– ¿Cómo es su nombre?
-“Ramón”.
– Ese es el de guerra. ¿El civil
cómo es?
– Vea señorita, es que la verdad no me acuerdo. Recuerdo que mi mamá me decía “Gus”, pero no sé más. Mis padres murieron
cuando tenía 11 años y a los 13 ingresé a la guerrilla y aquí me dicen así desde hace 25 años.
Así transcurrió el encuentro entre los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc- EP, y los funcionarios de la Registraduría Nacional del Estado Civil que se desplazaron a las 26 Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), para adelantar el proceso de cedulación o entrega de identidad a 6.864 guerrilleros que se reincorporarán a la vida civil.
Según el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo Caro, el proceso de cedulación no solo les permite a los guerrilleros reintegrarse a la vida civil, sino identificarse y presentarse ante la Organización de las Naciones Unidas durante el proceso de entrega o dejación de armas, que se espera finalice el 20 de junio.
No se puede desconocer que para algunos integrantes de las Farc presentarse ante la Registraduría es quitarse una máscara y
descubrir el rostro de un colombiano que jamás se ha visto en un espejo. Como cuando los hombres con barba se afeitan o las mujeres se cambian el color del cabello: no se sienten ellos mismos.
– Hugo Alcides
– ¡Hugo Alcides!
– ¡“Federico” mano! Lo llaman para que reclame su contraseña.
– (Risas) Es que no me acostumbro todavía.
Fueron más de 50 años inmersos en un anonimato del cual solo se tiene una orden de captura como registro, bajo un nombre de guerra que los puede identificar más por las acciones dentro de la guerrilla que por su propia historia familiar.
Más de mil personas de los listados que las Farc entregaron a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz para su acreditación, nunca en su vida han tenido documentos de identificación y la Registraduría Nacional del Estado Civil no tiene rastro de ellos en sus anaqueles. Son nuevos colombianos.
La dificultad del caso es la certeza de su historia. Después de décadas de guerra no se acuerdan de su pasado. Toda una vida deambulando por la periferia colombiana con el nombre de algún rebelde emblemático, hoy ad portas de transitar a la vida civil, se les pide recordar su primer instante de memoria, en el que varios ya se encontraban en las filas guerrilleras.
-Señorita, es que yo ni sé donde nací. Creo que soy del Chocó
porque soy moreno, pero ni de la vereda me acuerdo.
– Pero del Chocó, ¿cerca de Quibdó? ¿O a Istmina?
– No le digo señorita que yo no sé… ¿Y qué hubiera pasado
si me matan? ¿Quedo como NN? Porque no creo que alguien me
hubiese reclamado.
Para estos casos, se expidió una resolución que permite registrar a los guerrilleros y guerrilleras de las Farc de quienes no se encontró huella. De acuerdo con la Registraduría Nacional, durante las jornadas 2.261 guerrilleros no contaban con cédula de ciudadanía, pero sí tenían registro civil de nacimiento. Además, 1.710 no tenían ningún documento que los identificara, 1.074 requerían de renovación de la cédula de ciudadanía y 1.698 recibieron duplicado de su documento de identidad.
En las jornadas de cedulación también sirvieron para que los pobladores aledaños a las ZVTN también lograran el documento de identidad. Lo cierto es que ha sido la oportunidad para que varios reconstruyan su identidad después de la guerra en la selva.
-¿Usted cómo sabe que tiene 21 años?
– Eso me dicen. La otra vez dije mi edad, restaron y dieron
con mi año de nacimiento.
– Pero, ¿y la fecha? ¿No sabe cuándo cumple años?
– No señor.
– Bueno, y para su registro civil, ¿cuándo quisiera cumplir
años?
– En diciembre, en Navidad. Esa época es muy bonita.
Ya con la cédula estos nuevos colombianos podrán registrar a sus hijos, suscribirse al sistema de salud y ser plenamente identificados. Claro, el tránsito a la legalidad impone el reto de identificarse con su nombre y firma civil, que para ellos no denota la misma fuerza que su seudónimo de guerra. “Ramón 47” era quien sostenía el fusil como centinela, pero Jaider es el nombre de aquel niño campesino bautizado por su madre en honor de su fallecido padre. Varios incluso susurran sus apellidos al funcionario de la Registraduría. Puede ser timidez ante un pasado que apenas si recuerdan.
– Firme este formato por favor.
– Aquí donde está la X, ¿sí?
– Pero, espere. Tiene que firmar con su nombre civil.
– (Risas) Es como si firmara por otra persona.
Hay quienes ya tenían cédula, pero a todos se les expidió una nueva. Este documento acompañará la acreditación que les
entregará el Gobierno como ex combatientes del grupo guerrillero para acceder a los mecanismos de reintegración a la vida civil que se acordaron en La Habana, Cuba.
También es la puerta de entrada a la construcción de una vida propia, del cierre del capítulo de una historia de guerra. Hoy cada ex combatiente tiene la oportunidad de comenzar a recorrer otros caminos, quitarse las botas, dejar el fusil, vivir en la legalidad, usando la fuerza más poderosa: la de la palabra.
Por Laura Patricia Clavijo M.
lclavijo2@gmail.com
Comunicadora Social, Alto Comisionado para la Paz.