Juan David Pérez nació el 4 de marzo de 1996, a los cuatro meses y tres semanas de gestación, pesó 750 gramos, una medida baja para un recién nacido y midió 25 centímetros. “Mi mamá dice que yo fui un milagro”, dijo Pérez. Cuando Felícitas Quintero se enteró del nacimiento prematuro de su cuarto hijo, el pequeño estaba en el cuarto de los fetos y los médicos le dijeron que lo más probable era que no sobreviviría más de 24 horas. Jorge Eliécer Quintero, al escuchar que su hijo se encontraba bien, aunque fuera remota la posibilidad de que viviera, le pidió al médico que sin importar cuánto costara hiciera todo lo posible por salvarle la vida. Juan David tiene 22 años y su discapacidad no ha sido un impedimento para que haga lo que más le gusta: jugar fútbol.

“Cuando me metieron a incubadora los médicos me daban tres días de vida”, dice Juan David recordando lo que sus padres le contaron. Los días pasaron, seguía viviendo y respondiendo a todos los estímulos. Luego de 30 días de estar en la clínica Los Comuneros, lo llevaron a la casa, pero allá le dio una recaída. “Mi mamá como me veía tan pequeño, frágil y para subir las defensas se puso a darme jugo de uva”, ese episodio lo mandó de vuelta al hospital hasta completar 56 días en cuidados intensivos. Después de que salió de la clínica, la vida de Juan David empezó a transcurrir normalmente.

A los nueve meses empezó a decir sus primeras palabras, pero caminar fue una de las cosas que más se le dificultaba por no tener fuerza en las piernas ni en la espalda. Con la ayuda de terapias que pudo caminar al año y tres meses de edad.

A temprana edad le diagnosticaron Retinopatía del Prematuro (ROP), un desarrollo anormal de vasos sanguíneos en la retina del ojo que ocurre en bebés que nacen prematuros. Esta enfermedad inició a los dos años por el ojo izquierdo que empezó a ponerse blanco y a los cuatro años perdió la visión. “A mí siempre me ha gustado jugar fútbol, así que la mayoría de los recuerdos de cuando era pequeño son con un balón y viendo solo por el ojo derecho”, dice Juan David en medio de una sonrisa.

“De los 12 a los 15 años fue la época más difícil porque yo estaba acostumbrado al hotel mamá y desprenderme de eso fue muy complicado” dice Juan David. /FOTO DANIELA VICTORIA GÓMEZ LAITON.

Empezó a estudiar a los cinco años en el colegio Promoción Social de Piedecuesta, donde cursó desde primero hasta tercero primaria. Cuando iba a pasar a cuarto grado la familia padeció una crisis económica y se tuvieron que mudar para Barrancabermeja. En esa época el problema visual de Juan David empeoró. “Ya para estudiar era muy difícil, en clase me tocaba estar siempre adelante y para escribir mi mamá tenía que repisarme las líneas del cuaderno en color rojo para que no me saliera del renglón”.

A los diez años de edad cuando quedó completamente ciego los profesores del colegio en Barranca no lo aceptaron, “decían que no tenían las capacidades para enseñarle a un niño ciego”, comenta Juan David con tristeza. Al principio la familia Pérez no sabía que hacer pues él era el primero en tener esta discapacidad. Un día Javier Pérez, uno de los hermanos mayores, llegó con la noticia que en el colegio Balbino García en Piedecuesta, había una profesora ciega y que allí podía estudiar.

“Cuando volví a Piedecuesta llegué a vivir con mi hermano que ya estaba casado, y como muchas veces me quedaba solo me tocó aprender a hacer cosas como lavar la ropa, la losa, arreglar mi cuarto, hasta salir a la calle por mi cuenta”. Hoy en día este joven reconoce que esa fue la única manera que tuvo para volverse independiente. También aclara que para él no fue difícil asimilar que se estaba quedando ciego porque desde que recuerda tanto los papás como los médicos le decían que lo más probable es que perdería la visión completa.

Esto lo llevó a disfrutar cada instante de su vida y para él, el fútbol era lo mejor del mundo. Cuando quedó ciego pensó que ese pasatiempo iba a quedar en el olvido.

Doris Albarracín, la profesora que tuvo en el colegio, lo orientó para que fuera a la escuela taller para ciegos donde le enseñaron todo lo necesario para tener una vida normal. Fue en este lugar donde conoció a Niyer Tolosa, quien años más tarde se convertiría en el amor de su vida.

«De los 12 a los 15 años fue la época más difícil porque yo estaba acostumbrado al hotel mamá y desprenderme de eso fue muy complicado” dice Juan David. /FOTO DANIELA VICTORIA GÓMEZ LAITON.

Hernando Carrillo Ramírez es el entrenador de la selección Santander y selección Colombia de fútbol para ciegos y afirma que Juan David es un deportista disciplinado y que desde el 2012 cuando inició el proceso de entrenamiento, da lo mejor y estudia constantemente las rutinas de preparación. “A pesar de ser tan joven, es un muchacho con muchas capacidades, sabe escuchar las indicaciones que se le hacen fuera y dentro de la cancha; muchas veces no se las cree, pero como dicen querer es poder”.

El fútbol para ciegos es una adaptación del deporte que todos conocen. El balón tiene cascabeles para que así se puedan guiar los jugadores; en la zona de juego los únicos que pueden ver son los arqueros que ayudan a los demás futbolistas a ubicarse, para ello utilizan códigos de lenguaje oral, que constantemente está en cambios para que otros equipos no los descifren. Por ejemplo, la persona que ataca tiene que decir “voy” para evitar golpes fuertes.

Julián Rodríguez, amigo de toda la vida, afirma que Juan David es una persona entregada a ayudar a los demás sin importar lo que tenga que hacer. “Mi amigo es una persona muy humanitaria, siempre está pendiente de las personas a su alrededor”. Por otra parte, su novia Niyer Tolosa dice: “Juan David es un joven excepcional, él es la base para mí y para muchas otras personas. Es más, estoy casi segura que Juan David tiene un don de poder estar siempre brindando ayuda, incluso muchas veces dejando sus propios sueños a un lado con tal de auxiliar a los demás”.

En este momento el joven futbolista hace parte de la selección Colombia y ha ido a representar al país en Argentina en el 2013, en el 2014 fue a Japón, 2015 en Canadá a los juegos Parapanamericanos, 2016 en Sao Pablo, en el 2017 en la Copa América en Santiago de Chile en donde quedó como goleador y en el 2018 fue al mundial de España en Madrid, siendo así el mayor orgullo de su familia.

Por Daniela Victoria Gómez L.

dgomez192@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga