Winston Churchill (Gary Oldman) dictándole un telegrama a Elizabeth Layton (Lily Jaimes) la joven mecanógrafa que se convertiría después en la secretaria del primer ministro.

La película “Las horas más oscuras” da cuenta de los días más difíciles en la vida de Winston Churchill, primer ministro británico durante la segunda guerra mundial. La narración se ubica en el mes de mayo de 1940, tiempo en que él debe tomar decisiones difíciles, entre ellas, dar la orden a 4 mil jóvenes soldados para que se sacrifiquen frente a las tropas nazis, mientras la armada intenta salvar a otros 300 mil hombres de la fuerza expedicionaria británica instalados en la costa de Dunkerque, Francia, en lo que se denominó Operación Dínamo. Precisamente, estos hechos inspiraron la reciente película “Dunkerque”, de Christopher Nolan.

Este breve relato en la vida de Churchill evidencia la presión de la que fue sujeto: primero, es nombrado primer ministro a los 66 años con una baja aceptación, el mismo rey, Jorge VI, lo designa con renuencia; segundo, Chamberlain, el anterior ministro, ejercía una fuerte influencia en la bancada de su partido para obligarlo a aceptar una negociación con los alemanes, mediada por Mussolini. Es precisamente en ese momento en donde demuestra su talante y sabiduría, cuando el comité de guerra lo acorrala con esta idea, Churchill les responde: “No se puede negociar con un tigre cuando tú cabeza está en sus fauces”, dando a entender que la supuesta negociación no era más que una estrategia de derrota negociada, que concluiría con la esvástica ondeada a lo largo del Reino Unido, imagen que los británicos no soportarían.

Churchill recurre al discurso de la dignidad y la unión para hacerle frente a la amenaza nazi, estrategia difícil, debido a la caída de Bélgica, Holanda y parte de Francia en 1940, campeaba una actitud derrotista en toda Europa, por esta razón las ideas de Churchill eran consideradas absurdas porque llevarían a la nación a un suicidio colectivo, en parte, reforzadas con la mala imagen que sus detractores proyectaron de él, lo veían como un viejo gangoso y alcoholizado, la cinta lo muestra desayunando con whisky y merendando siempre con champagne.

La película evidencia que, aunque Hitler fue el antagonista de la historia, fue el mismo Churchill quien advirtió sobre este personaje algunos años antes de la guerra, luego como primer ministro también tuvo que lidiar con enemigos al interior de su país y de su partido. El relato resalta la duda y la incertidumbre como procesos necesarios en el ser humano. En el momento de mayor oscuridad Churchill recurre al pueblo, a los ciudadanos de a pie de esta forma la película construye la premisa de que un líder nunca debe dejar de escuchar a su pueblo.

A pesar del personaje, la película tiene una atmósfera íntima, predominan los escenarios domésticos y cotidianos por donde el personaje transita, alternando sus hábitos diarios con su trabajo como estadista. Churchill es interpretado por el actor británico Gary Oldman, conocido por sus papeles en “Drácula” (1992), de Francis Ford Coppola, y como el teniente Stansfield, antagonista en la película “El perfecto asesino” (1994), de Luc Besson.

Oldman se caracteriza por asumir papeles complejos que exigen notables caracterizaciones, en esta oportunidad su trabajo moldea la mítica figura de este estadista, un anciano simpático y regordete con sombrero de copa, que balbucea y chasquea mientras dicta incesantes mensajes a su secretaría. También puede ser por instantes vulnerable y tierno, y al minuto se convierte en un ser gruñón y gritón. Oldman logra trasmitir la indómita fuerza en la mirada de Churchill, considerado por muchos como un ser incapaz de llevar las riendas de su nación, cinco años después, el triunfo de los aliados en la segunda guerra le otorgaría la razón.

Por René Alexander Palomino*
rpalomino@unab.edu.co

*Docente del programa de Artes Audiovisuales
de la Unab.

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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