 1977 y él, nacido el 20 de febrero de 1980, era tres años menor que sus compañeros.

“Yo era como la mascota del equipo. Un día les dio por meterme a jugar y les hice un golazo, entonces en adelante decían ‘vamos a meter al pelao’ hasta que me vieron los de Conucos e hicieron un convenio con Retoñitos y me mandaron a ese club como a los 10 años y ahí empezó todo”.

Rey no tiene que esforzarse para viajar en el tiempo, a esos años que estuvo en el club Conucos. “Jugaba todos los campeonatos que salían: el de la Liga Santandereana, nos llevaron a Medellín, a Cartagena… fue un equipo que se caracterizó por sacar muchos jugadores santandereanos, recuerdo a Julián Téllez, Fabián ‘Maní’ Solano, Andrés ‘Michi’ Sarmiento, Willington Ortiz (homónimo del tumaqueño “Viejo Willy”) y Óscar Serrano, un montón de jugadores que estábamos ahí y que jugamos después en el profesionalismo”.

En su paso por el fútbol, Rey militó dos años en el Atlético Bucaramanga (1998-200) y luego fue transferido al Atlante, de México, club que lo ubicó en algunas de sus filiales de la “Primera división A” (algo así como la B, en Colombia), hasta que en 2003 incursionó en la máxima categoría, donde jugó para Atlante, Monarcas de Morelia, Pachuca, Jaguares de Chiapas, América y Puebla. A principios de este año, luego de un tercer regreso al Monarcas y en donde jugó poco, decidió regresar a Colombia.

La conversación de 15 con Rey se efectuó en la oficina de Eduardo Villamizar Mutis, un agente de seguros que ha dedicado toda su vida a apoyar al fútbol aficionado y profesional de la ciudad y a quien sus allegados le dicen “El negro”.

Precisamente cuando la charla tomaba forma, Villamizar se aproximó a la mesa y dejó caer una fotografía delante de Luis Gabriel. Era una imagen 10 x 15 que muestra a cuatro muchachos vestidos con el uniforme del Atlético Bucaramanga: Alexander Luna, Luis Gabriel Rey, Andrés ‘Michi’ Sarmiento y Miguel ‘Mincho’ Montañez. Detrás de la foto, escrito con bolígrafo azul, se lee: “Gracias por el apoyo que nos ha brindado a estos  santandereanos, Eduardo Villamizar. Bucaramanga vs. Quindío, mayo 23/99”, acompañado de las firmas de las cuatro “promesas del fútbol local”, como los llamaron en su momento.

“¡Jueputa! ¡Yo sí era flaco, mano!”, es la reacción de Rey al ver la fotografía, que le roba una carcajada y de la que no despega sus ojos durante unos segundos que parecen eternos.

 

¿Siempre jugó como atacante?

Sí, siempre fui delantero, pero una vez en Conucos me pusieron a jugar como volante por izquierda y otra como volante de contención, pero no funcioné porque siempre me iba para arriba y dejaba ese roto ahí, a disposición del otro equipo. Como profesional una vez en el Bucaramanga el técnico (Édgar) “Peinadito” Ospina me puso como marcador y jugué uno o dos partidos en ese puesto, pero no… eso fue un fracaso (risas).

 

¿Y como futbolista aficionado jugó hasta que se le pelaron las rodillas?

¡Uy sí! En todos lados jugué. Recuerdo la cancha Marte, El Bueno, la Gómez Niño, la del Mutis, La Juventud y la que quedaba donde hoy está el velódromo que en esa época se conocía como “la mesita” o “el hoyo”. Obviamente en La Cumbre y Villabel, en todos lados jugué.

 

¿Cómo fue su llegada al Atlético Bucaramanga?

Yo estaba en Conucos y el equipo hizo un acuerdo con el Bucaramanga, entonces llegué al equipo como a los 16 o 17 años y en ese momento llegó Armando “Piripi” Osma como técnico y él me dio la oportunidad, gracias a la recomendación de un viejo amigo mío (risas, se refiere a Eduardo Villamizar) pude estar ahí donde me fueron puliendo, puliendo hasta que llegó Norberto Peluffo (aproximadamente en 1998) y me puso a jugar como profesional.

 

Al escuchar mencionar a Peluffo, Villamizar Mutis volvió a “meter la cucharada” para contar una anécdota que involucra al entonces técnico y a Rey. Narra que luego del debut del delantero, el periodista Ricardo Henao Calderón (hoy en el Canal RCN) le preguntó a Peluffo: “¿Para usted qué significa el nombre Luis Gabriel Rey?”, y él le respondió: “Los técnicos todos somos insultados, ofendidos, agredidos y yo creo que cada uno tiene guardado el día de la mayor agresión. La mía fue un día jugando Bucaramanga contra Deportivo Cali que Luis Gabriel estaba en el banco y yo le ordené que calentara; se cayó el estadio de insultos hacia nosotros y todo porque era santandereano, porque era joven. Ese día me insultaron terrible, pero aun así lo puse a jugar y ganamos 2-1. Rey metió el segundo gol”.

 

¿Qué recuerda de su estadía en esos dos años en el Atlético Bucaramanga?

Fue difícil porque uno siempre nota y la gente se da cuenta que con los ‘pelaos’, más cuando son de la misma ciudad, no son solidarios con ellos. Esto lo digo hoy, ya después de muchos años, aquí preferimos a alguien de afuera o a alguien que ya tiene experiencia, sabiendo que el futuro está siempre en los ‘pelaos’ y a mí me pasó eso, con apenas 18 años me exigían que fuera goleador.

 

¿Cómo se da su paso al fútbol México?

Tenía 20 años, ya estaba un poquito más maduro. El técnico del Bucaramanga era (Gabriel Jaime) “Barrabás” Gómez, quien me puso a jugar más seguido; después de la experiencia con “Piripi” Osma, Peluffo y “Peinadito” Ospina, fue “Barrabás” quien me dio más continuidad. Tenía buen nivel y vea cómo son las cosas: lo que es para uno es para uno; en esos días llegó un agente de México, del Atlante que tenía convenio con el Atlético Bucaramanga  y me vieron jugar y de una me ofrecieron que jugara con ellos. Se acabó el torneo y como a los 15 días yo ya estaba arriba (se refiere al país centroamericano).

 

¿Y un muchacho de 20 años cómo toma esa decisión de dejar a su familia, su ciudad e irse a probar suerte a otro país? Eran otras épocas…

Lo que más me motivó fue lo complicado que era vivir acá como futbolista joven y una posibilidad de esas que se le presente a uno no se puede desaprovechar. Realmente uno va a ciegas, a aventurar. Me fui dispuesto a comer de la que sabemos si era necesario. Nos dijeron que íbamos a ir al profesionalismo y cuando llegamos, nos mandaron a unos equipos que jugaban en la segunda división. Viajamos el “Perico” Delgado, Faruk Yaruro y yo, y un profesional recorrido que era Manuel Galarcio, a él sí lo dejaron en el equipo de primera división.

Al principio para nosotros fue duro porque éramos jóvenes y allá la segunda división tiene un nivel bastante competitivo, con gente de mucho recorrido, pero con el tiempo y con mucho trabajo por lo menos yo logré mantenerme. Ahí duré más o menos dos años y el Atlante fue formando un equipo de puros muchachos, hasta que el técnico pidió que le enviaran a los jóvenes y llegamos como ocho ‘pelaos’: mexicanos, argentinos y yo.

 

¿Qué fue lo más duro de jugar en la liga mexicana?

La dinámica. Ese torneo tiene una velocidad impresionante. El fútbol colombiano es mucho más técnico, pero allá es mucho más rápido, más vertical y acomodarse a eso es muy difícil. En lo que se parecen las ligas mexicana y colombiana es que ambas tienen buen manejo de la pelota.

 

En su carrera deportiva ha marcado 191 goles con clubes y 4 con la Selección Colombia. ¿Tiene algún gol favorito? ¿Ese con el que puede “chicanear” ante sus amigos?

Sí, uno de chilena que le hice a Chivas de Guadalajara en el 2009 (noviembre 1), yo jugaba para el Morelia. Fue muy importante porque estábamos peleando clasificación y yo estaba recién llegado al club –en mi segundo regreso–. Ese partido empezamos perdiendo, el empate para nosotros lo hizo Aldo Leao Ramírez y luego yo hice el 2-1 de chilena. Ese gol nos cambió todo el juego, ganamos 3-1 y este gol fue elegido como el mejor del torneo Clausura de ese año. Creo que ese fue el día que más emocionado estuve.

 

¿Cuál animal prefiere, el canguro o el conejo?

(Sonora carcajada) ¡El conejo, siempre el conejo!, lo que pasa es que en México me empezaron a decir “El canguro” porque allá ya había un “Conejo” (se refiere al portero Óscar Pérez, 44 años, del Pachuca), pero siempre seré “El conejo”.

A mí toda la vida me han dicho así, desde ‘pelao’, porque me la pasaba brincando; luego a mi novia le decía “Conejita” (se refiere a su esposa Diana Castellanos, madre de sus hijos Santiago, Esteban y Mateo), y por eso empecé a celebrar los goles así brincando como un conejo.

 

¿Cuál fue el director técnico que más influyó en su carrera deportiva?

Hubo varios, pero creo que José Guadalupe Cruz (técnico de Lobos BUAP cuando Rey llegó a México) y Miguel Herrera (su entrenador en el Atlante) porque fueron los primeros técnicos que tuve y son personas que saben mucho. Herrera llegó a ser técnico de la Selección Mexicana, le valoro que fue un hombre que estaba en primera división y nos dio la oportunidad a un grupo de muchachos de debutar en esa liga con el Atlante. Aparte el trabajo que él tiene para los delanteros como yo es impresionante, siempre se marcaban goles trabajando con él por la calidad de opciones que generaba.

 

Son 17 años en la exigente liga mexicana, es el máximo goleador colombiano en ese país, ¿cuál fue el secreto para mantenerse vigente?

El trabajo. Creo que durante todo este tiempo siempre lo valoré y me cuidé mucho para mantenerme en este medio la mayor cantidad de tiempo posible. Uno tiene que exigirse al máximo; por ejemplo, si el entrenamiento era a las 9, yo llegaba a las 8 y me ponía a trabajar en el gimnasio y a veces cuando terminaba el entreno me quedaba media hora más trabajando técnicamente en definición y creo que eso me ayudó mucho.

 

¿Qué significa México para usted?

Es mi segundo hogar. Mis tres hijos son mexicanos y México siempre lo querré porque fue un país que me dio la oportunidad de vida, me cambió todo, entonces ese país para mí es una referencia muy grande; mi nacionalización como mexicano refleja el cariño y el amor que le tengo a ese país.

 

Usted marcó un hecho particular de juego limpio en marzo de este año, jugando para el Morelia en un partido amistoso ante el América, al aclararle al árbitro que se había equivocado al marcar un penal para su equipo. ¿Lo volvería a hacer en un partido oficial o en un juego en el que se defina una clasificación o un título, por ejemplo?

Es muy difícil decirlo, uno no sabe eso, así se los dije a mis compañeros, fue una reacción inmediata que la vimos con un jugador del América, cuando vimos la jugada nos dijimos “¿este man qué pitó?”, porque vimos claramente que al defensor le pegó la pelota en la espalda y él árbitro juzgó que había sido mano penal. Nosotros de una vez dijimos: “No, hay que decirle a este man que se equivocó” y así fue, normal. ¿Lo volvería a hacer?, no sé, uno no sabe en un momento de esos cómo va a reaccionar, si hacerse el loco o decir la verdad.

 

En la actualidad el fútbol mundial discute acerca de la implementación del VAR (videoarbitraje, por su sigla en inglés). En la reciente Copa Confederaciones de Rusia su uso dejó varias polémicas. ¿Está de acuerdo con ese sistema de revisión de jugadas?

No soy amigo de esa tecnología para ese tipo de jugadas, lo que pasa es que hoy en día los jugadores y mucho más el periodismo le cargan mucho a los árbitros, claro que a veces ellos tienen muchísima responsabilidad, pero eso forma parte de este juego; mejor dicho, a veces a uno le toca la mala, otras está de buenas y pitan cosas a favor, pero esto es parte del fútbol, de la mística de este deporte. De pronto soy partidario de la revisión de las jugadas de gol, pero solo de esas, porque a veces un gol sí puede complicar un resultado, una clasificación o un título, pero un penalti, una mano o una jugada cualquiera no deberían revisarse así.

 

Usted es hoy en día un centro delantero maduro. ¿Cuál cualidad futbolística que actualmente posee le costó más adquirir o pulir a lo largo de su carrera en el exterior?

Tener la pelota. Yo juego bien con el balón, pero en México se acostumbra a aguantar demasiado, se juega con muchos extremos y a veces solo uno mueve la referencia, entonces es uno contra cuatro, más dos contenciones, por eso a veces es muy difícil retener la pelota.

 

¿Al fin va a jugar en el Atlético Bucaramanga?

La verdad es un cuento largo, está muy enredado. Al principio, cuando me vengo de México, llego con la intención y la ilusión de quedarme acá, allá fue un ciclo cumplido y decidí darle vuelta a la página. Quería venir a mi casa y terminar aquí todo, porque ya son muchos años afuera y terminar en el Atlético sería muy bacano. Cuando llegué pensé que las cosas estaban adelantadas y no, no son como yo pensaba, entonces empezamos hablar que de lo económico, pero eso se arregla; luego el periodismo empezó a decir que el técnico (Fernando “Pecoso” Castro) no quiere que yo juegue, otros dicen que sí, que yo no soy prioridad o que sí soy necesario… la verdad veo difícil que se cumpla esto.

 

¿El Bucaramanga sí es el club de sus amores?

Sí, claro, siempre; pero también debo decir que tuve o que tengo afinidad con el Nacional, toda mi familia es hincha de ese equipo, entonces uno de niño se vuelve hincha del equipo que siguen sus familiares, pero una cosa es ser hincha y otra cosa es ser de la tierra de donde uno es, donde uno nació, donde uno se crio y además con el Bucaramanga llegué al fútbol profesional; para mí eso es el Atlético, un equipo al que quiero mucho, el equipo de mi casa.

 

¿Qué piensa del equipo ahora?

Que ojalá se mantenga en la A. Independientemente de si llego a jugar o no en el club, el principal deseo es que se mantenga en la máxima categoría. Insisto: a mí sí me gustaría entrar al equipo, de no ser así me hubiera quedado en México, tuve ofertas de equipos de segunda división, pero dije: “No, mejor me voy para mi casa, a lo mejor allá termino mis días como futbolista”, pero si no se puede, pues no se puede.

 

¿Cuál fue el defensa o sistema defensivo que más trabajo le costó descifrar?

No es uno en especial, los que más trabajo me costaron son los jugadores rapidísimos, esos que a veces uno en un movimiento les puede ganar la espalda y ellos son tan veloces que lo alcanzan. Recuerdo a (Luis Amaranto) Perea y a Iván Ramiro (Córdoba), eran defensas muy rápidos, algunas veces les ganaba el duelo, otras veces ellos, eso es normal en el fútbol.

 

Hernán Peláez, el comentarista deportivo, afirma que la diferencia del jugador de hoy al de hace dos, tres o más décadas es que antes los futbolistas salían a divertirse, a jugar, y hoy solo piensan en hacer plata. ¿Qué opina de eso?

Eso es muy cierto, el fútbol ha cambiado mucho; hoy en día el jugador es un negocio para mucha gente, personas como Ronaldo o como Messi son imagen y por esa imagen les pagan, así sucede con muchos jugadores y así está el fútbol hoy, con muchas posibilidades de recibir ingresos no solo por jugar; antes sí era solo juego, porque no había tanta publicidad, tanta difusión, tanta tecnología que hoy en día puede mostrar todo lo que sucede; sin embargo, creo que eso no es malo siempre y cuando uno se dedique a jugar, porque gente como Ronaldo y Messi a pesar de toda la imagen que se maneja alrededor de ellos, son unos monstruos para el deporte.

 

¿Cómo lidian ustedes los futbolistas (especialmente los delanteros) que los medios los alaben cuando hacen goles y los crucifiquen cuando se les cierra el arco?

Uno tiene que estar muy preparado mentalmente, tiene que estar muy equilibrado; como dicen en México: “Uno no tiene que ser ni el más chingón cuando hace goles ni el más pendejo cuando no los hace”, el trabajo de uno es lo que a uno lo mantiene; si las cosas no se dan, pues ni modo, hay que tener paciencia y seguir trabajando porque ese es el único camino que uno tiene para que las cosas se den. Claro está que algunos medios o periodistas a veces sí se pasan en la forma de criticar a un jugador.

 

¿A qué cree que se deba que haya tan pocos jugadores santandereanos en el fútbol de alta competencia?

A la poca solidaridad que tenemos con el jugador de la tierra, eso no es de ahorita, eso es desde hace muchos años. Si revisamos, son contados los jugadores santandereanos que han triunfado en el fútbol profesional y no es porque no haya talento, aquí hay excelentes jugadores, entonces si nosotros como santandereanos no le damos la oportunidad a nuestra gente, es muy jodido que esa gente surja, mano. Creo que nos falta creer en nosotros, creer en nuestros jugadores, en nuestra gente.

 

¿Ha pensado a qué se dedicará cuando se retire del fútbol?, ¿le suena alguna de estas tres ocupaciones: técnico, comentarista deportivo o participante de realities?

¡El último quítelo! (risas), lo de comentarista deportivo no lo veo, no lo pienso, porque yo puedo sentarme a hablar de fútbol pero en una charla informal, pero para hacerlo en un medio de comunicación no me veo con la capacidad para eso; de técnico tal vez me gustaría hacerlo, pero con los muchachos, con los niños, pero inicialmente no me inclino por ninguna de esas tres.

 

¿Y entonces qué piensa hacer?

Pues ahorita no sé, hay otras cosas por fuera del fútbol que sí me gustan, pero creo que necesito estar estable en un lugar y de ahí partir. A lo mejor mañana mismo me sale una oportunidad en otro lado y me voy, tengo que estar muy centrado y empezar bien.

 

¿Y ese retiro está cercano o lejano?

Pues viendo la situación de hoy, creo que está cercano. Si lo del Bucaramanga no resulta o no sale una propuesta que me acomode, que me guste, porque ahora también es un tema muy familiar porque no estoy solo yo, está mi familia, antes uno salía corriendo para donde la pintaran, pero ahora con tres hijos y mi esposa es complicado pensar en cambiar de lugar de residencia, entonces si no resulta nada creo que aquí termina el ciclo.

 

¿Cuándo un jugador empieza a pensar en el retiro?

Es algo que uno siente tanto física como mentalmente, aquí no importa lo que diga la gente;  uno no puede hacer caso de lo que digan los demás, a estas alturas de la vida creo que uno es maduro para tomar una decisión de esas, llega un momento en el que uno se siente cansado mentalmente y claro, físicamente también, pero creo que influye más la actitud mental porque esto es más de ganas que de capacidad. Creo que a nadie se le olvidó a jugar al fútbol.

 

¿Cuál fue su sueño frustrado?

Jugar en Europa. Tuve una posibilidad en 2005, recién me habían comprado los del Morelia, quienes recibieron una oferta de un equipo de Francia, pero la rechazaron. La oferta económica que hizo un club de Francia, no recuerdo bien cuál era, según ellos (Morelia) no justificaba o no alcanzaba lo que habían pagado por mí, entonces por eso no se dieron las cosas.

 

 

¿Y un sueño cumplido?

Jugar en la Selección. ¡Eso fue muy chévere, mano!, hice tres goles en Eliminatorias (en 2005, en el torneo clasificatorio al Mundial de Alemania 2006) y uno en un partido amistoso. Yo siempre decía: ‘Algún día iré a la Selección, algún día, algún día’ y siempre me repetía eso, sabía que iba a jugar con Juan Pablo (Ángel) que cuando eso era la figura de Colombia y se me cumplió. No clasificamos al Mundial, pero cumplí mi sueño de jugar en la Selección.

 

¿Hasta cuándo estará Luis Gabriel Rey dando lora en las canchas?

¡Toda la vida! El sentimiento por el fútbol no va a cambiar nunca, independientemente de que uno se retire, uno seguirá jugando,  ¡así sea en recochas, mano!

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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