Según la Asociación Colombiana de Psiquiatría (ACP) muchos ciuda- danos están solicitando los servicios de urgencia aludiendo a padecer algún tipo de enfermedad y el diagnóstico indica que en realidad su- fren ansiedad, estrés y falta de sueño, entre otros síntomas. / FOTO LUIS FERNANDO RUEDA VIVAS

Por César Ariza / cariza562@unab.edu.co

La preocupación de las familias ante las obligaciones económicas y sanitarias han aumentado durante el aislamiento al punto de causar inestabilidad emocional, episodios de depresión, estrés o ansiedad, que de no ser controlados pueden llevar al suicidio o a padecer enfermedades en las que nunca se pensó, como el cáncer.

Lo ocurrido con Alberto Ulloque Beleño, un vendedor ambulante de Santa Marta que presuntamente se quitó la vida el viernes 17 de abril de 2020, es muestra de esta realidad. Según se conoció por distintos medios de comunicación nacionales, había sido sancionado por violar la cuarentena en cuatro oportunidades y esto pudo haberlo llevado al suicidio en una residencia, lejos de su familia.

Para la psicóloga Pinto Moreno, la corrupción en el sistema de salud hace que los ciudadanos no confíen en las ayudas que presta el gobierno y por esto el reto después del aislamiento es brindar servicios que estén atados al bienestar social. / FOTO LUIS FERNANDO RUEDA VIVAS 

De acuerdo con la Asociación Colombiana de Psiquiatría (ACP), el miedo, la alteración del sueño y de la conducta alimentaria han generado que entre marzo y abril sean significativas las consultas o prestación de servicios de urgencia a personas que presentan dichos síntomas. El psiquiatra Jaime Bernal, miembro de la ACP, cuenta que están apareciendo más ciudadanos con síntomas físicos y somáticos corporales asociados más a la angustia que a una verdadera enfermedad.

En su página web, la Vicepresidencia de la República dio a conocer las seis principales razones que generan estrés psicológico durante la cuarentena y que conviene abordar a nivel nacional”. Entre estas se encuentra el miedo a ser contagiado y la inestabilidad financiera (ver tabla).

Pero a esta realidad se suma otra, la de los colombianos que no se quedan en casa y que por contar con permisos especiales salen a diario y cumplen labores importantes como la venta de alimentos y la prestación de servicios de salud.

Lizbeth Flórez, vendedora de alimentos, manifiesta que existe una sensación de incertidumbre siempre que entra a su casa y “me veo con mi hijo luego de haberme encontrado con decenas de clientes que en algunos casos no usan la protección adecuada”. Añade que la presión que siente como muchos la mide en el nivel de vida o muerte, ya que la posibilidad de llevar alimento a los hogares se ve condicionada con el riesgo de contraer el virus, y en sentido contrario, la posibilidad de salvarse de la enfermedad en casa se ve condicionada por el riesgo de morir de hambre.

Fuente: Ministerio de Salud de Colombia.

Estas y otras realidades fueron abordadas por 15 con la psicóloga y especialista en Salud Mental Comunitaria, Juliana Pinto Moreno. Además, los retos a los que el sistema de salud del país se enfrentará cuando todo vuelva a la normalidad.

Juliana Pinto Moreno, psicóloga y especialista en Salud Mental Comunitaria. / FOTO SUMINISTRADA

¿A qué se enfrenta una persona en aislamiento desde el ámbito de la salud mental?

Esto puede producir sensaciones desagradables, que tienen origen en los pensamientos, por no poder hacer lo que sea desea o como se quiere hacer, y eso genera un desequilibrio que se manifiesta en emociones o estados de ánimo de ansiedad, desesperación, intranquilidad y aburrimiento. Esto puede llevar a la rabia, la ira y la depresión.

Estos efectos no solo afectan a la persona sino la convivencia en su lugar de residencia, o si la persona está sola, desarrollar ideas suicidas, reducir su autoestima y situaciones que dañan su integridad emocional y también física. Normalmente, cuando un episodio sucede en ambientes donde hay otras personas, se presentan discusiones, peleas y desentendimiento o enfrentamiento de los modos de ver la realidad. Estos problemas nublan la posibilidad de llevar una convivencia sana, se ponen por encima los mecanismos de defensa a los mecanismos de enfrentar la realidad.

Es importante mencionar que estas emociones son normales, son parte de los reflejos que tenemos como seres humanos para la solución de situaciones. Por ejemplo, el miedo nos ayuda a huir de algo peligroso para sobrevivir. Sin embargo, lo mejor es buscar las formas de manejar estas situaciones y mantener una sana convivencia. Por eso hablamos de espacios para reflexionar, meditar, hacer ejercicio y otras actividades que involucran más el ser que el hacer. Estamos acostumbrados a producir, pero no estamos acostumbrados a explotar otras habilidades, la parte cultural, musical, de danza, etc. Lo importante es que cada persona encuentre la manera de canalizarse.

Somos una sociedad activa, vivimos en el caos, la revolución tecnológica y el acelere mismo de la vida diaria que nos obliga a estar siempre contra el reloj. Nos llega la cuarentena, ¿qué puede cambiar a nivel del pensamiento y de las formas de actuar?

Las personas tienen que empezar a cambiar a nivel de pensamiento y actuación, aceptar que esto está sucediendo y ponerse en modo de adaptación, aprovechando los beneficios en casa y superando las dificultades, para no entrar en círculos de angustia. Existe un choque entre la adaptación y las costumbres.

Estudiantes, profesores, padres de familia, que normalmente tienen una labor diaria, trabajan y estudian, ¿qué tipo de experiencias pueden vivir desde cada uno de los ámbitos?

Es importante continuar con las actividades cotidianas que se puedan. Por ejemplo, los profesores y estudiantes pueden replantear las maneras de aprender en la medida que se aproveche el internet y las plataformas. Entonces desde ahí se debe aceptar que el cerebro del ser humano es flexible antes lo que sucede y que somos creativos para avanzar en este proceso. Sin dejar a un lado a las personas que no tienen ninguna alternativa y que son un factor crítico en la situación social y política del país.

Al salir de la cuarentena, ¿cree que se cuenta con un sistema de salud eficiente en Colombia para revisar y tratar el tema de la salud mental? El sistema de salud está teniendo muchas inconsistencias, se nota que hay dificultades para acceder la a salud en general y, por ende, en la salud mental. Lo primero es definir las necesidades de las personas para brindar un servicio de salud aceptable, porque si se usa la salud para la mercantilización se genera una discriminación y abandono a comunidades menos pudientes. En Colombia hay muchos casos por la cultura de la violencia que está inserta en instituciones como la familia e instituciones oficiales del gobierno. Eso pone a la gente a preguntarse ¿cómo se está articulando la institucionalidad? Resulta que los contextos en los que las personas viven afectan la salud mental. Hemos visto personas que mueren porque no los pueden atender o llegan y los dejan botados hasta que mueren. Entonces, se necesita al Estado para brindar mejor salud, para que sientan que tienen un Estado protector que les ayuda en los momentos difíciles. La corrupción institucional hace que se afecte la tranquilidad de los ciudadanos y se sientan más vulnerables ante la realidad en la que vivimos, ya que la responsabilidad institucional está íntimamente ligada al bienestar social.

¿Cuáles son los retos en Colombia frente al tema y más ahora que se vive esta crisis mundial?

En el país hay una gran población con problemas socioeconómicos que difícilmente pueden vivir del ahorro o de préstamos. Estas personas están saliendo a buscar un sustento para vivir y en estos momentos están en mayores condiciones de vulnerabilidad, y que salen a las calles con el riesgo de entrar en el grupo de contagiados. Y además el Estado no está respondiendo a esto, ya que, como podemos ver, existen daños a la comunidad cuando se le entregan ayudas que no necesitan o que usan cédulas falsas para robarse la plata de los más necesitados. Si tenemos las necesidades básicas satisfechas es más fácil que estemos más tranquilos en casa, enfocados en el ser y la tranquilidad, pero difícilmente una persona que no tiene nada que comer puede lograr esa tranquilidad. Si se sigue así, se pueden generar situaciones de amotinamiento, rompimiento de la ley por salir a las calles e incluso robar.

Universidad Autónoma de Bucaramanga