Por Ana Milena Flórez
Aflorez184@unab.edu.co

La situación es así: es el miércoles 12 de agosto de 2020, en pleno pico de contagios por covid-19; comienza a sentir una fuerte alergia a la que llama “rinitis”. Pasan los días y comienza a sentirse peor, toma los medicamentos de siempre y mantiene la calma. Comienzan fuertes dolores de cabeza, la temperatura se eleva y siente una leve fatiga. Es momento de preocuparse, ya los demás síntomas no son amigos de la “rinitis”; entonces llama a pedir una cita médica para comentar lo que sucede.
Sábado 15 de agosto, diez de la mañana, suena el teléfono. Es el doctor llamando para la teleconsulta. Le comenta sus síntomas y lo remite a la línea covid, porque comienza a ser un sospechoso para posible contagio. Va de llamada en llamada, repitiendo lo mismo a cada personal médico que le atiende por las líneas; le piden que entre en aislamiento total y cuide de su familia hasta que tenga los resultados de la prueba que le harán en los siguientes días.

Sigue con su vida, dentro de un cuarto, y con las medidas sanitarias básicas para poder alimentarse y usar el baño a lo largo del día. Miércoles 19 de agosto, 5:40 am, está en el quinto sueño, tiene las cobijas más pegadas que nunca, pero suena el teléfono, es la enfermera que le va a hacer la prueba y que va llegando a su casa. Comienza el día muy temprano, con los ojos entornados, y un hisopo en la nariz, como cualquier día, ¿no? Bueno, a fin de cuentas, era la mejor oportunidad que tenía para salir de dudas cuanto antes.

Sábado 22 de agosto, toma un descanso, deja sus deberes a un lado y se dedica a pasar una tarde acompañada de bebidas calientes, música y películas. Así pasa todo el día, trata de despejar la mente y mantener la calma frente a lo que su cuerpo va sintiendo día a día; son las 9:30 de la noche, está desde la comodidad de la cama y suena el celular. Le habla la enfermera del seguro médico y le informa que es positivo para covid-19. Siente un cosquilleo por todo el cuerpo y no sabe qué decir. Y a pesar de la noticia, hay algo efectivo en todo esto; a fin de cuentas, tuvo respuestas en un corto periodo de tiempo.  

Situaciones paralelas

En el caso del señor Niber Moreno, empezó con síntomas desde la semana del 10 de agosto, pero quiso pensar que era solo un malestar general por una “mala fuerza” que hizo pintando su casa. El domingo 16 de agosto decidió llamar a su seguro médico porque se entera que una persona con la que había tenido contacto, salió positiva para covid-19. Además, su hija Karen, de 10 años, empezó a presentar síntomas. El miércoles 19, fueron a su hogar a tomarle la muestra hisopada y bucal a su hija, y ya han pasado dos semanas y aún desconocen el resultado.

Karen Moreno continúa sus estudios mientras está a la espera de sus resultados. / FOTO SUMINISTRADA

La angustia invade a Niber, pues por un lado no obtiene respuesta del estado de salud de su hija; y a la vez él está en espera para hacerse la prueba, y lleva casi un mes esperando. “Cuando vinieron a hacerle la prueba a mi hija, la enfermera me dijo que la EPS (Entidad Promotora de Salud) tiene un desorden con las IPS (Institución Prestadora de Salud) con las que trabajan y la que atendió el caso de mi hija es diferente a la mía”, afirmó Niber. Eso significa que, aunque se soliciten pruebas para todos los integrantes de la misma familia, cada uno es atendido por diferentes instituciones.

Sin embargo, Niber insistió, llamó y se encontró con una sorpresa. Su caso había sido cerrado por la IPS encargada; supuestamente ya le habían hecho la prueba y habían enviado las muestras al laboratorio. Lo curioso es que cerraron el caso unos días antes de que él lo reportara. El estado de salud de Niber y de su hija ha mejorado, pero siguen tomando medidas sanitarias dentro de su hogar mientras están a la espera de que su seguro médico se apropie de la situación y den razón, al menos, del resultado de Karen.

Niber Moreno insiste en comunicarse con su EPS. De manera urgente necesita presentar una constancia por su ausencia a sus jornadas laborales. / FOTO SUMINISTRADA

Amarga espera

El joven Brandon Díaz Castro comenzó con malestar general el 24 de julio de 2020, inició su jornada laboral en la ferretería donde trabaja, que está ubicada en el centro de la ciudad. Al finalizar el día se acercó a una farmacia, compró unos medicamentos y en la noche ya estaba mejor. Al día siguiente, amaneció otra vez con desaliento, pero supuso que solo era un malestar, se dirigió a su trabajo y al terminar volvió a la farmacia donde le recetaron antigripales. En la madrugada del domingo 26 de julio aparecieron la fiebre, escalofríos y el malestar general se acentuó.

Brandon se comunicó con la encargada de Salud Ocupacional de la empresa, quien dio el reporte a la EPS, informó sobre los síntomas de Brandon y le recomendó entrar en aislamiento preventivo obligatorio por no conocerse exactamente sobre su estado de salud. A la vez, su jefe fue informado de la situación y se establecieron las condiciones planteadas de ahí en adelante. El 28 de julio Brandon recibió la teleconsulta, preguntaron por sus síntomas y efectivamente le asignaron una prueba para covid; él siguió las indicaciones y siguió aislado.

Jueves 30 de julio, visitaron a Brandon y le tomaron la prueba hisopada nasal y bucal. Esperó 10 días hábiles, el periodo de tiempo que le dijeron para tener los resultados, y no obtuvo respuesta. “Les escribí a un número que me dieron el día de la telecita, pregunto por mis resultados que aún no me llegaban y lo único que me responden es: ‘Aún no hay resultados, gracias’ y finalizan el chat”, señala.

Desde entonces él escribe una vez por semana al mismo número y la respuesta es la misma. Ya ha pasado un mes desde que le tomaron la prueba y sus resultados están dando vueltas por los registros de la IPS que le hizo el procedimiento. Un mes de angustia, sin respuestas, sin saber si de pronto habrá contagiado a alguien más mientras creía que tenía “un malestar general”. Actualmente Brandon se encuentra aún en proceso de recuperación del olfato, aunque todavía se le dificulta respirar, él cree que es por el frecuente uso del tapabocas. El pasado 10 de agosto retomó sus actividades laborales debido a que ya había cumplido con el tiempo establecido en aislamiento y no cuenta con una debida incapacidad.

Brandon Díaz Castro cumple con su horario laboral, mientras espera alguna respuesta por parte de su EPS. / FOTO SUMINISTRADA
Universidad Autónoma de Bucaramanga