En el país, cerca de 21 millones de personas no poseen los ingresos suficientes para suplir con la canasta básica de alimentos, de acuerdo con la Asociación de Banco de Alimentos de Colombia. Además, según datos del DANE, el 16, 2 % de las familias de Bucaramanga consumen menos de tres comidas diarias.

Geily Johana Coronel Rodríguez  / gcoronel@unab.edu.co 

Luego de los estudios adelantados por la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), se identificó que el 54, 2% de los hogares del país viven de inseguridad alimentaria, cifra que traduce que 1 de cada 2 viviendas presentan este evento. 

De los 32 departamentos, 12 evidencian inseguridad alimentaria superior al 60 % y entre los primeros cinco se encuentran Chocó (76, 8 %), Sucre (73, 9 %), Vichada (70, 1 %),  La Guajira (69,3 %) y Putumayo (68,7 %). 

El riesgo alimentario se debe a dos causantes: bajos ingresos de la población y encarecimiento de la producción de alimentos. Según las estadísticas de 2020, 21 millones de personas tienen ingresos per cápita de $331.688 pesos o menos7’470.265 personas tienen ingresos per cápita de $145.004 pesos o menos. En otras palabras, la gente tiene poco dinero para comprar lo necesario de una dieta nutritiva, ya que el costo de un plato por persona para 30 días es de aproximadamente $423.222. 

Dicha circunstancia va a la par de la pobreza monetaria y la desigualdad. Un ejemplo de esto es que la incidencia de pobreza monetaria en menores de edad fue 1,3 veces mayor al promedio general del país, es decir, 8’258.062 niños, niñas y adolescentes se encuentran en pobreza monetaria y 3’171.621 entraron en pobreza monetaria extrema. 

Muchos de estos niños hacen parte de los más de 5 millones de personas que tuvieron desnutrición crónica. Esta enfermedad, al no tratarse en los primeros años de vida, genera impactos negativos a futuro, tales como que ese adulto tendrá una pérdida de coeficiente intelectual de 14,6 puntos, 5 años menos de educación y 54 % menos de salario en su edad adulta. 

The poor old man's hands hold an empty bowl. The concept of hunger or poverty. Selective focus. Poverty in retirement.Homeless. Alms

De acuerdo con un informe de la la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),  cerca de 193 millones de personas de 53 países presentaron inseguridad alimentaria aguda. Esta cifra demuestra un incremento de casi 40 millones de personas en comparación del 2020. 

Adicional a esto, la FAO explica que la inseguridad alimentaria se da cuando una persona “carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable”, y el mismo organismo mide la inseguridad alimentaria por medio de una escala: leve (incertidumbre sobre la capacidad de obtener alimentos), moderada (se reducen alimentos y se saltan comidas) y grave (no se consume durante un día o más). 

La anterior situación suele pasar en casos extremos, causando una calidad de vida nutritiva baja. Angie Santamaría García, nutricionista dietista, explica que la inseguridad alimentaria nutricional se relaciona directamente con el hambre porque es  “la falta de alimentos tanto en cantidad como en calidad. Y las familias van haciendo estrategias de afrontamiento para evitar pasar hambre, como reducir ciertos alimentos o consumir otros que les proporcionan más energía. Pero hay momentos en que ya había ausencia de los alimentos”.

Entre 720 y 811 millones de personas en todo el mundo pasaron hambre en el 2020. Por otro lado, más de la mitad de la población subalimentada estaba en Asia (418 millones), más de un tercio en África (282 millones) y el resto que es América Latina y el Caribe alrededor del 8 % (60 millones). En ese mismo año, 2.370 millones de habitantes en el mundo sufrieron de inseguridad alimentaria. A la vez, el 41 % de la población de América Latina y el Caribe experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave y el 14 % inseguridad alimentaria grave.  

LAS CAUSAS Y LA REALIDAD DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA

Las causas de las crisis alimentarias 

El aumento de las crisis alimentarias radicó en diferentes factores como conflictos, cambios climáticos y ambientales e inestabilidades económicas. A la vez dichas condiciones se ligaban a la pobreza y la desigualdad social, que de igual manera tuvieron mayor impacto en la pandemia del covid-19. 

La principal causa que hizo que 139 millones de personas tuvieran inseguridad alimentaria aguda en 24 países fueron los conflictos externos e internos. También los fenómenos meteorológicos provocaron que más de 23 millones de personas en ocho territorios enfrentarán este tipo de sucesos. Por último, las alteraciones económicas marcaron dentro los índices la cantidad de 30 millones de personas en 21 territorios. 

En la actualidad, los sistemas alimentarios se han visto afectados por la guerra de Ucrania, una consecuencia que afecta el pilar nutricional global. 

Si bien no se cuenta con datos sobre la seguridad alimentaria para 2022 en Ucrania, según el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias, es probable que se produzca un aumento de la inseguridad alimentaria aguda.

Repercusiones: Conflicto en Ucrania 

Los efectos de la guerra de Rusia-Ucrania han llegado a perjudicar la seguridad alimentaria de Colombia. El 75 % de los fertilizantes usados en la nación son importados y el 42 % de ellos proviene de alguno de los dos países ya mencionados.

La problemática interna de fertilizantes hace que aumenten los costos de producción, a lo que se suma otra realidad: la explotación de suelos agrícolas por el uso excesivo de químicos, que afectan la capacidad de obtener productos a una gran cantidad y calidad. 

Conforme a un informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, “el 73 % de los suelos aptos para la agricultura presentan algún grado de erosión lo cual impactará la seguridad alimentaria”

Los retos principales de las Secretarías de Agricultura, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y empresas del sector agrícola están en promover cultivos ricos acorde a la cultura alimentaria local, impulsar la fabricación limpia de alimentos, asegurar la producción agropecuaria en momentos de crisis, generar ingresos constantes en los productores e incrementar los recursos en la mujer rural. 

Socialización de las propuestas que se presentaron en el hackathon de la Unab el 6 de mayo .
Algunos de los premios para los participantes consistieron en la entrega de cupones de descuento para programas de pregrado en la Unab.

Lo que ocurre en Colombia y Bucaramanga

El 30 % y 50 % de los alimentos que se producen, no son consumidos en el mundo. En Colombia el 35 % de las canecas de basura anualmente, es decir, 9,7 millones de toneladas de comida, en especial frutas y verduras, son desperdiciados. El gran volumen de insumos tirados en los basureros, serían los suficientes para darle de comer a Panamá o Uruguay o hasta llenar 3.658 veces el estadio Estadio Nemesio Camacho El Campín (Bogotá), de acuerdo con el informe de Abaco. 

En el contexto colombiano, el desperdicio de comida gira en torno a varias situaciones. Una de ellas se centra en lo logístico, que va desde la comercialización hasta el desecho. Gladys Rocío Ramírez Jurado, coordinadora general del Banco Arquidiocesano de Alimentos de Bucaramanga, indica que el campesinado “produce determinados productos, pero no tiene la forma de sacarlo porque las vías de acceso son imposibles o las pocas vías, debido al invierno, se dañan. Entonces ¿qué pasa? Se pierde el producto porque no se pudo vender”. 

En lo local, de acuerdo con los  datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), se evidenció en  2021 que el 0,8 % de las familias bumanguesas no tienen los medios para comer ni siquiera una comida al día. Esto corresponde a un promedio de 7.800 personas que pasan hambre. Además, el 16, 2 % de las familias de Bucaramanga consumen menos de tres comidas diarias. En otros términos, 56.362 hogares no tienen los medios para tener en su mesa las tres comidas que se suelen consumir al día.

Ante dicha situación, surgió la iniciativa de “Hambre cero”, liderada por las universidades Uniminuto de Bogotá y la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab), junto al Banco de Alimentos de Bucaramanga. La campaña tuvo dos partes centrales: la recolección de 900 kilogramos  de alimentos no perecederos para las familias más vulnerables de la ciudad, y la realización de una hackathon (maraton de ideas). 

El hackathon que se realizó el 6 de mayo en el campus El Jardín de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab) y consintió proponer una serie de soluciones innovadoras para hacer evidente y contrarrestar la inseguridad alimentaria en la capital santandereana y su área metropolitana. 

En grupos de cinco integrantes (estudiantes, profesores, empresarios o cualquier participante) los participantes trabajaron en los salones de clase para formalizar ideas durante dos horas y media, y luego compartirlas. Catalina Martínez Lozada, coordinadora del programa Unab Transformativa, explicó que la participación de ambas instituciones (Uniminuto y la Unab) en este evento permitió unir esfuerzos y tratar de consolidar acciones que den bases para resolver la problemática de inseguridad alimentaria en Bucaramanga. 

La actividad posibilitó que la “generación de conocimiento sea pertinente a la realidad que se está viviendo, porque el conocimiento no es aislado o de avanzar temas. Es contextualizar y aterrizarlo a nuestra realidad. Usar la ciencia para solucionar el problema”, añadió Martínez.  

Los jueces de la hackathon escogieron a tres equipos ganadores de 27 que participaron. Se evaluó que las propuestas fueran innovadoras, creativas, originales y prácticas. Al final de la jornada (9:20 de la noche), se dieron a conocer los resultados. Los galardonados fueron los grupos de Mentes Creativas (primer lugar), Dinamita (segundo lugar) y Wormkriqfood (tercer lugar). Las ideas recogidas en la hackathon se documentarán para que sirvan de insumo de futuras investigaciones. 

La mayoría de soluciones se centraron en huertas sostenibles, aplicaciones que conectaban sin intermediarios con los agricultores y fundaciones. En cuanto a las tres ideas ganadoras, la primera consistió en una moneda social, en el cual se paga a través de actos que ayuden a la comunidad (como pintar o podar jardines) y a cambio se reciben alimentos. La segunda respuesta se basó en construir cátedras establecidas desde el colegio, que permita poner en práctica la educación alimentaria, el aprovechamiento de los desperdicios y la creación de huertas en espacios reducidos. La última fue la obtención de alimentos no convencionales por medio de la creación de granjas de cultivos de grillos y lombrices. 

Para Karol Brigitte Bueno Carrillo, miembro del grupo Mentes Creativa y estudiante de Gastronomía y Alta Cocina de la Unab, la experiencia fue una “locura”, ya que no conocía a ninguno de sus compañeros de grupo y tenían un par de horas para estructurar una posible solución. Sin embargo, se organizaron y crearon la idea de Proyecto de Alimentación de Unión Social (PAUS), en la que se centra en la dinámica de intercambio de actos sociales por comida. 

Los alimentos del “trueque” vendrían de las toneladas que se van a la basura de las plazas de mercado. Bueno Carillo comentó que “la botadera empieza en el despilfarro, debido a que el consumidor no tiene la conciencia suficiente para decir bueno esta naranja no está perfecta, está magullada, pero está en óptimas condiciones. Nos han diseñado para pensar que todos los alimentos tienen que estar perfectos”. 

Al abrir espacios con sentido de responsabilidad social dentro de la academia, otorga la oportunidad a los estudiantes de sensibilizarse con su entorno. Así, por ejemplo, Daniel Amaya, estudiante de Ingeniería Biomédica de la Unab y miembro de Wormkriqfood, junto con su equipo pensaron una manera de direccionar la producción de alimentos en momentos que hubiera escasez. Al usar proteína, los insectos hacen que haya una reducción de costos y un menor impacto ambiental. De esto modo, para él,  “esas pequeñas ideas pueden convertirse en planes muy grandes y que puedan de pronto ayudar a solucionar. No al 100%, pero sí es reducir el impacto del hambre en nuestro país y en nuestra región”. 

Evento organizado por la Unab para dar a conocer iniciativas que contrarresten el hambre en Bucaramanga y su área metropolitana. / FOTO COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL UNAB

LAS CAUSAS Y LA REALIDAD DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA

Universidad Autónoma de Bucaramanga