«El equipo es lo que nos pertenece, lo nuestro, lo que hay que apoyar, entonces uno empieza a tener sentido de pertenencia y le va cogiendo amor a la institución”. Con esta frase inicia su relato Álvaro Ojeda Olarte, un hombre de 56 años, de los cuales 40 los ha dedicado a seguir la huella del Atlético Bucaramanga.
Su primer contacto o al menos el que permite delimitar su historia se da a los 10 años, cuando se encargaba de hacer los mandados a los jugadores, ya que la casa oficial del Bucaramanga se ubicaba en San Miguel, barrio en el que ‘Fifa’ también residía.
Gracias a ese acercamiento se puso por primera vez la camiseta del equipo y poco a poco empezó a sentir empatía por él. El sentimiento por el club lo comparte con su familia, su esposa Marta Olarte y sus hijos Walter, Natalia y Vanessa, igual que con sus amigos, los de la barra ‘Tienda Leoparda’.
Tantos años de hinchada se reflejan en las más de 300 camisetas que conserva, los más de 300 viajes fuera de la ciudad y todas boletas que tiene guardadas. Sobre este hecho en particular ‘Fifa’ asegura que “esta representa para el hincha el sentido de pertenencia, cuando usted compra una boleta está diciendo yo voy al estadio, yo apoyo al equipo económicamente, yo tengo mis derechos”.
Amor por el ‘leopardo’ en medio de las dificultades
Justamente en esos viajes ha pasado por situaciones complicadas. Dice que la más difícil fue un viaje a Pasto, en 2006. Recuerda que con Deivy Cuadros fueron los únicos que viajaron a acompañar al equipo (perdió 2-1 frente a Pasto). En Cali los retrasó un paro camionero y les tocó caminar.

“Fueron 48 horas entre caminar, subir en motos, camionetas, diferentes vehículos, hasta llegar a Pasto, en esa ciudad nos cogieron los guerrilleros y nos mantuvieron un poco de tiempo, fue tenaz. Nos dijeron que teníamos que quedarnos y ser solidarios, finalmente nos soltaron y llegamos sobre la hora al partido”, recuerda Ojeda.
De esos años de travesía también menciona otros incidentes menos graves, varios relacionados con problemas de los vehículos en los que se movilizaban. “Partiendo hacia Medellín, de no haber sido por un ‘morro’, el bus se hubiera volteado».
Los otros han sido problemas del ‘barrismo’, que “le parten a uno los vidrios de los buses y esas cosas”, dice Ojeda, pero que gracias a Dios nunca ha tenido un accidente grave.
Respecto al equipo, ‘Fifa’ señala los descensos como las situaciones más difíciles. “Son los momentos más duros porque descender es uno ir a jugar a los pueblos, a un Zipaquirá o allá en la costa en unos potreros de barrio. Tanto el descenso como el ascenso son lágrimas y le quedan marcadas a uno en la mente”. Agrega que es algo que nadie quiere para el equipo de sus amores, ir a jugar a esos sitios, y menos aún, dejar de figurar en los noticieros nacionales.
Actualmente el equipo pasa por un momento delicado, ocupa el puesto 14 en la tabla de posiciones con nueve puntos tras nueve fechas jugadas y está a ocho de entrar en la zona de descenso.
Fidelidad al equipo
Contrario a lo que se pudiera imaginar, los momentos de adversidad son los que agrandan el amor por el equipo, porque detalles que podrían ser vistos como insignificantes toman valor para el hincha. ‘Fifa’ recuerda uno de esos, que resultó justamente de ese complicado viaje a Pasto. “Estábamos en una orillita del estadio, cuando hicieron el gol (Alexander Orrego) se fue todo el equipo a celebrar con nosotros en la malla y fue muy emocionante, para mi compañero Deivy Cuadros y para mí, ese detalle tan lindo que tuvo el equipo con nosotros”.
Con un ejemplo Ojeda responde a cómo se logra ser hincha de un equipo que no ha ganado ningún título en primera división. “Así su papá esté enfermo usted lo va a amar y entre más enfermo esté, usted lo va a amar más y lo va a arropar más, porque es su papá, lo mismo pasa con el equipo”.

gorras, ropa interior, escudos, botones, busos, sudaderas y bufandas, entre otros. /
FOTO KEVIN CALA PÁEZ
Agrega que también es por el sentimiento que se genera hacia la institución, porque ya no se quiere al club por los títulos sino porque le pertenece, porque siente que ya es suyo y es la representación de donde nació.
La Tienda Leoparda
Ojeda Olarte dice que la idea inicialmente surgió de los mismos viajes, de ver que en otros lugares tenían tiendas, lo que generaba más afición y amor hacia el club. Esa iniciativa se reforzó debido a experiencias que tuvo. “Usted iba al centro hace unos años a conseguir algo del Bucaramanga y como eso es una colonia paisa, cuando se preguntaba por algo del equipo todo el mundo se burlaba de uno”.
Esa situación le molestó y decidió que tenía que haber un sitio donde él y otras personas con esa misma molestia se pudieran sentir bien, fue entonces cuando creó la Tienda Leoparda en el 2004.
Allí vende cosas insólitas, dice ‘Fifa’, como un barco que está metido en una botella y tiene la bandera del Bucaramanga, “son objetos que marcan la diferencia porque son únicos”. Resalta que el objetivo de la tienda es que la gente se sienta en casa y pueda pedir lo que quiera sin ser reprochada o burlada sino al contrario, “lo vamos a admirar porque hace parte de nuestra gran familia que es el Atlético Bucaramanga”. Porque un equipo sin historia no es nada, la historia es la que hace las grandes instituciones, agrega Álvaro Ojeda.
Por Kevin Cala Páez
Kcala690@unab.edu.co
@cala03