Alma Guillermoprieto es una periodista mexicana. Se convirtió en bailarina profesional y bailó con maestros de la danza contemporánea como Martha Graham, Twyla Tharp y Merce Cunningham. Lleva 40 años ejerciendo la labor periodística que inició en la época de la revolución sandinista (hecho protagonizado por el Frente de Liberación Nacional que puso fin a la dictadura de la familia Somoza) en Nicaragua. En 2018 obtuvo el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, y actualmente hace parte de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano ‘Gabriel García Márquez’.
Su obra reciente ‘La Habana en el espejo’ es una mezcla entre crónica y novela, en la que según la periodista Claudia Morales, la cronista deja ver detalles íntimos de cuando tenía 20 años y llega a Cuba como profesora de danza. Por su parte, Guillermoprieto cuenta que la obra es una memoria de su vida entorno al baile y a sus vivencias en ese país: “En ese momento sentí que la danza no era lo mío, tenía 20 años y no era consciente de lo dura que estaba siendo conmigo misma”, asegura.
Sobre estos y otros aspectos de su carrera, la mexicana conversó con Morales durante el lanzamiento de la versión 17 de la Feria del Libro de Bucaramanga, Ulibro, que se realizará del 26 de agosto al 1 de septiembre.

Claudia Morales . / FOTO JAVIER FERREIRA
Recomendó a los asistentes escribir sus memorias, “porque es una manera de darnos cuenta de la verdadera vida que llevamos. Es un mecanismo válido para saber cuántas mentiras nos hemos dicho a nosotros mismos”. Destacó que reírse de sí mismo enseña a no tomarse las críticas de manera personal. Además, habló con Periódico 15 acerca de los retos que enfrenta la crónica y el periodismo en la era digital.
¿Qué ofrece la crónica como género periodístico que otros no?
La crónica es muchas cosas. Es la posibilidad para los lectores de convivir mucho más de cerca con el autor, es una oportunidad que se tiene muchas veces en la ficción de dialogar con otra mente. Permite reflejar en la escritura lo complicada que es la realidad, un reportaje diario de noticias nunca nos va a permitir reflejar ni una mínima parte de las complicaciones de esa realidad. Es un texto complejo, complicado. Es la diferencia entre escuchar una canción de Paul McCartney y Beethoven, son dos géneros diferentes que cumplen dos funciones diferentes.
A través de sus crónicas conocimos su interés por contar la historia del conflicto en Colombia. Ahora que avanza en el posconflicto, ¿qué historias deberían contar los periodistas?
Señalar que es mucho más fácil escribir sobre tragedias que sobre procesos positivos, tienen una estructura dramática inherente que los hace mucho más escribibles. Pienso que la paz es muy importante para Colombia y que ese proceso se desarrolle de la mejor manera también lo es, pero creo que por encima de eso la crisis del medio ambiente está en inminencia de acabar con el mundo, con nosotros, con la civilización como lo conocemos. La crisis de la migración es una crisis ambiental, entonces me parece que en toda América Latina estamos indefensos ante ese fenómeno porque no se reportea, yo creo que la gran tarea es empezar a explicar eso.
En esta época de redes sociales y de noticias falsas ¿qué identifica en cuanto a aspectos positivos y negativos del periodismo?
Cada vez estoy más preocupada por los efectos negativos de las redes sociales. No discuto que sean sumamente útiles, provechosas y entretenidas para la gente que las utiliza, lo que me parece es que los efectos negativos en términos de geopolítica van ganándole a los efectos positivos. Entonces, me parece que en estos momentos el peligro de las redes sociales supera sus beneficios, ahora se ha profesionalizado el internet, por eso no niego los beneficios, lo que digo es que el peligro del final de la democracia y el final de las elecciones confiables y libres es mucho mayor que cualquier cosa que hayamos podido lograr en cuanto a internet y redes sociales.
¿Cuál es la diferencia entre ser reportero y ser periodista?
Hay muchos tipos de periodismo, está el que se hace escribiendo columnas, hay periodismo que se hace editando, periodismo que se hace siendo propietario de un periódico, pero la reportería es salir al mundo a constatar por ti mismo lo que está ocurriendo en él, es filtrar la realidad del mundo a través de tus ojos, tus oídos. Es estar donde los lectores no pueden llegar. Entonces, es un oficio muy activo que no ocurre en un escritorio.
¿Se deben acabar las facultades que forman a los comunicadores sociales?
Siempre pienso que el periodismo debe de ser maestría, y yo sé que lo que estoy diciendo no es lo más popular, pero pienso que una persona joven que tiene cualquier otra área de conocimiento del mundo adquiere una perspectiva intelectual y que sin autonomía intelectual, no puede hacer más que asistir a conferencias de prensa y hacer preguntas muy limitadas. Una persona que ha estudiado historia o diseño industrial tiene una autonomía intelectual, ¿para qué hacen falta las facultades de periodismo? Para enseñar ética, para enseñar usos tecnológicos, porque la tecnología avanza mucho más rápido de lo que nosotros avanzamos. Entonces, se necesita un dominio de la tecnología, una sólida base ética y se necesita un conocimiento de la historia del periodismo, de sus posibilidades y de escribir, así vayan a manejar una cámara en televisión.
¿Cómo fue la experiencia de ganar el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades?
Fue una sorpresa que me dejó casi desmayada, luego porque evidentemente no fue un premio para mí, sino al periodismo, en el que yo me he pasado la vida. Otra cosa importante es que es un premio que ocurre junto con la sociedad Asturiana, con la gente del común, universitarios, estudiantes de secundaria y no con los reyes, y para mí eso fue maravilloso. Al final de esa semana había conocido mucha gente de Asturias, de la provincia, del común… Fue lindo.

Por Silvia Juliana Parra García / sparra35@unab.edu.co Lucía García Sánchez / lgarcia73@unab.edu.cos