Sala de Urgencias. Domingo 7 de febrero en horas de la tarde. Médicos, auxiliares y estudiantes de medicina están preparados para cualquier eventualidad. Ese día contaban con su respectivo internista, el médico general de planta, un estudiante de internado y dos auxiliares de enfermería, quienes atendían a los pacientes que llegaban a la Clínica Foscal, ubicada en Floridablanca.

A las 5 de la tarde las alarmas se encienden. Una persona ingresó por la puerta de reanimación, la médica interna de la sala, Isabella Sanabria Esguerra, recibe al paciente que luce pálido, somnoliento, con una mirada perdida, con poca capacidad para moverse y sin poder responder a las preguntas que se le hacían para evaluar su estado de salud.

Como el paciente no hablaba, la informante de la situación fue su esposa, quien de manera acelerada y preocupada afirmó: “ A mi esposo le picó un escorpión, dos veces, una en su mano izquierda y la otra en el dedo pulgar”.

El equipo médico realizó el monitoreo básico y examinó las condiciones en las que se encontraba el enfermo. Su pronóstico era grave, y el tipo de picadura según su sintomatología era de grado moderado.

La médica Sanabria Esguerra explicó que era un caso extraño, ya que aproximadamente el 97% de las picaduras que se han presentado en el país son leves, es decir, sólo presentan enrojecimiento y dolor intenso, y solo el 3 % son moderadas, las cuales presentan afecciones en algunos sistemas del cuerpo”.

El paciente seguía empeorando, su estado neurológico se deterioraba con el tiempo, su boca y la parte derecha de su rostro empezó a torcerse, necesitaba con urgencia el antídoto.

Fue así como identificaron que a Carlos Eduardo León lo había picado un escorpión de la categoría Tityus asthenes, una de las cinco especies más peligrosas y venenosas del país.

En Colombia, se han reportado casos por picadura de esta categoría en los departamentos de Choco, Cauca y Antioquia. Sin embargo, este sería el primer caso registrado de picadura de este tipo de arácnido en Santander.

El hecho

Carlos Eduardo León, un auxiliar de enfermería quien atiende emergencias temporalmente en el Centro de Salud del Mutis, relata que nunca imaginó haber vivido una situación similar.

Ese 7 de febrero, a las 10:00 de la mañana, Carlos y su esposa dormían en su casa ubicada en Morrorrico, después de una larga jornada de trabajo. De repente sintió un dolor semejante en su brazo izquierdo que describió como la entrada de una aguja caliente en su cuerpo. Segundos después sintió la misma sensación en su dedo pulgar derecho, y gritó por el dolor.

Su esposa despertó con el grito y encendió la luz. Él observó su cama en busca de cualquier objeto o animal que pudiera haberle causado tal dolor. Removió las sábanas, sacudió las almohadas y al observar el suelo vio un animal negro, con tenazas, parecidos a los de las películas en Egipto, “era un escorpión”, afirmó con horror.

Conservó la calma, observó su cuarto buscando un objeto pesado para matar al animal y poder seguir durmiendo.

Tres horas después las cosas se complicaron. “Empecé a sentir un hormigueo por todo mi cuerpo, iniciaba en mis pies y se extendía subiendo por las rodillas y mis caderas, fue cuando me di cuenta que no podía moverme, no podía hablar, mi lengua estaba totalmente tiesa, y con lo que pude me comuniqué con mi esposa y nos fuimos a la Foscal”, recuerda Carlos Eduardo con pavor.

El antídoto

En Colombia, a pesar de tener gran diversidad de fauna y flora, los especialistas tienen mayor conocimiento en enfermedades como el dengue y la malaria, pero frente a picaduras de serpiente y de escorpión, aún persiste el desconocimiento en las instituciones sobre cómo tratar este tipo de situaciones médicas.

Además, pese a que existe una guía del Ministerio de Salud y Protección Social que conserva en su página 194 cómo se debe realizar cualquier procedimiento médico con una víctima de la picadura de este arácnido, no especifica la forma de administrar el antídoto.

Cada escorpión tiene un veneno distinto, y su picadura produce que todos los canales de sodio y potasio del cuerpo se mantengan abiertos. El ser humano pierde el control del cuerpo en aspectos como la respiración, el latido cardíaco, entre otra sintomatología que puede generar arritmias cardiacas, daño neurológico y paro cardiorrespiratorio, incluso, la muerte.

Luego de ingresar a la clínica, León fue monitoreado. Le inyectaron líquidos para hidratarlo y le fueron realizados una serie de exámenes.

Mientras se estabilizaba el paciente, el médico internista de turno, José Ignacio Ramírez, junto con Isabella Sanabria, buscaban la respuesta para calmar el dolor y salvar su vida. Se vieron obligados a comunicarse con el médico Javier Ramírez, presidente de la Asociación Colombiana de Antídoto, quien por medio de una llamada dirigió el proceso para contrarrestar el veneno que corría por las venas del paciente.

Es así como a los 25 minutos de ingreso del paciente se realizó una llamada al Centro de Antídotos en Santander para que fuera enviado el suero antídoto antiescorpiónico. Exactamente a los 15 minutos de la llamada llegó el antídoto a las manos de los médicos de la Clínica Foscal.

El internista José Ignacio Ramírez, junto a la médica Interna Isabella Sanabria iniciaron el tratamiento con una prueba de sensibilidad para observar la tolerancia del paciente al suero. Todo marchó bien. Carlos Eduardo respondió de manera positiva a la prueba. Se le inyectaron los tres viales orales de suero antiescorpiónico, una cantidad moderada, debido a las dos que tenía.

También fue necesaria una infiltración para evitar mayores complicaciones, así lo explicó el internista Ramírez: “Se le hizo una infiltración local para bloquear lo poco que quedaba del veneno en la zona de la picadura. Esto permitió que el veneno no se siguiera esparciendo por otras partes del cuerpo”.

Las preocupaciones no cesaban allí. Luego de administrarle el antídoto, León fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica donde se le practicaron exámenes y evaluaciones en la primeras 72 horas de su evolución.

Las preocupaciones no cesaban allí. Luego de administrarle el antídoto, León fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica donde se le practicaron exámenes y evaluaciones en la primeras 72 horas de su evolución.

El equipo médico evitaba por medio de intensivos chequeos que León presentara una falla respiratoria, un paro cardíaco, una pancreatitis o que su daño neurológico empeorara con el tiempo. Carlos Eduardo presentó una leve mejoría con el paso de las horas. Sentía sus dedos y movía sus pies, pero seguía sin poder pronunciar una sola palabra. Durante tres días permaneció hospitalizado.

Su recuperación fue lenta, pero positiva. No solo sus manos y sus piernas  recobraron el movimiento. Su rostro volvió a ser el mismo, y podía hablar de manera clara. El caso había sido resuelto, León fue dado de alta al cuarto día de haber sido picado por un extraño arácnido.

“Estaba sorprendido, no puedo creer que un escorpión me haya picado y que haya estado acá, en urgencias, y aún más imposible de creer, que en mi casa hubieran escorpiones”, afirmó Carlos Eduardo, días después del egreso.

De tierras lejanas Los Tyfus astenhesis son artrópodos muy antiguos, familiares de los arácnidos, y es una de las especies más peligrosas en el país. En Colombia se encuentran en el Chocó, y con menos frecuencia en Antioquia. Es considerada como una especie oportunista que se alimenta de bichos muertos y caza en baja proporción.

Este escorpión alcanza un tamaño entre 50 y 150 milímetros; sus picaduras están asociadas a temperaturas entre los 0 y los 500 metros sobre el nivel del mar. Sus apariciones se hacen en ambientes rurales y poco urbanos.

Esto último llamó la atención del equipo médico que recibió a Carlos Eduardo León y se inició una investigación para analizar la aparición de esta especie en Santander. “El Tityus ssthenesis no es proveniente de Santander y su reproducción no se lleva a cabo en estas tierras; por lo tanto, junto con mis médicos profesores hemos estudiado la idea de publicar este caso y la situación de la migración de estos animales a la región”, afirma Isabella Sanabria, médica interna de 22 años.

En el país sólo hay registrados tres casos por picadura de este arácnido, siendo este el primero en este departamento, y a nivel mundial con afección neurológica, es decir, que hayan presentado sintomatología de disartria (pérdida del habla), sólo se han publicado dos casos, lo cual no permite a los especialistas conocer mucho acerca del tema.

Es por eso que el equipo médico, el internista José Ignacio Ramírez, y la médica Sanabria, junto con el toxicólogo Javier Rodríguez, iniciaron una investigación sobre la migración de esta especie a Santander. “Como hipótesis principal se cree que el cambio climático ha permitido que estas especies emigren a esta ciudad y sus alrededores, los cuales ponen en alerta a las entidades médicas, que deben conocer el debido proceso para evitar la muerte de los los pacientes”, concluyó el médico internista José Ignacio Ramírez.

Por Paula Andrea Benavides
spbenavides@unab.edu.co 
 

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