El sol se refleja en el agua del afluente, el sonido del viento sopla en las ramas de los árboles, y el olor a naturaleza es el principal elemento para conectarse con uno de los deportes acuáticos de Santander, el cual, durante los años 70, fue incluido como deporte en los Juegos Olímpicos.
El también conocido descenso de ríos nace desde que el hombre siente y ve la necesidad de cruzar ríos. Una teoría dice que todo empezó en 1842 cuando el teniente del ejército de los Estados Unidos John Fremont realizó una expedición en el río Platte, en Estados Unidos. Todo indica que, por querer explorar dicho afluente, se diseñó un bote para hacerlo y cruzar rápidamente. Los pocos detalles de esta excursión confirman que ese año se registró la primera práctica de rafting.
La disciplina consiste en recorrer ríos en dirección de la corriente, y requiere un conocimiento de las técnicas de remado y rescate, así como un trabajo en equipo coordinado que permita superar las adversidades de cualquier río.
Todo da inicio desde el momento en que se llega a la orilla del río. Los líderes de navegación dan la orden para que todos los tripulantes de las lanchas vistan el chaleco salvavidas, que además es un objeto de referencia para los guías en el momento que un tripulante se extravía en el río.
Después de colocado, el paso a seguir es ponerse un casco especial para la experiencia, ya que los ríos en el cual se desarrolla este deporte constan de abundantes piedras, en caso de caída este elemento ayuda a evadir cualquier golpe en la cabeza. También se añade llevar calzado, ya que en algunos puntos es necesario bajarse a mover la balsa, por comodidad es recomendable usar tenis.
Cuando el tripulante se encuentra ya equipado aborda la balsa y se le asigna su remo; cada uno cuenta con uno. Vale resaltar que en este deporte de conjunto prima el compañerismo y el trabajo en equipo.

“Saquen los remos y empiecen a remar”, dice el guía. Así se comienza a sentir poco a poco la fuerza del río; el agua salpica rápidamente dentro del bote gracias a la fuerza de los navegantes a la hora de remar.
La adrenalina se apoderarse de la tripulación, ninguno para de remar, las pequeñas cascadas emprenden a crecer y la velocidad aumenta, el cuerpo se torna frío por la humedad, la vista se enfoca en frente de la balsa y el oído solo escucha al líder, toda la tripulación tiene el mismo propósito, navegar por el río Suárez a gran velocidad.
En los ríos de la región, los turistas pueden hacer recorridos en lo que se conoce como cuerpos de agua planos, es decir, apacibles. Sin embargo, también se pueden encontrar con corrientes turbulentas y remolinos, que dificultan la práctica.
Para esto, la navegación requiere buena técnica y conocimiento del río, ya que en ocasiones los navegantes se pueden encontrar con olas que alcanza los dos metros. También existen pasos estrechos que requieren maniobras técnicas complicadas.
Punto estratégico en la región
San Gil es el punto estratégico para este deporte en Santander. Es el municipio considerado el lugar de los deportes extremos de la región, ya que los turistas encuentran entre otros, el torrentismo, el parapente, el trekking y bungee jumping.
El rafting llegó a Santander hace 22 años, gracias a la intervención y colaboración de entes territoriales y empresas privadas en convenio con empresarios de Costa Rica. Al municipio también lo favorecen las condiciones morfológicas de los ríos aledaños al pueblo como Fonce o Suárez.
El apoyo que actualmente reciben las agencias operadoras de este deporte se da por parte del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el Fondo Nacional de Turismo (Fontur) y la inclusión en los corredores turísticos, respaldadas por la alcaldía municipal y la Gobernación, como asegura Luz Stella Villalba Sanabria, gerente y operadora de Canotaje San Gil. “Esta actividad deportiva es pionera en Colombia y es base fundamental para la generación de actividades complementarios tanto en el río como en otros escenarios naturales”, comenta Villalba.
Por Keiller Manuel Solano M.
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