
Por Dayra Silvana Cáceres Ramón
dcaceres628@unab.edu.co
El entorno cultural en el que se encontraba la fotografía análoga –imágenes capturadas mediante procesos tradicionales a partir de químicos–en Pamplona aproximadamente en el año 1878, se define como una época en la que ese arte estaba en manos tanto de personas especializadas en el tema como de aquellas que disponían de las herramientas necesarias para todo el proceso de revelado y copiado de las imágenes. Édgar Villamizar Portilla, docente de fotografía de la Universidad de Pamplona dice: “Era un ambiente hermoso porque muchas personas eran fanáticas de hacer registros fotográficos y gracias a ellos se cuenta con archivos de cada persona, de cada grupo familiar, de los entornos sociales que básicamente marcaron la historia”.
Sin embargo, fue el italiano Quintilio Gavassa Mibelli, quien ya traía consigo ese gusto por el arte, la persona que lo llevó a la ciudad mitrada, de hecho, la primera panorámica de Pamplona tomada en 1892 es de su autoría. Igualmente, su percepción al momento de capturar una imagen se destacaba por representar lugares reconocidos, sitios de interés y demás elementos que hacían parte de la cotidianidad en aquella época. De esta forma, la fotografía análoga incursionó permitiéndoles a los pamploneses aficionados realizar sus propios registros.
Para los años 50 del siglo pasado, de la mano de Ramón Espinel se dio lugar a la fotografía social abarcando eventos familiares y también fúnebres, ya que para la sociedad de la época era importante tener un recuerdo de los últimos momentos de sus allegados. Entre los años 60 y 90 Pedro Armando Tolosa también contaba con su estudio fotográfico enfocado en capturar momentos importantes para las familias y guardar las memorias de diferentes actos sociales. Por otro lado, algunos referentes de la fotografía análoga en Pamplona en los años 70 y 80 son Francisco Jaimes dueño de Foto Jaimes, así como Eliécer Mara de Foto Mara y William Suárez de Foto William.
Evolución técnica
“Para esa época la función de un fotógrafo era enfocar, revelar y retocar”, afirma Víctor Manuel Villamizar Cáceres, comunicador social y fotógrafo de profesión, para explicar lo que en ese entonces era el rol del fotógrafo percibido como un artista; argumenta que el fotógrafo se encargaba de elementos como las condiciones de luz, la velocidad, el tiempo de exposición y demás detalles que permitían obtener un resultado eficiente, “los que conocen profesionalmente el arte hablaban de que salían películas bien expuestas, es decir, bien interpretada la luz con el manejo de la velocidad y el diafragma y nos salía un negativo bastante claro y nítido con los contrastes necesarios”.
A finales del siglo XIX el estudio fotográfico se transformó en un laboratorio de química que daba lugar a una fotografía más dispendiosa y rudimentaria. De este modo, se realizaban todos los procesos de revelado, fijado y copiado gracias a químicos importados desde Mérida, Venezuela. Igualmente, las nuevas técnicas incursionaron en este arte junto con la intuición y la experiencia adquirida. Tolosa, uno de los fotógrafos más reconocidos por las familias pamplonesas, fue el protagonista en este aspecto. Al respecto Villamizar Cáceres expone: “El señor Tolosa me explicaba cómo con un lápiz tenía una técnica para hacer los retoques a las fotografías, algo así como un ‘Photoshop’ de ese tiempo”.

En el programa de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona se continúa con la enseñanza del proceso de la fotografía análoga como un componente que define de manera completa a un fotógrafo, puesto que de acuerdo con el docente Édgar Villamizar, “es la mejor manera de aprender verdaderamente el manejo profesional de la fotografía a través de las técnicas de la cámara y los elementos compositivos que nos resaltan la misma”. Mayerli Torres Rodríguez, estudiante del curso de fotografía, explica: “Considero que la fotografía análoga es fundamental ya que nos orienta acerca de cómo es que inició todo este proceso, entonces conocemos a nivel teórico y de referentes cómo nació la foto, cómo se crearon esas técnicas que actualmente se siguen utilizando”.
Asimismo, el estudiante Sajid Duarte expresa: “La fotografía análoga debería enseñarse en todos los programas de Comunicación Social o carreras afines, porque es la posibilidad que tiene la persona que quiera acercarse a esta manifestación artística para aprender desde esa primera etapa, para ir evolucionando poco a poco en su concepto, en su desarrollo técnico hasta llegar a la fotografía electrónica o a la fotografía digital”.
El legado de ‘Toto’
El aporte que ha hecho el Museo Fotográfico ‘Toto’ Villamizar a la fotografía análoga en Pamplona desde el año 1960 se describe en primera instancia con el objetivo de reunir aquellas imágenes a manera de recuerdo, conservando su propio archivo y así empezarlas a exhibir. Su fundador, Víctor Manuel Villamizar, llamado por muchos por su apodo ‘Toto’, no era fotógrafo ni experto en este campo, pero tenía a su cargo una funeraria por lo que contaba con un fotógrafo que trabajaba con él quien cubría y registraba muchos de estos eventos que más tarde vendrían a formar parte de su museo.
Víctor Manuel, nieto del fundador de este museo, expone con orgullo: “Con el tiempo, al ser tan conocido y sociable, iba a las casas y la gente le decía ‘‘Toto’, tengo aquí una foto, tome para su museo’, entonces eso ayudó a esa memoria fotográfica de Pamplona”. Asimismo, se debe destacar el tributo que se realiza a la historia de la ciudad dado que gracias a esta contribución de ‘Toto’ se conoce cómo eran la arquitectura, los carros, las formas de vestir, el entorno cultural pamplonés, “es un testimonio válido como historia y como reconocimiento de lo que fuimos en el pasado”, afirma.
Debido a la contingencia actual por la pandemia de la covid-19, el curso de fotografía de la Universidad de Pamplona sufrió una interrupción, puesto que la presencialidad es uno de los factores que inciden en el desarrollo adecuado del mismo. Sin embargo, gracias al internet y a las plataformas como Google Clasroom se ha podido dar continuidad al curso, adaptándolo a lo digital. En contraste, los estudiantes han mantenido este proceso de formación asumido como una “experiencia nueva” tanto para ellos como para el docente.

El profesor Villamizar afirma: “Lo importante no es la cámara sino lo que usted piense y lo que pueda crear a través de eso que llamamos ‘composición’ y los contenidos que usted trabaje”. De esta forma, se ha invitado a los estudiantes a reforzar su creatividad en los momentos en los que más se encuentran limitados y también a “explorar nuevos espacios en sus hogares, espacios que no conocían, a redescubrir ambientes”.
Por otro lado, debido a la cuarentena, el museo Toto Villamizar no se encuentra funcionando. No obstante, gracias a una propuesta por parte de la Secretaría Municipal de Cultura, se proyecta efectuar registros fotográficos y de video para que sean publicados en la red social Facebook y de esta forma los pamploneses puedan acceder a las diferentes exhibiciones que hacen parte del museo, pero de manera virtual.