El 9 de abril de 1948 ocurrió El Bogotazo, como consecuencia del magnicidio del jurista, escritor y político Jorge Eliécer Gaitán. El Palacio de Justicia de Bogotá quedó destruido y fue así como el monumento del escultor colombiano Félix María Otálora, llamado Cariátides de la Justicia, cobró importancia lejos de la capital del país.

Pero antes de llegar a la capital santandereana, las mujeres Carias, como también son conocidas según el arquitecto y vigía del patrimonio de la ciudad, Joan Sáenz, fueron trasladadas a un depósito o basurero, ubicado sobre la calle 26 bajando hacia el aeropuerto El Dorado, de donde fueron encontradas por el fundador del diario Vanguardia Liberal, Alejandro Galvis Galvis, quien decidió comprarlas y ubicarlas en la entrada del parqueadero de su edificio, en calle 34 con carrera 13.

Nadie pensó en ese momento que con el paso de los años, las esculturas se posarían en la entrada del Palacio de Justicia de Bucaramanga y mucho menos que se convertirían en patrimonio para la ciudad, como aseguró el arquitecto Sáenz. La labor que cumplían estas figuras femeninas en Carias, ciudad de Grecia, era sostener sobre sus cabezas un cornisamiento o entablamento, el cual era símbolo de castigo, ya que, al ser esclavas, estarían condenadas a llevar las cargas más pesadas. Se volvió una forma cruel y salvaje de ajusticiar a las mujeres.

El 4 de junio de 1950 fue inaugurado el Palacio de Justicia, a las 11 de la mañana, gracias al proyecto de ley impulsado en 1930 por Galvis Galvis mientras estuvo en el senado. Lo único que exigió el político para donar la obra de Otálora fue que permanecieran inmóviles. Una de las principales razones que llevó a la construcción de este lugar fue la reforma a la justicia, ya que esta buscaba construir edificios destinados específicamente a la Rama Judicial.

Vale precisar que el predio ubicado frente a lo que es hoy la plaza cívica ‘Luis Carlos Galán Sarmiento’ fue comparado por el gobierno local en 1944, con aportes del Ministerio de Obras Públicas, en cabeza del ministro santandereano Álvaro Díaz. Luego de cinco años se dio inicio a la construcción de la edificación a cargo del arquitecto español Germán Tejero de la Torre, la cual tardó seis años en concluirse.

Junto a estas mujeres se encuentran otras dos esculturas, la primera de ellas, el Magnicidio, hecha por el escultor abstracto colombiano, Édgar Negret Dueñas, un homenaje a la muerte del abogado, periodista, político santandereano, fundador del nuevo liberalismo y candidato a la presidencia en 1982, Luis Carlos Galán Sarmiento, la cual posa en la Plaza Cívica que también lleva su nombre y que, pese a su valor histórico y patrimonial, se encuentra en deterioro.

Usualmente, a altas horas de la noche, y en ocasiones a plena luz del día, es visitada por habitantes de calle para orinar o dormir. En el otro extremo de la Plaza se encuentra otra obra, Homenaje a Galán, construida en bronce, puesta sobre un pedestal en concreto reforzado con piedra de Barichara, cuya altura alcanza los 5 metros. Fue elaborada por Alejandro Hernández Pinto e instalada en 2009, en homenaje a los 20 años del magnicidio del político santandereano.

Un lugar para la acción política

“La Plaza Cívica es un área interesante desde lo simbólico, es una de los pocos espacios públicos que tiene Bucaramanga, que de hecho las ciudades deberían tener más sitios de este tipo; ya que estos son territorios de encuentro, de la manifestación y del evento cultural”, comenta el arquitecto Alejandro Murillo Salguero. Para la construcción de este espacio se realizó un proyecto de renovación urbana, el cual se basó en comprar todos los predios que había en esa zona y se tumbaron las casas. El lugar le dio un aire institucional al sector.

“Allí el padre de Luis Carlos Galán, Mario Galán Gómez, quien fue abogado, pedagogo y dirigente político del partido Liberal, tenía una propiedad. Fue él quien propuso y convenció a los vecinos para vender los predios”, explicó Murillo. La mayoría de alcaldías y gobernaciones del país están relacionadas a un espacio cívico, Bucaramanga es la sui géneris, ya que sus edificios institucionales están relacionados al parque que históricamente fue una plaza de mercado y ahora lleva el nombre de Custodio García Rovira, en honor al exmilitar y teólogo santandereano.

La escultura
Homenaje a
Galán, se hizo años
después de su muerte y
fue un tributo de Alejandro Hernández
Pinto, al político santandereano. /
FOTO SUMINISTRADA

El historiador Alexis Acero afirma que es un espacio de comunión, de integración, que cada vez va ganando un poco más de apropiación. Se diversifica, no solo es de acción política sino también pueden llegar a interactuar otro tipo de relaciones culturales y esa es la idea principal, que sea la representatividad de los intereses de la ciudadanía.

Actualmente, el lugar es un punto de encuentro, especialmente, para todo tipo de manifestaciones y eventos culturales, como conciertos, exposiciones de arte, venta de libros y hasta homenajes a las víctimas que ha dejado la guerra en Colombia.

 

Por Daniel Felipe Valencia S.

dvalencia246@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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