Por: Camila Del Vecchio / cdel123@unab.edu.co

Primera nota y me asignaron cubrir la charla de un referente en el periodismo nacional. Ganador de dos premios Simón Bolívar; hijo de una familia más que emblemática, los Cano; homónimo del fundador de El Espectador y director de este periódico actualmente; además Premio Vida y Obra 2022: Fidel Cano. Cero presiones para mi debut cubriendo un evento.

15 minutos antes del inicio en el Auditorio Jesús Alberto Rey Mariño de la UNAB se sentía la emoción por la charla. Alumnos del grado 11 del colegio Panamericano esperando que uno de los ídolos para los comunicadores, les responda sus dudas: si esta es la carrera para ellos; si sale mejor ser un tiktoker que un periodista, cómo es la transformación por la que están pasando los medios.

Al entrar al auditorio, frío, repleto de profesionales, estudiantes, cámaras y luces me sentí aterrada; caí en cuenta que, después de tomar notas de la charla, tenía que salir corriendo de la universidad a tomar el autobús para llegar a mi casa y producir un texto de calidad para esa misma noche. Sin embargo, apenas comenzó Fidel a hablar con un tono de voz relajado, contando el periodismo a través de sus recuerdos, haciendo reír a los asistentes y mostrándose como un humano y no una eminencia inalcanzable; mis nervios bajaron y mi emoción aumentó por tener el privilegio de escribir sobre aquella persona que me produjo ternura; que me hizo sentir casi como si estuviese recibiendo consejos de mi papá, mi tío o mi abuelo. Demostró que la pedantería no es necesario para saber de periodismo o ser un referente nacional.  

¿Qué hay de vainas?

¿Qué hay de vainas? Con esta célebre pregunta que le hacía Guillermo Cano a Gabo cuando se llamaban para contarse noticias, le dio inicio el profesor Farouk Caballero al primer tema de la charla. Cano respondió de forma inmediata: “Estamos en un momento fascinante, asustador, lleno de retos y de preguntas” refiriéndose al presente del periodismo. Acto seguido se comenzó a hablar de la periodista bumanguesa Silvia Galvis. Fidel la recuerda con cariño y admiración, fue una columnista de gran relevancia en El Espectador por la conexión que generaba con el público joven. Sin duda, para mí empezaron nombrando a uno de los pilares que revolucionó el periodismo colombiano. 

¿El Fideloncito y cuánto valía?

El primer paso de Fidel Cano en el mundo del periodismo se llamaba El Fideloncito, se mantenía vigente con el dinero y la imprenta de El Espectador; era comprado por los periodistas, todos trabajadores en el periódico de su familia, a tan solo $1. Este era un ejemplar que él escribía de pequeño bajo la consigna: “El Fideloncito escribe en bien de lo que le gusta y en contra de lo que no le gusta”. 

Con este periódico experimenta su primer debate fuerte, cuando junto a su primo y el caricaturista del periódico, publicaron en una edición del Fideloncito una caricatura sobre Alberto Santofimio, hecha por el dibujante Aldonado, quien lo pintó saliendo de la cárcel y entrando al Espectador. “Mi primera censura”, dijo Fidel. Así cerró este recuerdo que hizo reír al auditorio entero. 

¿Qué carajos le dan a los Cano?

En la familia Cano todos van por la línea del periodismo y las ciencias sociales, algo impactante de creer, un núcleo familiar dedicado a lo mismo y excelentes en su oficio. Descendientes de un bisabuelo intelectual que fundó un periódico político y cultural en 1887 en Medellín, siguieron con ese legado que los hizo crecer admirando a los mayores, leyendo y comprendiendo que la cultura es lo que enriquece una sociedad. Por lo tanto, en todos se plantó la decisión de siempre trabajar para formar una mejor sociedad, esa es la joya y el secreto de los Cano. 

El Auditorio de Ingenierías estuvo lleno y atento para escuchar al director del diario que es el decano en Colombia: El Espectador. Foto: Camila Del Vecchio.

No obstante, Fidel Cano no estudió periodismo, pues en los ochenta las personas no estudiaban periodismo como carrera, debían hacer una maestría o solo empezar a trabajar en los medios y dejar que la experiencia los formara. Él estudió filosofía y letras, siempre pensando en estar en los medios de comunicación. Después de terminar su carrera y hacer una maestría de periodismo en Estados Unidos, decidió regresar a Colombia, solo que su casa donde todo inició con El Fideloncito ya no era de su familia; por eso llega a tocar las puertas de El Tiempo. Sin embargo, en 1999, por más “descanizada” que quiso hacer El Espectador, Cano, regresa contratado por el periódico de la otra orilla.

¿Cómo permitir las nuevas narrativas?

El encuentro llega al tema esperado, ¿cómo un periodista de alto calibre logra entender las transformaciones del periodismo con la llegada de Tik Tok? La sala en completo silencio, prestando atención para resolver la duda principal. Fidel, va al grano diciendo: “Esa es la tensión permanente, ¿cómo llegar a las nuevas audiencias sin perder la esencia?” 

Aquí es cuando me relajé, al ver que un ídolo considera al joven recién graduado como un potencial para revolcar las salas de redacción y llevarlas a donde está la gente. Esto no significa que las armaduras oxidadas no sepan nada, dicho por Cano. La combinación perfecta es un profesional con experiencia en el campo trabajando con un joven, ambos son sus complementos. 

Para demostrar el cambio que tuvo El Espectador tomaron de ejemplo al programa de noticias La Pulla, un detonante en la transición del periodismo convencional al digital. Este noticiero es para conectar con la audiencia juvenil, que aunque tuvo varias críticas por su forma de presentar la información, Cano afirmó que el riesgo valió totalmente la pena. 

Por más que él esté de acuerdo con innovar en las nuevas narrativas, no significa que siempre se le den bien: “A mí me complica TikTok, no sé cómo jugarle al algoritmo”, no manejó bien ni entiende mucho la aplicación, es más, el moderador le preguntó qué haría él en TikTok y respondió que “Seguramente monerías no. Intenté plantear debates de los centenarios los domingos, pero quién quería coger a un viejo ahí hablando”. 

“La mejor portada de El Espectador es la de mañana”

Un análisis de las portadas más icónicas, últimamente, fue la forma de terminar la charla para pasar a una sesión de preguntas. 

Las primeras portadas proyectadas hacen alusión a víctimas de tragedias: una durante la pandemia y otra sobre las muertes de los paros del 2019 y 2021. Ambas portadas, al igual que todas las demás, fueron elegidas después de un debate en las salas de redacción, siempre teniendo en cuenta nunca crear una portada que comprometa la credibilidad del periódico. 

Así, con la credibilidad en la mente de todos, se abrió un nuevo tema, el periodismo militante. Cano se confesó partidario del pluralismo porque así hay de todo pa’ todos y no va en contra de ninguna libertad. Sin embargo, sí hizo énfasis en que, aunque, son necesarios, los medios militantes generan un sesgo que provoca pérdida en la capacidad de crítica por estar comprometido con una causa. 

Las segundas portadas son similares en que tienen un tono humorístico, pero la que dice “Orgullo Paisa” es debatida por la moral y ética de Fidel, puesto que después de ser publicada pensó que se pasaba de la raya, quitando del foco la tragedia y presentándola como burla. 

¿Cómo revivir temas olvidados y no conocidos por los jóvenes? Esa pregunta la hizo el profesor Farouk Caballero cuando cambiaban a las siguientes portadas. Fidel solo respondió diciendo que simplemente a veces hay que recordar. Un tema controversial llegó a la mesa, la invisibilidad del periodismo regional en el ámbito nacional. Cano sabe que, en Colombia, si los periódicos grandes no generan alianzas con medios regionales, estos últimos no gozaran de atención. Es por esto que El Espectador, bajó la dirección de Fidel, impulsa el periodismo en las regiones e intenta hacerlo sin censura. Es decir, el periodista puede expresarse libremente y lograr una visibilidad que de una u otro forma lo blinda.  

¿Qué piensa de un presidente twittero? Con la quinta portada llega esta pregunta, de la cual Fidel hizo una reflexión muy acertada. No hay nada de malo cuando el presidente, por medio de sus redes, se defiende de los titulares; el conflicto comienza cuando el mandatorio desacredita los periódicos y posiciona a los comunicadores como enemigos de los ciudadanos. El ejemplo que asocié a este punto fueron las protestas del 14 y 15 de febrero del presente año, en las que, en vez de pedir a los periodistas reportar su causa y cómo se estaban llevando a cabo las manifestaciones, estos fueron echados quizá con influencia del presidente twittero. . 

Tristemente lo bueno siempre debe tener un fin

Se da por terminado el evento y el foco pasa al público, que tenía varias preguntas y ganas de retener a esta eminencia del periodismo solo un poco más, para aprovechar al máximo su presencia. Todas fueron respondidas desde su experiencia. Quisiera resaltar dos, que me hicieron sentir cercana a Fidel Cano, ya que ambas mostraron su don de gente.

Risas y anécdotas estuvieron presentes en la charla «Del impreso al tik tok». Foto: Camila Del Vecchio.

La primera fue una acerca de cómo hacer cuando nos enfrentamos a profesaurios que nos forman para salas de redacción de los sesenta. Cano respondió que, sin importar la edad o método de un maestro, debemos aprovechar al máximo lo que nos tiene para enseñar. Porque si está en un aula de clase es que hizo algo bien para estar formando a las siguientes generaciones. “Saquémosle la esencia a los profesaurios”, Fidel Cano. 

La siguiente fue acerca de las falencias que tienen los recién graduados. Por un segundo Fidel se quedó pensando e hizo a todo el público reír, pues, creo, todos pensábamos ¿Tantas? Pero al momento respondió con tranquilidad que lo que nos faltaba era preocuparnos por usar el idioma adecuadamente y no quedarnos haciendo lo que todos hacen. Nuevas ideas que revolucionen los medios es lo que se busca, al igual que al egresado curioso que no le da pena preguntar. 

Para cerrar tuvo una ovación de pie y mi cabeza solo daba vueltas pensando en lo asombroso que es este señor. Un periodista renombrado que se pone nervioso frente al público y cámaras; que admite sus errores; busca darles alas a los jóvenes y no frena la evolución de los medios. Lo que más me impresionó, como dije al principio, fue lo humano que es. Sí, es una figura emblemática en el periodismo, pero es capaz de presentarse primero como un ser humano corriente antes de nombrar cada logro. Fidel Cano ha mantenido El Espectador produciendo gracias a su adaptación a las nuevas tendencias, por asumir retos, admitir sus errores y lo más importante en toda ciencia humana, por ser persona antes que periodista. 

Universidad Autónoma de Bucaramanga