Por Gimena Katherine Velandia Rincón
gvelandia418@unab.edu.co
Wendy Johanna Rivera Velásquez lleva más de dos años trabajando como maquilladora. No tomó cursos de belleza ni de estética, por lo que de manera empírica practicó en su rostro formas de aplicar cosméticos y técnicas más ajenas al maquillaje social. Cuando inició Ingeniería Química en la Universidad Industrial de Santander, entre labiales, brillos, bases, sombras, brochas y pinceles se fue apropiando de los colores, texturas y dimensiones que podía combinar con cada producto.
Tomó inspiración de maquilladores artísticos norteamericanos, ya que no conocía este nicho de artistas en Colombia. Las redes sociales le dieron la oportunidad de conocer trabajos profesionales, y para inicios de 2019 en Wendy se encendió la chispa de la curiosidad por el maquillaje artístico. Paso a paso fue mejorando la sincronía de su mano derecha con el pincel para trazar detalles más elaborados. De forma paralela desarrolló el arte de la paciencia al ceder más tiempo de sus días para lograr un resultado satisfactorio y una motricidad fina impecable, pues dibujar en su cuerpo a través del espejo requiere de gran concentración y coordinación.

Antes de comenzar a pintar, se dispone a buscar ilustraciones acerca del tema que quiere plasmar en su piel. Una vez lo tiene claro, inicia la fase práctica; una montaña rusa llena de emociones que no cesa hasta que pincele el último trazo. En el camino, “siempre me desanimo y me lleno de dudas si me va a quedar bien o no”, asegura, pues no se siente tranquila hasta que finaliza su obra, aprecia cada detalle y determina si cumplió con su expectativa.
Concurso nacional
Con aproximadamente año y medio de experiencia en el maquillaje artístico, Wendy se inscribió a la primera edición virtual de la Competencia Artística Colombiana en julio de 2020, donde más de 380 artistas del país se registraron. Los criterios de evaluación fueron claros: primero, técnica y limpieza, los jurados seleccionados detallarían el buen uso de los productos, luces, estructura, dimensiones del personaje y limpieza en los trazos. Segundo, idea clara del concepto y facilidad al visualizarlo. Tercero, creatividad, las propuestas debían ser originales, sin recrear maquillajes de otros artistas; y cuarto, elementos decorativos que se implementaran para mejorar la estética.
En medio de la emoción y los nervios, Wendy quedó escogida entre los mejores 25 por su representación de Artemisa en invierno con tonos suaves y neutros. Este grupo selecto se enfrentó al primer reto que Daniela Orozco, creadora y organizadora del concurso, anunció: “recrear la vida salvaje”.

Esto obligó a Wendy a salir de su zona de confort. Con maquillaje cremoso para tapar las partes grandes de su lienzo, líquido para detallar minucias con un pincel muy delgado y más de 10 horas de trabajo entre pinceladas y descansos, decidió dibujar un pulpo morado en su pecho, un caballo de mar en la mejilla derecha y una medusa en la frente. Fue la primera vez que utilizó elementos externos, así que con foami recortó y pintó los tentáculos que sobresalieron de su piel y un barco que decoró la coronilla de la cabeza, haciendo referencia a las historias de marineros que perdían sus barcos por pulpos gigantes.
Wendy se tomó el podio al quedar en segundo lugar con el tercer y último reto de representar la vida y la muerte. A partir de algunas ilustraciones de @caitlin_hackett realizó este maquillaje en casi dos días de trabajo. Desde las 9:00 p.m. del 25 de julio comenzó con el jabalí, la calavera y los dos zorros que plasmó en su pecho.
Para la mañana del 26 terminó por completo con un resultado poco convincente para ella, por ello decidió desmaquillarse la cara y dejarse lo que llevaba en el pecho. Esperó hasta las 8:00 p.m. para retomar y acabar en la mañana del 27 de julio para tomar las fotos con luz natural. Realzó la calavera con blanco hueso, colores tierra, agregó flores rosadas y completó la paleta de colores con un fondo dorado.
Para Daniela Orozco la técnica, originalidad y claridad en sus propuestas lograron cautivarla: “Me impresiona que en tan poco tiempo que lleva como maquilladora artística sea tan buena”, reconoce.
Sin afanes
La prioridad de Wendy son sus estudios. El 9 de octubre se graduó como ingeniera química, por ello, “quiero buscar trabajo como ingeniera, ahorrar para mis estudios y hacer una maestría o especialización sobre cosmética y la industria de la belleza. Pero primero necesito una hoja de vida que soporte que estoy apta para ingresar a esos estudios”. Aun así, Wendy ha realizado cursos virtuales como teoría de química cosmética, investigación, aceites esenciales, prevención de la covid-19 en la industria de belleza, emulsiones cosméticas y bioseguridad aplicada a la estética y belleza.
Sin embargo, no detendrá su trabajo como maquilladora, ni dejará de subir contenido en su cuenta de Instagram @babblebitch en sus tiempos libres. Halloween es la fecha en que aumenta la demanda de su trabajo, maquilló a 30 personas del 29 al 31 de octubre. Es empírica, por ello no sabe sobre costos reales de su arte, así que establece precios moderados dependiendo de la complejidad del maquillaje.

Esto no le quita profesionalismo a su trabajo, procura ofrecer una amplia gama de colores de su catálogo personal con pinturas artísticas líquidas, cremosas, bases, correctores de ojos, polvos, rubores, brillos, iluminadores, paletas de sombras, labiales, delineadores, pestañina, agua micelar, agua de rosas, fijador de maquillaje, brochas, desinfectante para brochas, gel antibacterial, tazas y otros productos que omitió porque no recuerda todo lo que carga en su maleta.
“Era un encarte porque en una caja de manicurista llevaba una parte y en mi bolso de la universidad más carteras con los cosméticos y las brochas”, recuerda Wendy antes de conseguir una maleta tipo viaje con variedad de bolsillos para separar y asegurar todo. Su patrimonio, producto de más de cinco años comprando diversos cosméticos para probar dimensiones, profundidades, colores y figuras, está en esa maleta.
Con tenacidad, firmeza y pasión Wendy confirma la frase con la que terminaba cada capítulo del programa de manualidades Art Attack en el canal Disney Jr.: “No hay que ser un experto para ser un gran artista”.