En marzo, la capital santandereana y su área metropolitana fueron declaradas en estado de alerta por la mala calidad del aire. Esto se debió a que las mediciones del reporte efectuado durante el tercer mes, publicado por la autoridad ambiental, superaban los límites permisibles de emisiones contaminantes establecidos por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

La calidad del aire tiene un impacto directo en el desarrollo de enfermedades respiratorias y la presión arterial; por esta razón, la preocupación que existe en los ciudadanos los ha puesto en estado de alerta frente al cambio climático que se vive en el mundo. Aterrizando el problema a la realidad local y nacional, informes previos han demostrado que las fuentes fijas, es decir, las industrias, y las fuentes móviles como el parque automotor, son los principales contaminantes a la hora de impactar el aire.
Frente a lo ocurrido, profesores universitarios tomaron la vocería y dieron a conocer a Periódico 15 posibles soluciones ante la situación, con el fin de evitar el aumento en los índices de contaminación.
Los voceros
Kento Taro Magara, experto ambiental y profesor de la facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga (UPB), manifestó que el papel de los docentes es conocer la situación, saber por qué la calidad del aire es mala y tener la capacidad de hacer un diagnóstico respecto al tema: cuáles son sus fuentes, cuánto es el nivel de contaminación y consecuencias en la salud humana.
Una vez realizado el diagnóstico se pueden proponer soluciones ante las autoridades ambientales como, según él, mejorar la calidad del combustible en el país, la búsqueda de procesos limpios en las industrias, la creación de estrategias de control de la emisión de contaminantes, desarrollo sostenible: una infraestructura vial, cultura ciudadana, el uso transporte masivo y compartido. En cuanto al papel de la ciudadanía, Taro Magara dijo que “el ciudadano puede contribuir a la causa haciendo uso de la bicicleta, el transporte público, cumpliendo con el mantenimiento de su vehículo, no cocinar con leña, no quemar la basura, estar al día y concientizarse de este tema que afecta a todos, porque un pequeño aporte puede dar grandes resultados”.
Laura Andrea Rodríguez Villamizar, docente del departamento de Salud Pública de la Universidad Industrial de Santander (UIS), recalcó la labor de los docentes con el aporte de información en cuanto a las características de los contaminantes y sus efectos en la salud de la población. Contó que están promoviendo que se utilicen esos resultados con el sistema de monitoreo que tiene la autoridad ambiental para poder hacer un plan conjunto con un seguimiento adecuado. De igual manera un plan de intervención para el mejoramiento de la calidad del aire en la ciudad.
Rodríguez agregó que otra cosa que pueden hacer las universidades es apoyar a los entes encargados en este proceso tales como el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB) y la Corporación Autónoma Regional para la Meseta de Bucaramanga (Cdmb). “En Bucaramanga hemos tenido una dificultad en la definición de quién es la autoridad sanitaria que tiene la competencia para dicha actividad y eso ha producido que el sistema de vigilancia que tuvimos funcionando bien hasta 2011 haya tenido un deterioro en los últimos años”. Y agregó que debido a esa ambigüedad en las instituciones que están disputando ejercer el control, “nosotros como académicos podemos aportar el conocimiento que tenemos, apoyar para manejar la red de manera que, independientemente de las diferencias administrativas, el monitoreo de la calidad del aire se pueda mantener a lo largo del tiempo” .
Walter Pardavé Livia, quien es profesor hace diez años del grupo ambiental de Investigación Aplicada en la Universidad de Santander (Udes), habla acerca del deterioro de la calidad del aire y recalca que no se puede hablar de descontaminación. “Cuando está emitido ya no se puede hacer nada, hay que actuar de forma preventiva y no reactiva”. Para él las principales causas de esto son, en primer lugar, el aumento incontrolado del parque automotor especialmente las motocicletas, pues el 67 % de 41.574 motocicletas que hay en Bucaramanga y su área metropolitana, no hacen revisión técnico mecánica. Finalmente, el hecho que existen en circulación vehículos que superan los diez años de uso, “estos arrojan más emisiones y no hay una política de actualización”.

Por último, las actividades generadoras de emisiones que no son controladas como los asaderos de pollos, talleres de pintura, los puestos de ‘chuzos’ que venden en la calle, entre otros. Las soluciones planteadas frente a estas cuestiones fueron: el aumento de áreas verdes en la ciudad. “Bucaramanga tiene dos metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante y lo ideal es que sean diez”, agregó el docente. En cuanto a la educación, dice que se debe trabajar desde el nivel de los niños para que crezcan con una mentalidad consciente de la problemática ambiental, incentivarlos a caminar o a que usen vehículos limpios, “a los mayores ya no se les puede enseñar”, resaltó Pardavé.
Otras medidas planteadas por el docente son un plan de ordenamiento territorial donde la premisa sea una buena calidad del aire en el que participen todos, articulando a las universidades también. Dar solución técnica a diversas fuentes que afectan a la calidad del aire como la disposición final de El Carrasco y las aguas residuales. Implementar un sistema inteligente de observación. Una educación ambiental agresiva para atacar de forma preventiva la búsqueda de calidad desde los niños. En cuanto al papel del ciudadano señaló que debe basarse en ser consciente, en presionar y exigir a las autoridades que actúen, en ser un ejemplo.
La unión de la academia ha sido de gran valor para el conocimiento que se tiene respecto al aire en Bucaramanga y su área metropolitana, ya que se han llevado a cabo diferentes proyectos que estudian el problema. Universidades como la Autónoma de Bucaramanga, (Unab), UPB, UIS y Udes trabajan de la mano con las autoridades ambientales en la realización de diagnósticos y la socialización de resultados para que posteriormente dicha entidad tome las medidas precisas e informe a la ciudadanía. Con la empresa privada se realiza el mismo proceso de diagnóstico, sin embargo esta lo implementa internamente.
¿Qué están haciendo las autoridades?
El subdirector ambiental del Área Metropolitana de Bucaramanga, AMB, Guillermo Cardozo Correa, señaló que las principales funciones de las instituciones encargadas del medio ambiente se basan en la vigilancia y control de la calidad del aire con el fin de identificar las causas que generan o impactan la contaminación ambiental para posteriormente tomar acciones al respecto. “Una vez identificada la problemática se empiezan a controlar las fuentes de emisiones”, dijo. Su función en pro del medio ambiente se lleva a cabo con equipos especializados con tecnología sensorial capaz de identificar los contaminantes tanto de las fuentes fijas como las móviles.
Cardozo Correa recalcó que el control a las industrias se ejerce a través de un reporte anual de emisiones y así mantienen un sistema de vigilancia, mientras que a los vehículos se les hace observación por medio de las estaciones de monitoreo y las campañas de control. Son cinco estaciones las cuales se encuentran ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad y realizan una inspección de la calidad del aire en tiempo real: tres en Bucaramanga, una en Girón y otra en Floridablanca. La siembra de árboles es también una estrategia de la gestión ambiental de la AMB para contrarrestar el impacto de las fuentes.

Nelson Mantilla Olivares, subdirector de ordenamiento y planificación integral del territorio de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, señaló que se centran en trabajar conjuntamente con los docentes universitarios en diferentes proyectos y en la creación de organizaciones comprometidas con el ambiente sostenible. Su función consiste en evaluar y controlar las emisiones atmosféricas generadas por las fuentes fijas así como la medición de la calidad del aire mediante el uso de equipos tecnológicos implementados desde el 2000, con un total de tres estaciones ubicadas en Cabecera, Ciudadela Real de Minas y Cañaveral. “Nuestro objetivo es generar conciencia ambiental e incentivar el uso de la bicicleta y transporte masivo, el control y seguimiento a establecimientos que generan ruido y un plan de gestión de la calidad del aire articulado con las administraciones municipales, la academia, empresas de servicios públicos, comités municipales y la autoridad ambiental”, manifestó el subdirector.
Ciudades como Medellín y Bogotá estuvieron también en estado de prevención por la contaminación del aire en los primeros días de marzo. Sin embargo, lo que ocurre es que su situación es más compleja ya que comparado con Bucaramanga, es mayor la densidad de la población; la cantidad de industrias y el parque automotor en circulación, entonces si existen más fuentes, la contaminación aumenta y esto se ve reflejado en la calidad del aire. Casos como específicamente en el Valle de Aburrá las causas principales son por la topografía de la ciudad, puesto que al ser un valle hace que las corrientes de aire no favorezcan la dispersión de los contaminantes por lo que quedan estáticos en la atmósfera respirable por las personas. No obstante, al ser ciudades más propensas a verse afectadas por la polución atmosférica toman medidas más drásticas para mantener un control y prevención ante ese tipo de situaciones.
Por ejemplo, en Medellín se optó por el aumento de los horarios del ‘pico y placa’, se anunciaron sanciones drásticas a aquellas empresas que no han mostrado el cumplimiento de la disminución del material usado, así como estrictos controles a las fuentes móviles contaminantes en las vías de estas localidades. Así mismo, la detención de las actividades a empresas que emitan más de 100 microgramos metro cúbico. Y, otras medidas de choque, como el cierre en las primeras horas del día del Aeropuerto Olaya Herrera, donde se concentraba una gran nubosidad ocasionada por la contaminación.
Kento Taro Magara, profesor asociado a la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Pontificia Bolivariana. Maestría en Química Ambiental y doctorado en Ciencia y Tecnología Ambiental. /FOTO SUMINISTRADA Walter Pardavé Livia, pertenece al grupo ambiental de Investigación Aplicada en la Universidad de Santander, Udes. Especializado en Ingeniería Ambiental y maestría en Audiencias Ambientales. /FOTO SUMINISTRADA Laura Rodríguez Villamizar docente del departamento de Salud Pública de la Universidad Industrial de Santander. Doctorado en Ciencias de la salud pública y Maestría en Epidemiología. / FOTO SUMINISTRADA
Por Lina Matilde Horta Bernal
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