Una retrospectiva del director brasileño Glauber Rocha, crítico y cineasta que renovó las formas del cine latinoamericano en la década de los años 60 fue programada para la versión 58 del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci), que se desarrolla del 28 de febrero al 5 de marzo.
“Donde haya un cineasta dispuesto a filmar la verdad y a enfrentar los padrones hipócritas y policialescos de la censura, ahí habrá un germen vivo del Cinema Novo. Donde haya un cineasta dispuesto a enfrentar el comercialismo, la explotación, la pornografía, el tecnicismo, ahí habrá un germen del Cinema Novo. Donde haya un cineasta de cualquier edad, de cualquier procedencia, pronto a poner su cine y su profesión al servicio de las causas importantes de su tiempo, ahí habrá un germen del Cinema Novo”. Esto asegura Glauber Rocha en La estética del hambre.
A partir de sus textos y de un grupo de películas, incluyendo obras de otros autores, se consolidaron las bases del denominado Cinema Novo, movimiento cinematográfico que pretendía sacudir fuertemente los cimientos del cine latinoamericano y renovarlos hacia su verdadera razón de ser: dar cuenta de las realidades latinoamericanas, cortando todo vínculo y toda herencia de formas estéticas tanto del cine industrial, como de las miradas “paternalistas” del cine miserabilista o humanitario.
Rocha considera el humanismo tradicional como una suerte de máscara “piadosa” inherente a las sociedades colonizadoras del primer mundo. Para el cineasta, la colonización de los países del tercer mundo nunca cesó, simplemente se actualizaron las formas de sometimiento y se renovaron algunos colonizadores, lo cual, es evidente en la proliferación de la pobreza, definida por él como una carga máxima y autodestructiva que doblega al hombre, haciéndolo esclavo de sus opresores.
Influenciado en un comienzo por movimientos como la nueva ola francesa y el neorrealismo italiano de la posguerra, luego se desmarca y comienza a esbozar las formas de un cine propio latinoamericano que dé cuenta de la pobreza y el hambre, pero no como fenómeno cruel y exótico del tercer mundo, con la intención de generar lástima y piedad. La pobreza, como un detonante en la renovación de las formas de representación del cine, La estética del hambre, sería un cine imperfecto, inacabado, en permanente reconstrucción, en el que la violencia surge como la única respuesta posible al flagelo del hambre, y en donde es importante saber y determinar el origen de esta hambre.
Es un cine que desprecia el esteticismo superficial del cine industrial, y contrario al cine comercial, para Rocha el cine tiene una función social y política en américa latina, posición que coincide también con la postura de Tomás Gutiérrez Alea, el cineasta Cubano.
Barrovento de 1962 es el primer largometraje de Glauber Rocha, en él da cuenta del dilema de un grupo de pescadores en la región de Salvador de Bahía, quienes deben resolver si siguen anclados a un pasado opresor o encaran su situación, liberándose, y enfrentando la incertidumbre de un nuevo comienzo.
Un año después haría Dios y el diablo en la tierra del sol, película que narra la historia de una pareja de campesinos que deciden vengarse de su capataz opresor y el destino los lleva a hacer parte de Los Cangaceiros, bandidos rurales del nordeste brasilero. Esta cinta fue estrenada en el Festival de Cannes en 1965, y Luis Buñuel, el director español, afirmó que era una película única en la historia del cine.
Por René Palomino Rodríguez
rpalomino@unab.edu.co
*Docente del Programa de
Artes Audiovisuales de la Unab.