Por Kattys Paola Torres Pazo
ktorres3@unab.edu.co

El Ministerio del Trabajo despidió el año 2015 comunicando a los colombianos que por medio del Decreto 2552 el salario mínimo legal se fijó en $689.455.00 para 2016. Pese a que el aumento fue de $45.095, los bumangueses, consideran que con el dinero ganado no cubren todas sus necesidades.

“A quienes tenemos familias numerosas nunca nos alcanza, y por eso a muchos nos toca los fines de semana rebuscarnos por las calles, vendiendo ya sea aguacates, frutas o lo que salga, es decir, nos toca prácticamente matarnos trabajando”, señala Jorge Mario Mendoza, quien trabaja como maestro de obra de lunes a sábado y con su sueldo de un millón 100 mil mantiene a sus cinco hijos y esposa.

Ya son más de tres años que los índices de trabajo informal en el Área Metropolitana de Bucaramanga se mantienen. En el informe que presentó el Dane el pasado mes de enero sobre los resultados de la Gran Encuesta Integrada de Hogares llevada a cabo en el trimestre septiembre-noviembre de 2015, de los 567 mil ocupados laboralmente, 320.922 son informales, 231.336 de la población trabaja por cuenta propia y 235.302 son obreros o empleados particulares.

Especialistas sostienen que quizás una de las causas por las cuales los habitantes deciden no hacer parte del trabajo formal es porque no dimensionan las consecuencias del empleo informal. “Si hiciéramos un análisis sensato de lo que implica entrar en la economía informal la gente no se iría para allá por una razón muy sencilla, y es que cuando haces parte de una empresa legalmente constituida empiezas a generar un ahorro para tu vejez con la cotización de salud y pensión”, afirma Jorge Luis Navarro España, economista y magister en gestión y políticas públicas.

Así mismo insiste en que por muy bajos que sean los ingresos el ahorro es significativo para el futuro. “Es decir, que se tiene un consumo reducido en el ahora, a cambio de tener una estabilidad económica a lo largo de su vida”, resalta Navarro España. Onaidis Florián López es una estilista profesional que hace ocho años creó su propia fami-empresa. Una peluquería que diariamente le deja entre 80 y 90 mil pesos de ganancia, y con los cuales ayuda a su esposo a pagar los gastos que normalmente tiene un hogar.

“Es mejor trabajar independiente porque tienes tus ingresos inmediatamente y no estás sujeto a horarios y todas esas reglas a las que te sometes cuando te vinculas a una empresa”, dice Florián López. Frente a lo anterior, el economista y docente de la Universidad Industrial de Santander (UIS), Freddy Jesús Ruiz Herrera, defiende el empleo informal y opina que no es debatible el tema, ya que es una población que busca alternativas que le permitan obtener el sustento de sus familias.

“Indudablemente lo mejor es estar formalizados para generar grandes mercados, pero cuando estos son pequeños, locales o muy regionales, es decir de barrio, las personas ven oportunidades a partir de sus habilidades técnicas o de producción”, aclara Ruiz Herrera. También afirma que el trabajo informal es una etapa previa al desarrollo del trabajo formal y que esta puede tardar muchos años en avanzar.

El empleo formal, la opción para un mejor futuro

Diana Carolina Páez Ardila, economista e investigadora de la Universidad Santo Tomás (Usta), hace énfasis en que no hay que confundir ser informal con ser ilegal, ya que ser informal es no cumplir con algunos de los requisitos que establece el Estado para conformar una empresa reglamentariamente.

Además, destaca que debido a los sectores en los que se encuentran ubicadas micro y fami empresas en Santander como lo son: comercio, hotelería, restaurantes, servicios sociales, industria manufacturera, transporte, comunicaciones y actividades de la construcción, muchas de las personas que están ocupadas no tienen condiciones que garanticen calidad de vida en su empleo.

“Lo que sucede es que más del 90% de las empresas son peque- ñas y por tanto no le garantizan a sus empleados el acceso a salud y pensión. Si llegan a tener algún accidente laboral no hay quien responda”, reprocha Páez Ardila. En la capital santandereana actualmente se encuentran registradas en la Cámara de Comercio, 255.296 empresas activas.

De las cuales 6.298 hacen parte del sector primario, 44.063 del secundario y 204.935 del terciario. Sin embargo tan solo el 0,32%, es decir, 813 son grandes empresas y 240.024 micro empresas. Un ejemplo de calidad de vida laboral es la que viven los empleados de la microempresa familiar “Confecciones Empresariales”.

A través del trabajo diario de 20 madres cabeza de hogar, quienes devengan mensualmente un salario mínimo, sin ningún tipo de prestaciones de servicios, desde hace 15 años elaboran uniformes para empleados de distintas empresas en la ciudad. Jhon Alexander Vega, propietario y administrador del negocio, afirma: “Nosotros recibimos capacitaciones por parte de la Cámara de Comercio de Bucaramanga para mejorar la productividad y así mismo transmitimos a nuestros empleados la información”.

Por su parte, el economista Navarro España, añade que lo que se necesita para que los bumangueses elijan la mejor opción al momento de buscar sus ingresos, es que estos se eduquen. “En Santander hay una cultura del negocio y no una cultura empresarial que es lo que necesitamos. Una cosa es hacer empresa y otra hacer negocio, porque la fuerza de trabajo es mía y por tanto yo soy quien la ofrezco a cambio de un salario y mejores condiciones de vida”, puntualiza.

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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